El 'narco' se resiste a perder Monterrey
Los carteles que operan en el coraz¨®n industrial de M¨¦xico desaf¨ªan al Gobierno matando en un d¨ªa a 35 personas, incluidos los escoltas del gobernador
Los capos mexicanos de la droga y el crimen no solo luchan por el control de las plazas, tambi¨¦n lo hacen por los titulares de prensa. A su macabra afici¨®n por cortar cabezas a?aden una gran habilidad para arrebatarle el relato de la actualidad al Gobierno de Felipe Calder¨®n, bastante ineficaz -seg¨²n propia confesi¨®n- en pol¨ªtica de comunicaci¨®n. Lo que acaba de suceder en Monterrey, capital de Nuevo Le¨®n y orgullo empresarial de M¨¦xico, supone un buen ejemplo. El mi¨¦rcoles, como respuesta a una ofensiva in¨¦dita contra el crimen organizado suscrita por todos los gobernadores de la rep¨²blica, los sicarios se emplearon a fondo. Asesinaron a 35 personas, convirtiendo la jornada en la m¨¢s sangrienta desde 2007, y asestaron adem¨¢s un golpe de efecto brutal: secuestraron a dos polic¨ªas de ¨¦lite adscritos a la escolta personal del gobernador y, despu¨¦s de descuartizarlos, los abandonaron en una c¨¦ntrica avenida de la ciudad.
Junto a los restos de los polic¨ªas -cuyas im¨¢genes los medios mexicanos publicaron sin recato-, los criminales dejaron una cartulina con dos mensajes que los peri¨®dicos tambi¨¦n difundieron textualmente, pese a que su contenido denigraba a los agentes y profer¨ªa amenazas contra el gobernador. Los 35 asesinatos -quemados, ahorcados, decapitados- no solo buscaban debilitar al cartel rival o a las fuerzas de la ley, sino recordar a la poblaci¨®n qui¨¦n manda hoy en Monterrey. Hasta Marcelo Ebrard, jefe de Gobierno del Distrito Federal y actual presidente de la Confederaci¨®n Nacional de Gobernadores, admiti¨® que el alto n¨²mero de cr¨ªmenes registrados el mi¨¦rcoles constitu¨ªa un mensaje: "Se trata de una reacci¨®n de la delincuencia. Hay un objetivo evidente de tratar de intimidar a la autoridad del Estado, a su gobernador".
Quienes s¨ª se sienten intimidados son los ciudadanos, y razones no les faltan. A principios de a?o, el gobernador de Nuevo Le¨®n, Rodrigo Medina, renov¨® completamente su equipo de seguridad para acometer el rescate de Monterrey. El joven pol¨ªtico del PRI actu¨® a remolque de los grandes empresarios locales, que no estaban dispuestos a permitir que se pierda una ciudad que no solo es la sede de varias compa?¨ªas l¨ªderes en M¨¦xico y en el mundo -Femsa, Cemex, Alfa-, sino tambi¨¦n de la universidad privada m¨¢s importante de M¨¦xico -el TEC de Monterrey-. Medina acept¨®, aunque a rega?adientes, que un comit¨¦ formado en parte por profesionales de las principales empresas supervisara su gesti¨®n. "Si perdemos Monterrey, ya lo dem¨¢s est¨¢ perdido". La frase corresponde al ingeniero Lorenzo Zambrano, l¨ªder de Cemex y del TEC, quien a?adi¨® en entrevista con este peri¨®dico: "No lo vamos a permitir".
La guerra sigue libr¨¢ndose. Los criminales han logrado tener a la poblaci¨®n con el coraz¨®n en un pu?o. Las dos organizaciones que se disputan la plaza -el cartel del Golfo y el de Los Zetas- siguen protagonizando a diario los llamados "narcobloqueos". Un grupo de sicarios roba tres o cuatro veh¨ªculos y bloquea las principales avenidas de la ciudad para delinquir a su antojo. Por si el terror que provocan tales asaltos fuera poco, ahora est¨¢n utilizando a sus v¨ªctimas para demostrar su poder. Despu¨¦s de asesinarlas, o todav¨ªa agonizantes, las cuelgan de los principales puentes de la ciudad. Ante la vista de todos. Ante la impotencia de la autoridad.
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