El virus de la hierba
Nadal abre la pista central y arrolla a Russell espoleado por una superficie que premia su movilidad y hace sus tiros m¨¢s efectivos que en arcilla
La enfermedad escond¨ªa el guion con el que desentra?ar el laberinto de Wimbledon. En el origen del arrollador debut ayer de Rafael Nadal (6-4, 6-2 y 6-2 al estadounidense Michael Russell) estuvo el combate con una dolencia enraizada en la arcilla. La llam¨®, all¨¢ por 2006, "el virus de la tierra". La sintomatolog¨ªa, esa querencia por el control antes que por la agresividad, est¨¢ desde entonces en retirada. En el cuerpo de Nadal habita ahora otro veneno. Es el virus de la hierba. Una espuela en su juego: el c¨¦sped hace m¨¢s definitivos sus tiros, afila sus armas y premia su movilidad. Que le pregunten a Russell. Nadal le meti¨® 35 golpes ganadores en 1h 58m. "?Muchos!", dijo.
"Cuando golpeo bien, la derecha es m¨¢s efectiva aqu¨ª que en tierra", dice el n¨²mero uno, que jugar¨¢ ahora contra el norteamericano Ryan Sweeting; "con un golpe bien pegado da?as mucho al rival. Les pasa tambi¨¦n a Federer, Djokovic, Murray... Aqu¨ª, si estoy en una posici¨®n correcta, pego golpes ganadores desde muchos sitios de la pista. La opci¨®n de defensa muy poca gente es aqu¨ª capaz de hacerla".
"Aqu¨ª, si estoy en una posici¨®n correcta, pego golpes ganadores desde muchos sitios"
Esas frases tan sencillas esconden los arcanos de Wimbledon. Nadal hace m¨¢s con menos sobre hierba. Lo que en tierra son golpes de transici¨®n en c¨¦sped son golpes definitivos. Ayudan el bote bajo y la velocidad del piso. Eso, claro, favorece a todos los tenistas. Nadal, sin embargo, es ¨²nico en su aprovechamiento. Su especialidad es el encadenamiento de alturas y ritmos distintos. Nadie como el campe¨®n para enlazar la caricia y el l¨¢tigo: del rev¨¦s cortado pasa inmediatamente a una derecha de libro. Pocos como ¨¦l para explotar su t¨¦cnica y la biolog¨ªa: Nadal discute muchos puntos de break con un saque abierto, el sello de los zurdos, y un asalto a la red con la volea como destino.
"En el caso de Rafael", explica Jos¨¦ Perlas, el entrenador de Nicol¨¢s Almagro, "los tiros que en otro lugar quiz¨¢ tiene que remar, esos que tiene que preparar con dos o tres intercambios m¨¢s, aqu¨ª los logra recortar y, adem¨¢s, desde cualquiera de los dos lados [derecha y rev¨¦s]". "No es que est¨¦ c¨®modo", sigue; "su ¨¦xito, como el de otros, es ese: el esfuerzo, el compromiso y la ilusi¨®n".
"En hierba no sirven los mecanismos de tierra, la par¨¢bola de la pelota", coincide Francis Roig, que se ocupa de afinar el tenis del mallorqu¨ªn en su transici¨®n de la arcilla a la hierba; "debe jugar m¨¢s recto, flexionado y cerca del suelo. Seg¨²n pasan los d¨ªas, es capaz de adecuar el juego, de sacar rendimiento al efecto de su pelota, movi¨¦ndose de derecha, yendo m¨¢s arriba y restando m¨¢s adelantado. Usa m¨¢s el rev¨¦s cortado. Necesita impactar m¨¢s con la bola, tenerla m¨¢s tiempo en las cuerdas, sobre todo con el rev¨¦s. Hay que sentirlo".
Nadal lo siente todo en Wimbledon. Nunca como ayer, cuando el torneo celebr¨® su t¨ªtulo de 2010 permiti¨¦ndole que fuera el primero en competir en la central: "He sentido una gran emoci¨®n. Es fant¨¢stico ver esta pista fabulosa en perfectas condiciones. Agradezco al torneo que haya invitado a mis padres al palco real. No hay partido m¨¢s bonito para estar all¨ª: todo, impecable".
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