Desperta, ferru sola!
Lo del helic¨®ptero es delicioso, casi insuperable. Este Artur Mas promete darnos muchas satisfacciones. Har¨¢ que olvidemos a Maragall y a Montilla, aunque parezca que esos dos pusieron el list¨®n demasiado alto. Recuerdo que ya cuando estaba en la oposici¨®n Mas era muy divertido. Iba al notario y juraba odio eterno al PP. Daba unos discursos estupendos sobre Espa?a como "un traje", un traje que te hace el sastre y si resulta inc¨®modo, si te viene estrecho, si te aprieta, hay que hacerse otro, hay que ir a otro sastre, etc¨¦tera.
Entre traje y traje, el momento m¨¢s gracioso de todos estos a?os de r¨¦gimen democr¨¢tico fue, en mi opini¨®n, una rueda de prensa de Rodrigo Rato, entonces ministro de Econom¨ªa o de Finanzas. Un periodista le pregunt¨® su opini¨®n sobre las ¨²ltimas declaraciones de Mas. ?Qu¨¦ declaraciones?, pregunta Rato, ?qu¨¦ ha dicho? Pues ha dicho que los atletas catalanes deben competir en los Juegos Ol¨ªmpicos con los colores de Andorra. Desfilar¨¢n bajo la bandera andorrana. A Rato se le escap¨® una sonrisilla y dijo que no cre¨ªa que Artur Mas, persona cabal, pol¨ªtico valioso, hubiera dicho eso, etc¨¦tera. A su lado, Acebes se inclin¨® para susurrarle al o¨ªdo que s¨ª, que era verdad lo de Andorra, que Mas lo hab¨ªa dicho... Y entonces pudimos ver uno de los espect¨¢culos m¨¢s bonitos que a veces nos depara la vida, que es el espect¨¢culo del rostro de un hombre cuando se apodera de ¨¦l el humor, el momento en que un hombre en un rel¨¢mpago de lucidez ve qu¨¦ tonto es todo lo que le rodea, y sin poder reprimirse, y aunque haciendo tremendos esfuerzos para disimular, se parte de risa. La m¨¢scara del mundo cae, y uno sencillamente se troncha de risa. Dios se enfada, pero t¨² te tronchas. Rato estall¨® en carcajadas. Dur¨® solo unos segundos, inmediatamente recobr¨® la serenidad y dijo que todos tenemos que hacer un esfuerzo por la sensatez, volvi¨® el aburrimiento, las mentiras de siempre...
As¨ª no se planta cara al poder. La revoluci¨®n se hace asaltando La Bastilla
Pero le debemos a Mas aquel momento encantador. Hizo su campa?a con el emblema de mister smile, y ya en el poder nos divierte Mas todav¨ªa m¨¢s. Un d¨ªa va y vota en un refer¨¦ndum por la independencia de Catalu?a, pero a escondidas, de madrugada, embozado en una capa de traidor de follet¨ªn (prestada seguramente por Mascarell). Al otro d¨ªa llega al Parlament en helic¨®ptero, en plan Los hombres de Harrelson: Luca, t¨² al tejado. Oriol, c¨²breme las espaldas... Y la legislatura no ha hecho m¨¢s que empezar.
Habr¨ªa sido a¨²n mejor si, en el momento de sobrevolar la sede del Parlament asediado por la gente indignada, Mas se hubiera tirado en paraca¨ªdas, y hubiera bajado lenta y majestuosamente, entre los abucheos de los indignados, flotando en el aire como una gran seta... agitando en la manita una senyera... ?quiz¨¢ estelada!... Se le pod¨ªa haber ocurrido, ya que algo parecido lo hizo en memorable ocasi¨®n Marta Ferrusola, "Marta voladora", seg¨²n la habanera de Ortega Monasterio.
Parece que la se?ora Ferrusola a la que te descuidabas se tiraba en paraca¨ªdas. Los guardaespaldas estaban hartos de esa rara costumbre.
Ya disculpar¨¢, querido lector, que solo me manifieste sobre estas cosas de los indignados en clave de humor, ya s¨¦ que es horrorosa esta tasa de desempleo, esta miseria, este descalabro nacional, esta cosa turulata de que tengamos que volver a ser ofendidos y humillados por la historia cuando cre¨ªamos haber hecho los deberes y haber trabajado mucho... Pero ?qu¨¦ quiere? Al leer, muy por encima, los an¨¢lisis de los tribunos y sus amos pol¨ªticos, un¨¢nimes en el reproche, rasg¨¢ndose ruidosamente las vestiduras, queda demasiado claro que no vale la pena argumentar en serio, es demasiado evidente que los indignados tienen la raz¨®n. Toda la raz¨®n y mi coraz¨®n de su parte, aunque yo no estuve con ellos, porque a m¨ª de casa no me saca nadie. Y menos estos d¨ªas en que guardo luto por Jorge Berlanga.
No, es demasiado obvio que... "Everybody knows the deal is rotten, the poor stay poor, the rich get rich, and that's how it goes, everydody knows."
Pero los indignados se han equivocado en una cosa: en el car¨¢cter excesivamente pac¨ªfico de su protesta. As¨ª no se planta cara al poder. Tiznando la chaqueta de Montserrat Tura y sitiando el Parlament no se hacen las revoluciones, muy se?ores m¨ªos. Las revoluciones se hacen asaltando La Bastilla o el Palacio de Invierno, en este caso irrumpiendo en el Parlament y ocup¨¢ndolo. Si los indignados hubieran okupado el Parlament, y los hubieran tenido que sacar los geos a sangre y fuego, sus motivos, su indignaci¨®n, habr¨ªan dado de verdad la vuelta al mundo. Quiz¨¢ hasta habr¨ªan impuesto una reforma del r¨¦gimen, la nacionalizaci¨®n de la banca, por ejemplo. Ay, ahora ya es demasiado tarde. A falta de un objetivo preciso y tangible, la masa se disuelve, se disgrega, que es precisamente su peor temor y su ruina. Los indignados han perdido la batalla por delicadeza, y por no leer a Canetti (Masa y poder) ni a Sloterdijk (El desprecio de las masas). Ah¨ª est¨¢ todo dicho.
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