La guerra, cada vez m¨¢s privada

John Edward L¨®pez, colombiano de 24 a?os, es uno de los numerosos exmilitares de su pa¨ªs que en las ¨²ltimas dos semanas han contestado a una peculiar oferta de empleo en Internet. Se trata de trabajar como mercenario en Emiratos ?rabes Unidos durante al menos un a?o. En el anuncio se requiere experiencia en combate. ?l dice tenerla. "He estado en el Guaviare y Meta [zonas con presencia de las FARC]" y, agrega, no tiene miedo del riesgo que podr¨ªa suponer este trabajo. El sueldo prometido es de 2.550 d¨®lares al mes, cinco veces m¨¢s de lo que ganaba hasta ahora.

La palabra mercenario es tan controvertida como las actividades que el gremio lleva a cabo por el mundo. Ll¨¢mense contratistas o empresas de seguridad militar privadas, est¨¢n en plena expansi¨®n y vivieron su propia burbuja con las guerras de Afganist¨¢n e Irak. Entre 2001 y 2006 brotaron m¨¢s empresas y se consolidaron las grandes multinacionales estadounidenses y brit¨¢nicas, que controlan el 70% del sector. Hoy, el negocio mueve 100.000 millones de d¨®lares anuales (70.000 millones de euros), seg¨²n la ONU.

EE UU y Reino Unido rechazan una regulaci¨®n internacional

El Consejo de Derechos Humanos de la ONU debati¨® recientemente en Ginebra la necesidad de dotar de un marco legal internacional a estas empresas. De establecer con claridad, para todos los pa¨ªses, cu¨¢les son las funciones que pueden desempe?ar y cu¨¢les corresponden exclusivamente a los Estados. En realidad, llevan a?os discutiendo el tema. El principal escollo es la negativa occidental (sobre todo, Francia, Reino Unido y EE UU, donde est¨¢n las principales compa?¨ªas), que prefiere la autorregulaci¨®n. La industria tambi¨¦n, claro.

Jos¨¦ Luis G¨®mez del Prado, presidente del grupo de trabajo de la ONU sobre el tema que ha documentado desde 2006 decenas de irregularidades cometidas por estas empresas, explica que "hay un gran vac¨ªo legal. El problema es la falta de rendici¨®n de cuentas de las compa?¨ªas, aunque las haya contratado un Gobierno con los impuestos del contribuyente. El ejemplo m¨¢s claro es Blackwater". El 16 de septiembre de 2007, un grupo de empleados de esta empresa, que ahora se llama Xe Services, ante la sospecha de un ataque de la insurgencia, dispar¨® contra civiles en la concurrida plaza de Nisour, en Bagdad. Mataron a 17 personas e hirieron a 24. Este suceso desat¨® la indignaci¨®n de los iraqu¨ªes y simboliz¨® la impunidad que supon¨ªa la privatizaci¨®n de la guerra. Nadie ha sido condenado todav¨ªa por esos hechos. Una mara?a legal y jurisdiccional lo ha impedido hasta que en abril un tribunal de EE UU reactiv¨® el caso.

Uno de los temores de la ONU es que "se use a mercenarios o se recurra a estas empresas para reprimir movimientos prodemocr¨¢ticos", como apunta G¨®mez del Prado. En Libia, Muamar el Gadafi ha utilizado a mercenarios africanos para tratar de aplastar la revuelta interna que ha desembocado en guerra civil. Algunos de ellos, capturados por los rebeldes, explicaron a Reuters que las autoridades libias les enga?aron o los reclutaron por la fuerza y les dieron armas. Al Yazira film¨® hace dos semanas a un grupo de hombres occidentales armados hablando con los rebeldes en la primera l¨ªnea de fuego cerca de Misrata. Al d¨ªa siguiente, The Guardian inform¨® de que eran antiguos militares brit¨¢nicos que ayudaban a la OTAN a identificar objetivos para bombardeos.

El episodio es confuso. Pero s¨ª parece veros¨ªmil que en un pa¨ªs del que se ha apoderado el caos, sin apenas control fronterizo por el este, se cuelen esp¨ªas y compa?¨ªas de seguridad militar privadas que han encontrado en Libia un nuevo h¨¢bitat. SGSI Group es una de ellas. Su fundador y gerente, V¨ªctor Gonz¨¢lez Moreno, de 41 a?os, afirma que est¨¢ en Bengasi desde hace un par de meses. Explica que tienen a 50 trabajadores all¨ª y que se dedican a adiestrar en el uso de las armas al improvisado ej¨¦rcito que busca derrocar a Gadafi. Asegura, a trav¨¦s de una entrecortada conversaci¨®n por Skype, que ya han entrenado a unos 1.500 hombres. SGSI Group fue fundada en 1997 con capital espa?ol, pero est¨¢ radicada en Gibraltar. Su responsable de prensa, Mar Monsoriu, afirma que tienen un campo de entrenamiento en Ces¨¢rea (Israel). El director de SGSI subraya que no cobran por entrenar a los civiles libios. Pero conf¨ªa en que sea una inversi¨®n de futuro: "No digo que una vez pase la tormenta no vayamos a quedar en muy buena situaci¨®n con los posibles nuevos clientes".

En este negocio es importante la nacionalidad y la formaci¨®n. En las tarifas internacionales que maneja el grupo de trabajo de la ONU respecto a los contratistas en Irak, un ex Navy Seal o un exmarine de EE UU, un exlegionario franc¨¦s o un brit¨¢nico cobran hasta 30 veces m¨¢s (unos 30.000 d¨®lares al mes) que un hondure?o, un indio o un peruano, que cobrar¨ªan unos mil euros.

Los mercenarios no solo trabajan en guerras. Ni solo para empresas. La propia ONU contrata seguridad privada para proteger a su personal o sus edificios, igual que ONG o periodistas en zonas de conflicto. Las empresas de seguridad militar han logrado hacerse necesarias all¨ª donde los Estados prefieren mirar para otro lado o es demasiado caro actuar.