Frustrado, luego desconfiado
El paro quiebra la identidad y los sue?os del joven espa?ol y agrava el lastre de una sociedad que por tradici¨®n recela del otro
El 70% de los espa?oles de 18 a 34 a?os cree que cualquiera de sus conciudadanos se aprovechar¨¢ de ¨¦l en cuanto tenga la oportunidad. Adem¨¢s, un 34% sostiene que nadie o casi nadie merece la consideraci¨®n de "buena persona". Ambos porcentajes se reducen significativamente si la pregunta se hace a personas de 35 a 54 a?os (57% y 25% respectivamente) y de 55 a?os en adelante (52% y 23%). Espa?a ha sido un pa¨ªs tradicionalmente desconfiado y la crisis econ¨®mica tambi¨¦n afecta a esta variable, pero resulta patente que existe una brecha generacional. Lo que no est¨¢ tan claro es el motivo.
Los datos provienen del estudio Pulso de Espa?a 2010 publicado por la Fundaci¨®n Jos¨¦ Ortega y Gasset-Gregorio Mara?¨®n a partir de una encuesta de Metroscopia. Jos¨¦ Juan Toharia, presidente del centro demosc¨®pico y director acad¨¦mico de la instituci¨®n, cree que esta "es la pregunta m¨¢s complicada de analizar" del informe que ¨¦l mismo ha coordinado. En su opini¨®n, la desconfianza forma parte de la condici¨®n propia de la juventud. Durante la infancia vivimos entre personas conocidas y protectoras que, adem¨¢s, nos educan en la idea de que el bien nos rodea. Y a la vez nos insisten en que tengamos cuidado, en que no debemos fiarnos de cualquiera.
El 70% cree que se aprovechar¨¢n de ¨¦l y el 34% que casi no hay buena gente
Los adultos que han vivido la transici¨®n a la democracia son m¨¢s optimistas
Lamo de Espinosa: "Si solo se cree en la familia, la mafia es el resultado"
La desconfianza social se vincula a la satisfacci¨®n con la democracia
"Nos cuesta aceptar much¨ªsimo que el mal existe, que hay gente que es mala; va contra lo que nos ense?an", indica el soci¨®logo. Esos primeros encontronazos con una realidad no tan ideal ponen a los j¨®venes en guardia y les hacen recordar que su madre ya les dijo que no se confiaran. "Con los a?os, se tiende a pensar que se han encontrado m¨¢s personas buenas que malas en la vida. Y cuando se hace recuento, ese sentimiento de desconfianza se atempera", concluye.
"Para los j¨®venes, el mundo adulto es externo y hostil", a?ade Toharia. Sin embargo, se les educa para que formen parte de esa sociedad. Y deben hacerlo casi a cualquier precio, aunque no sea f¨¢cil: "Sienten que el mundo est¨¢ cerrado y tienen que buscar una grieta para colarse; como en una ciudadela hiperprotegida", zanja el director de Metroscopia.
Esta explicaci¨®n no justifica la enorme diferencia intergeneracional que muestra la encuesta. Emilio Lamo de Espinosa, que tambi¨¦n ha participado en la elaboraci¨®n del informe, considera que en la sociedad actual existe un problema de expectativas incumplidas. Las personas que hoy son mayores han vivido en el pasado en una realidad dura y el transcurrir de los a?os les ha sido favorable. "Perciben una sociedad moderada, educada y serena. Viven en un mundo mejor del que pod¨ªan imaginar. Ese choque entre expectativa y realidad les lleva a confiar", asegura el soci¨®logo. Vivir una dictadura y una transici¨®n a una democracia que, mal que bien, se consolida y permite progresar al pa¨ªs parece, sin duda, una buena manera de que las personas conf¨ªen las unas en las otras.
Su colega Julio Iglesias de Ussel coincide en el an¨¢lisis y a?ade que "la magnitud de esa diferencia es un indicador de los problemas de configuraci¨®n social que tenemos" en Espa?a. "En la medida en que no est¨¢n consolidados los procesos de inmersi¨®n social, en el ¨¢mbito del trabajo, de la vida privada, hay desconfianza", apunta.
