Las ratas de la tierra
Torneo cl¨¢sico donde los haya, probablemente el m¨¢s prestigioso y glamuroso del circuito, marco incomparable por su verde belleza... Pero ?por qu¨¦ a los espa?oles de mi generaci¨®n nunca nos gust¨® jugar ah¨ª? ?Era por la hierba, que siempre actu¨® en contra de nuestro patr¨®n de juego? ?O era que nuestro juego estaba en contra de la hierba? ?O hab¨ªa algo m¨¢s?
Creo que fue una combinaci¨®n de muchas cosas, aunque hay dos que se me antojan fundamentales:
Primera: no tuvimos un jugador del calibre de Nadal que nos abriera el camino y nos convenciera de que realmente ten¨ªamos posibilidades de llegar lejos en el torneo. En el deporte, el factor mental es important¨ªsimo y, si ves a alguien cercano con quien compartes entrenamientos y muchas horas al d¨ªa ganar el torneo, autom¨¢ticamente te convences de que esa superficie y ese torneo no son tab¨²s.
Los espa?oles nunca fuimos respetados a nivel de grupo. La percepci¨®n ha cambiado
Segunda: nunca fuimos respetados a nivel de grupo. Era muy habitual que alg¨²n espa?ol llegara all¨ª como top 10 y que se quedara fuera de los cabezas de serie simplemente porque ellos as¨ª lo decid¨ªan. Era el ¨²nico torneo que ten¨ªa la potestad de hacer eso y, obviamente, era algo que no nos gustaba.
El jugador espa?ol y el latino en general siempre ha portado el estigma de ser jugador de tierra batida, cosa que no estaba muy bien vista por esos lares, gan¨¢ndonos el bonito apodo de las ratas de la tierra, sin importar demasiado que, en mi caso por ejemplo, varios de mis mejores resultados fueran conseguidos en pista r¨¢pida o cubierta. Era un torneo conocido tambi¨¦n por sus numerosas e inc¨®modas tradiciones. Nombrar¨¦ solo algunas de ellas, en las que eran ¨²nicos. No te ven¨ªan a buscar al aeropuerto cuando llegabas, siendo el ¨²nico torneo del circuito en hacerlo. Otra es que era obligatorio no solo jugar de blanco la competici¨®n, sino tambi¨¦n los entrenamientos, y yo soy un poco despistado. Varias veces vinieron los de seguridad a echarme de la pista en medio del entrenamiento y no pod¨ªa proseguir hasta que encontrara a alguien que me prestara una camiseta blanca. El domingo del primer fin de semana no se juega nunca por tradici¨®n, dando igual que haya llovido tres d¨ªas seguidos y los partidos vayan con mucho retraso. La tradici¨®n manda.
Creo que la percepci¨®n del torneo hacia lo espa?ol ha cambiado mucho, en parte gracias a Nadal, y se han modernizado y adaptado a los cambios que exigen los tiempos actuales.
As¨ª y todo, asumo mi culpa por no haber encarado con la mentalidad necesaria las exigencias que requiere un torneo de semejante categor¨ªa, ya que no hay que olvidar la grandeza de Wimbledon.
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