Ideolog¨ªa del f¨²tbol y crisis
?Puede el f¨²tbol influir en la sociedad y en su car¨¢cter; en sus gastos, en sus inversiones, en su forma de vivir?
Cuando el f¨²tbol, como ya sucede en varios pa¨ªses, no es solo un deporte m¨¢s sino una permanente psicosis colectiva, ?c¨®mo no deducir efectos de esa importante enfermedad de amplio y profundo alcance?
Puede tomarse como una casualidad que en los pa¨ªses como Irlanda, Italia, Grecia, Portugal o Espa?a esta Gran Crisis los haya metido a todos ellos en la categor¨ªa de los PIGS. Pero acaso no solo la casualidad sea la ¨²nica causa.
Los PIGS son algo m¨¢s que pobres gentes, m¨¢s que unas naciones con graves d¨¦ficits, quebrados o al borde del Rescate Fatal. Son, todos ellos, ejemplos de sociedades en las que, mucho m¨¢s que en otras, ha actuado la especulaci¨®n inmobiliaria, la fe en el azar y el dinero f¨¢cil, el desd¨¦n de la justicia y la permisi¨®n de marruller¨ªas de todo g¨¦nero para ganar y ganar m¨¢s.
Las pesadumbres colectivas se producen clamorosamente por la derrota de nuestros colores
Los pa¨ªses no incluidos en esta piara distan, desde luego, de ser ¨¢ngeles. Son acaso colectivos m¨¢s fr¨ªos y de mayor sentido com¨²n. No son ejemplares a tiempo completo, pero lo que vale tener en cuenta es que cuando el espect¨¢culo vital del f¨²tbol, tantas veces igualado al de la vida misma, penetra tan hondo e importa a tanta gente, no ser¨ªa improbable que nos contagiara sus valores y, al cabo, se llegara a hablar del f¨²tbol no como un vivo trasunto de la vida sino de la vida como un vivo trasunto del f¨²tbol.
Los 12 millones o m¨¢s de espa?oles que siguen apasionadamente, al l¨ªmite de su ilusi¨®n y de sus emociones, un importante encuentro se reproducen, m¨¢s o menos, en otros tantos millones o m¨¢s de adictos en estos pa¨ªses PIGS donde a¨²n existiendo otros deportes, la afici¨®n, el n¨²cleo, el c¨®digo Da Vinci, el coraz¨®n de la alegr¨ªa o la desdicha, de la suerte o la mala suerte, se recibe a fuego de las peripecias del estadio.
Si el teatro abrig¨®, en sus mejores tiempos, la ilusi¨®n, la vocaci¨®n y el empe?o de influir sobre el comportamiento y la moralidad de la sociedad de su tiempo, he aqu¨ª el eficaz resultado, el resultado eximio, en el actual teatro del f¨²tbol.
?Corrupci¨®n? ?Injusticia de los jueces? ?Grandes fortunas por azar? ?Droga? ?Sexo? ?Malversaci¨®n? ?Evasi¨®n fiscal? Todo se halla en el proteico mundo del f¨²tbol y con una potencia que mueve a las masas, las conmueve y las vuelve del rev¨¦s. Las hace violentas o las deprime, les ofrece esperanzas o las echa a perder ?Maltratos dom¨¦sticos? ?Absentismo? ?Descenso u ascenso de la confianza del consumidor? ?Optimismo o pesimismo en las empresas?
Sin ir m¨¢s lejos, los efectos que en estos d¨ªas se han registrado en ciudades como Valladolid, Vigo, Granada y Elche con motivo de la disputa para el ascenso a Primera Divisi¨®n da una idea (incluso de Segunda Divisi¨®n) de la tormenta psicosocial que ha convulsionado a "todos" los habitantes de esas ciudades, a sus comercios, a sus expectativas de prosperidad o de decadencia, al s¨ª o el no de la ilusi¨®n y la inversi¨®n.
Con Franco, la izquierda condenaba que fu¨¦ramos hinchas y nos interes¨¢ramos demasiado por nuestro equipo porque, en su an¨¢lisis, eso nos desviaba de la revoluci¨®n. Ahora, con o sin izquierda, sin izquierda o derecha que valgan la pena, las pesadumbres colectivas se producen clamorosamente por la derrota de nuestros colores y, frecuentemente, en un momento crucial.
El desempleo, el cierre de empresas, la deuda soberana, la crisis, la crisis... Naturalmente que una hecatombe de esta magnitud se compone de factores de muy distinto g¨¦nero, pero factores que si tienen que ver con los ciclos no dejan de incluir los vicios. Es decir, que si tienen que ver con el sistema tambi¨¦n han de tener que ver con los sistemizados y los sistematizadores, buenos, malos y regular, listos y tontos, inocentes y perversos.
En consecuencia, para todos los pa¨ªses PIGS, ?c¨®mo no incluir en un an¨¢lisis integral de su estado los delirantes comportamientos pol¨ªticos, econ¨®micos, ¨¦ticos y sociales a los que ha ido introduciendo la afici¨®n al f¨²tbol? Y no solo respecto a la justicia o la injusticia de unos resultados, sino tambi¨¦n en cuanto a su inmoralidad, su irracionalidad, su despilfarro, sus presidentes inmobiliarios, sus iconos hedonistas, sus ganas de ganar y ganar de la manera que sea, sin piedad, sin juego limpio, sin honradez.
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