A este ¨²ltimo aspecto no ayuda demasiado la tradici¨®n de Espa?a, un pa¨ªs que ha sido siempre desconfiado por su propia historia y en el que las relaciones personales se han desarrollado a menudo en entornos cercanos. La familia y los amigos son los primeros refugios a los que se acude en caso de tormenta, cuando no el ¨²nico. No en vano, en el bar¨®metro de septiembre de 2010 del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas los espa?oles aseguraban que, de precisar ayuda, podr¨ªan contar con la familia en primer lugar (8,7 sobre 10) y con los amigos en segundo (7,6). Un pa¨ªs arquet¨ªpico en este sentido es Italia; Lamo de Espinosa lo define como el triunfo del "familismo amoral", cuando solo se conf¨ªa en la familia. "La mafia es el resultado".
Espa?a, adem¨¢s, fue durante siglos un pa¨ªs eminentemente rural y de ciudades peque?as donde casi todo el mundo se conoc¨ªa, por lo que no era tan importante confiar en el desconocido, en el otro, frente a las heterog¨¦neas e impersonales sociedades modernas en las que los v¨ªnculos d¨¦biles son importantes.
Un nivel alto de desconfianza "es grave porque la esencia de la vida es la confianza en los dem¨¢s; y hoy es mucho m¨¢s importante porque antes la gente se conoc¨ªa", apunta Iglesias de Ussel.
Por ¨²ltimo, existe un componente estacional, propio del momento actual: una gran crisis econ¨®mica que ha llevado al paro juvenil en Espa?a desde su m¨ªnimo hist¨®rico en 2006 (17%) hasta el 45% actual y que ha terminado de frustrar las expectativas que los j¨®venes espa?oles se hicieron durante muchos a?os. "Los mayores tienen una posici¨®n econ¨®mica m¨¢s desahogada, ganan m¨¢s dinero. La de los j¨®venes es m¨¢s dura y se desenvuelven en un entorno m¨¢s agresivo, lo que les hace m¨¢s desconfiados".
Es lo que Emilio Lamo califica como "barrera de clase". Para los j¨®venes de hoy todo es m¨¢s complicado. Julio Iglesias de Ussel coincide en que el ¨ªndice de desconfianza "probablemente se ha agudizado porque la situaci¨®n es peor". Trabajar es fundamental porque otorga autonom¨ªa econ¨®mica y sirve de salvoconducto para vivir en la sociedad moderna. Y si hoy falta algo en Espa?a son empleos. Despu¨¦s de varios intentos, pruebas y entrevistas infructuosas es l¨®gico que la definici¨®n de "los otros" que hacen quienes se ven excluidos de la vida laboral sea muy negativa. "El paro quiebra la identidad, frustra los sue?os y demora la independencia familiar y la configuraci¨®n de las relaciones personales", resume Iglesias de Ussel.
Lo explica el profesor Jos¨¦ Ram¨®n Montero en un art¨ªculo publicado en la Revista Espa?ola de Investigaciones Sociol¨®gicas: "Parece claro que la gente educada, satisfecha y socialmente integrada tiene mayores probabilidades de confiar. En consecuencia, tanto la confianza como la satisfacci¨®n con la propia vida tienden a estar vinculadas a la educaci¨®n y al estatus social".
Con Montero coincide tambi¨¦n la soci¨®loga Mariana Szmulewicz, que coordin¨® en 2009 el informe European Mindset de la Fundaci¨®n BBVA y que concluye que los espa?oles con 15 a?os o menos de estudios tienen un nivel de confianza social del 4,6 en una escala de 1 a 10. El ¨ªndice sube al 5,3 entre quienes cuentan con estudios m¨¢s avanzados. En los pa¨ªses n¨®rdicos la puntuaci¨®n supera los seis e incluso los siete puntos.
Confirma los datos el European Social Survey, un estudio internacional que analiza estas variables en el continente y que arroja unas conclusiones que no cogen desprevenido a nadie. Dinamarca, Noruega y Finlandia superan ampliamente el 70% de confianza interpersonal. Espa?a se sit¨²a en la parte media baja de la tabla, siempre alrededor del 40%.
