La guerra de las fronteras de Netanyahu
El furioso rechazo por parte de Benjam¨ªn Netanyahu de la propuesta del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, para que se utilicen las fronteras de 1967 como base para una soluci¨®n con dos Estados de la disputa palestino-israel¨ª -fronteras que calific¨® de "totalmente indefendibles"- refleja no solo la poca capacidad como estadista del primer ministro israel¨ª, sino tambi¨¦n su anticuada concepci¨®n militar.
En una ¨¦poca de misiles bal¨ªsticos y otras armas de destrucci¨®n a gran escala, y en la que el previsto Estado palestino deber¨¢ estar desmilitarizado, ?por qu¨¦ reviste una importancia tan decisiva para Israel tener a su Ej¨¦rcito "alineado a lo largo del r¨ªo Jord¨¢n"? ?Semejante dispositivo de seguridad es de verdad necesario? ?Por qu¨¦ no podr¨ªa desempe?ar esa tarea una fuerza internacional fiable? ?Y c¨®mo puede considerarse un activo estrat¨¦gico la presencia de centenares de asentamientos aislados y dispersos entre una poblaci¨®n palestina hostil?
El primer ministro de Israel deber¨ªa aceptar las premisas de la propuesta de Barack Obama
?C¨®mo puede considerar un activo estrat¨¦gico los asentamientos aislados y dispersos?
Antes de denunciar la idea de Obama, Netanyahu tal vez deber¨ªa haber estudiado las ense?anzas que se desprenden de la guerra de Yom Kippur de 1973 en los Altos del Gol¨¢n. Cuando comenz¨® la guerra, lo primero que el Ej¨¦rcito israel¨ª procur¨® fue la evacuaci¨®n de los asentamientos de la zona, que, como sab¨ªan los generales de Israel, pasar¨ªan a ser r¨¢pidamente una carga imposible para sus tropas y un obst¨¢culo para sus maniobras.
De hecho, la ¨²ltima guerra que Israel gan¨® "elegantemente" -como Netanyahu cree que se deben ganar las guerras- comenz¨® a partir de las fronteras de 1967, supuestamente "indefendibles".
No fue una casualidad. La ocupaci¨®n por Israel de tierras ¨¢rabes en aquella guerra y su posterior despliegue de fuerzas militares entre la poblaci¨®n ¨¢rabe de Cisjordania y cerca de las poderosas maquinarias militares de Egipto en el Sur y de Siria en el Norte, lo expusieron al terrorismo palestino en el Este. Al mismo tiempo, la ocupaci¨®n priv¨® al Ej¨¦rcito de Israel de la ventaja de disponer de las zonas desmilitarizadas que fueron la clave para la victoria de 1967 contra Egipto y Siria.
Para que las fronteras sean defendibles, primero deben estar legitimadas e internacionalmente reconocidas, pero Netanyahu no conf¨ªa en realidad en "los gentiles" para que le ofrezcan esa clase de reconocimiento internacional de las fronteras de Israel, ni siquiera cuando Estados Unidos lo respalda y nisiquiera cuando el Israel actual tiene los recursos militares m¨¢s potentes de todo Oriente Pr¨®ximo.
Netanyahu, hijo de un renombrado historiador que fue secretario personal de Zeev Jabotinski, el fundador de la derecha sionista, absorbi¨® desde su infancia la interpretaci¨®n hecha por su padre de la historia jud¨ªa como una serie de tragedias. La lecci¨®n era sencilla: no se puede confiar en los gentiles, pues la de Israel es una historia de traici¨®n y exterminio a manos de ellos. El ¨²nico remedio para nuestra fr¨¢gil existencia en la di¨¢spora estriba en el regreso a la tierra b¨ªblica de Israel. Nunca debemos confiar en nuestros vecinos ¨¢rabes: por eso, como predic¨® Jabotinski, la nueva naci¨®n israel¨ª debe erigir un Muro de Acero de poder jud¨ªo para disuadir a sus enemigos por siempre jam¨¢s.
