BCN rebelde, como siempre
Frente a mi punto de vista no paran de pasar personas. La manifestaci¨®n es un ¨¦xito por s¨ª solo. Pero tambi¨¦n es un ¨¦xito cultural: despu¨¦s del 11-M, es la primera vez que la ciudadan¨ªa intelectualiza una realidad diferente de la propuesta por un Gobierno para dibujar una violencia. Definitivamente, el 15-M no es kale borroka. ?Qui¨¦nes son esas personas? ?Qui¨¦nes son el 15-M, esa masa que ha acudido aqu¨ª a representarse a s¨ª misma?
Son familias, parejas, grupos de amiguitos y amiguitas, abuelitos, ni?os, beb¨¦s, personas bajas, altas, gordas, delgadas, morenas, blancas como un queso, con novia guapa, con novio feo, con la ralla del tinte por actualizar, con el pelo muy meditado. Son, en fin, la figuraci¨®n con la que cada d¨ªa se dota Barcelona para llenar la mayor¨ªa de sus calles.
Algunos avanzan agrupados en c¨ªrculos de activistas de alg¨²n tipo de derecho. Otros, los m¨¢s, se representan a s¨ª mismos, y traen en sus manos una pancarta, en la que exhiben las razones por las que han venido. Son carteles brillantes, que han hecho retroceder 100 a?os la causa de los carteles electorales.
Hay carteles divertidos contra Felip Puig -nombre muy coreado en la mani; en circunstancias normales, a Puig le quedar¨ªan pocas horas en el Gobierno antes de que le visite el francotirador epistemol¨®gico de CiU-. Carteles con textos turbadores: "No puedo apretarme el cintur¨®n y bajarme los pantalones a la vez", "Tengo carrera y como mortadela", "La Rioja no se puede separar del Estado, pero s¨ª el bienestar", "?D¨®nde est¨¢ la izquierda? Al fondo, a la derecha", "Mas, el presidente de Tulip¨¢n" -en alusi¨®n a un spot de mi infancia en el que un fantasma recorr¨ªa Europa en helic¨®ptero, para ofrecer margarina en los colegios-. Brillan con luz propia dos. Uno, confeccionado por un ni?o de, pongamos, P-5: "Bolem mes flams a lascola", y otro, que recoge las dos grandes aficiones hist¨®ricas de Barcelona: la rebeld¨ªa y el lerere -por favor, que el autor se me manifieste, que le pago una copa-: "Somos el movimiento Wondrebra: oprimiendo las masas, las levantas".
Muchos carteles explicaban la violencia econ¨®mica y social. Muchos carteles contra los recortes. En la educaci¨®n, en la sanidad. Muchos explicando la relaci¨®n entre el mundo financiero y el pol¨ªtico. Muchos con una propuesta pol¨ªtica sin pol¨ªticos que la representen: someter a refer¨¦ndum la ley ¨®mnibus. Muchos, por otra parte, defendiendo el car¨¢cter pac¨ªfico de la protesta -el 15-M, en fin, no solo es horizontal, sino que organiza hasta el orden horizontalmente-.
Quiz¨¢ es la vuelta a la ciudad de su tradici¨®n pol¨ªtica m¨¢s dilatada: la observaci¨®n del Estado con cara de p¨®quer. A la vez, es tambi¨¦n una toma de contacto con las nuevas izquierdas europeas, que no ven en el Estado, ni en el pulpo, un animal de compa?¨ªa, algo necesariamente transformador.
El 15-M se ha despenalizado a s¨ª mismo en una manifestaci¨®n seria, divertida, participativa, en la que la ciudadan¨ªa se ha mirado a los ojos, sonriendo, y en ocasiones ha encontrado ojos h¨²medos, por la emoci¨®n de mirarse. La pol¨ªtica de partidos, y los problemas que plantea en sus agendas, en ocasiones son formas de no mirarnos. Falta saber cu¨¢l ser¨¢ el siguiente paso. Es muy posible que no lo d¨¦ la clase pol¨ªtica, sin discurso, salvo el de la dignidad institucional, desde hace varias semanas. Es muy posible que lo vuelva a dar el 15-M, un movimiento muy imaginativo y con una idea clara: hay que ampliar la democracia para que en el siglo XXI pueda recibir ese nombre.
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