En cualquier caso la relaci¨®n causa-efecto no es unidireccional, sino circular. Las personas no son de una u otra manera por culpa de la historia y tradici¨®n de un pa¨ªs; de su herencia social o de una crisis. El sistema funciona tambi¨¦n a la inversa: cuando los ¨ªndices de confianza tanto personales como institucionales de un pa¨ªs son altos, la democracia funciona mejor, la econom¨ªa se desarrolla con menos dificultades, las relaciones interpersonales son m¨¢s sencillas, el asociacionismo altruista crece y los est¨¢ndares de bienestar son m¨¢s altos.
Entre las variables que explican los niveles de confianza de una sociedad se encuentran los de "la renta, el estatus social, la pertenencia a un grupo mayoritario, la satisfacci¨®n por el trabajo, el optimismo y los indicadores de felicidad subjetiva, bienestar econ¨®mico, confianza econ¨®mica y satisfacci¨®n vital", seg¨²n cita Montero.
Coincide la profesora Szmulewicz: "Reduce los costes de formaci¨®n de acuerdos, el tiempo de negociaci¨®n, favorece la interconexi¨®n y elimina trabas en las transacciones". En definitiva, "conlleva beneficios en el desarrollo econ¨®mico", concluye.
"No todos los pa¨ªses ricos o m¨¢s desarrollados tienen un ¨ªndice de confianza alto, pero s¨ª todos los pa¨ªses que lo tienen presentan buenos niveles de desarrollo", asegura la economista Marta Portela, autora de una tesis doctoral que analiza el comportamiento de esta variable entre pa¨ªses. En esto, los expertos coinciden. Un alto nivel de confianza "reduce los costes de transacci¨®n en todos los niveles: familia, empresas, trabajo, etc¨¦tera", asegura Lamo de Espinosa. Marta Portela apunta que la sociedad funciona mejor cuando los ciudadanos conf¨ªan mayoritariamente los unos en los otros, ya que mucho dinero que se destina a sistemas de control se puede emplear en otros asuntos: "Y la corrupci¨®n desaparece".
Esta relaci¨®n entre la confianza social, la confianza pol¨ªtica y la satisfacci¨®n democr¨¢tica se recoge profusamente en el citado texto de Jos¨¦ Ram¨®n Montero. En el art¨ªculo, de 2008 y con datos anteriores a la crisis econ¨®mica, se constata que existe una "correlaci¨®n significativa entre la confianza social y la confianza en las instituciones pol¨ªticas" as¨ª como "entre la confianza pol¨ªtica y la satisfacci¨®n con la democracia", lo que permite a los autores inferir que "quienes conf¨ªan socialmente se sienten tambi¨¦n m¨¢s satisfechos con la democracia".
Dicho de otra manera: "Parece que la confianza social se encuentra fuertemente asociada a la confianza pol¨ªtica, y que la confianza pol¨ªtica lo est¨¢ con la satisfacci¨®n con la democracia".
En este complejo c¨ªrculo, la confianza social juega un papel clave, central. Cuando los miembros de una sociedad no recelan los unos de los otros aumenta la implicaci¨®n en asociaciones, lo que favorece la construcci¨®n de instituciones sociales y pol¨ªticas necesarias para un Gobierno democr¨¢tico efectivo. Esto, a su vez, genera las condiciones para que las personas desarrollen un sentido de la ciudadan¨ªa que les lleve a implicarse en la comunidad, el compromiso c¨ªvico y la participaci¨®n democr¨¢tica. C¨ªrculo cerrado.
Color pol¨ªtico y credo
- La confianza interpersonal depende de otros factores que no son la edad. As¨ª, los espa?oles que votaron en 2008 al PSOE o a IU son m¨¢s propensos a confiar en "todos o la mayor¨ªa" de sus conciudadanos (40% y 47% respectivamente), frente a quienes aseguran que votaron al PP (37%).
- Esta diferencia se observa tambi¨¦n cuando se pregunta si, de presentarse la ocasi¨®n, la mayor¨ªa de las personas se aprovechar¨ªa de los dem¨¢s. El 59% de los votantes del PP cree que s¨ª, por un 57% entre los votantes del PSOE y un 50% entre quienes optaron por IU.
- El credo es importante tambi¨¦n, aunque de una forma inesperada. Son m¨¢s confiadas las personas que se declaran muy o bastante religiosas (40%) y las que se definen como poco o nada religiosas (38%). Los m¨¢s desconfiados, los que dicen no ser ni religiosos ni todo lo contrario (32%).
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