Para ser justos, hemos de reconocer que esa filosof¨ªa existencial no era monopolio de la derecha. El legendario general Moshe Dayan, que naci¨® en un kibbutz socialista en las orillas del mar de Galilea, no era menos esc¨¦ptico sobre las probabilidades de coexistir con los ¨¢rabes. As¨ª lo expres¨®, con su proverbial elocuencia, en el paneg¨ªrico de un soldado ca¨ªdo en 1956: "No nos dejemos disuadir al ver el odio que est¨¢ embargando la vida de centenares de miles de ¨¢rabes que viven en torno a nosotros. No apartemos la vista para no debilitar nuestros brazos... Este es el destino de nuestra generaci¨®n, es nuestra opci¨®n vital, estar preparados y armados, fuertes y decididos, para que no nos arrebaten la espada de la mano y nos quiten la vida... Somos una generaci¨®n de colonos y sin el casco de acero y el fuego del ca?¨®n, no podremos plantar un ¨¢rbol y construir una casa".
Sin embargo, el mismo Dayan, quien en 1970 dijo que "las ¨²nicas negociaciones de paz son aquellas en las que nosotros colonizamos la tierra y construimos y nos asentamos y de vez en cuando vamos a la guerra", se vio obligado por la cruel realidad a reconocer que la mejor seguridad a la que pod¨ªa aspirar Israel era la basada en la paz con sus vecinos. M¨¢s adelante, lleg¨® a ser el arquitecto de una paz hist¨®rica con Egipto. Su libro ?De verdad estamos condenados a vivir gracias a la espada por siempre jam¨¢s?, se?al¨® la transformaci¨®n del soldado en estadista.
Para que Netanyahu pueda alguna vez encabezar una reconciliaci¨®n hist¨®rica con el pueblo palestino, debe comenzar haciendo suya una visi¨®n valiente y casi postsionista, reflejada en el paneg¨ªrico de Dayan de 1956. Plenamente consciente del amargo legado recibido por los desheredados palestinos a ra¨ªz de la guerra de 1948, Dayan se neg¨® a culpar a los asesinos. Al contrario, entendi¨® su "ardiente odio".
Lamentablemente, Israel tiene hoy un primer ministro con la mentalidad de un comandante de secci¨®n militar que, sin embargo, gusta de presentarse como un Churchill que lucha contra las fuerzas del mal empe?adas en destruir el Tercer Templo jud¨ªo.
Naturalmente, un gran dirigente debe tener siempre sentido de la Historia, pero, como dijo el fil¨®sofo franc¨¦s Paul Valery, la Historia, "la ciencia de las cosas que no se repiten", es tambi¨¦n "el producto m¨¢s peligroso que la qu¨ªmica del intelecto ha desarrollado jam¨¢s", sobre todo cuando lo manipulan los pol¨ªticos.
Menajem Begin, un halc¨®n predecesor de Netanyahu como primer ministro, tuvo en cierta ocasi¨®n la insolencia de decir al gran historiador Yaakov Talmon: "Respecto al siglo XX, yo soy m¨¢s experto que usted".
Talmon respondi¨® con La patria est¨¢ en peligro, art¨ªculo decisivo cuyas conclusiones son tan pertinentes hoy como en 1981. Mientras no se acabe la ocupaci¨®n, Israel no viva dentro de fronteras internacionalmente reconocidas y los palestinos no recuperen su dignidad como naci¨®n, la existencia del Estado jud¨ªo no estar¨¢ por fin asegurada.
Shlomo Ben Ami, exministro israel¨ª de Asuntos Exteriores y actual vicepresidente del Centro Internacional para la Paz de Toledo, es autor de Scars of war, wounds of peace: the israeli-arab tragedy (Cicatrices de guerra y heridas de paz. La tragedia ¨¢rabe-israel¨ª). ? Project Syndicate 1995-2011
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