El arte en 44 pasos y 12 toques
"Estoy seguro de que en una carrera sobre la misma distancia en una pista de atletismo Diego habr¨ªa quedado detr¨¢s de los cinco ingleses a los que dej¨® en el camino". Fernando Signorini, el preparador f¨ªsico que conoce mejor que nadie el cuerpo de Maradona, me dice tambi¨¦n que los 10,6s que Diego emple¨® para recorrer 52 metros en su golazo a Inglaterra de M¨¦xico 1986 ser¨ªan una afrenta en eventual competencia con Usain Bolt y su marca de 9,58s en los 100 metros. Por eso, Signorini se sorprende de que hoy, 25 a?os despu¨¦s, haya comentaristas que destaquen "la centelleante velocidad" de Diego en el que la FIFA premi¨® como el mejor gol en la historia de los Mundiales.
Para ganar, el atleta necesita correr a la mayor velocidad. El futbolista, en cambio, debe elegir la mejor velocidad de acuerdo a la jugada. Maradona, como apunta Signorini, supo cu¨¢ndo aplicar el freno, el enga?o y el manejo del tiempo y el espacio para dejar en el camino a medio equipo ingl¨¦s. E hizo m¨¢s. En sus 44 pasos y 12 toques de zurda al bal¨®n, tambi¨¦n se hizo tiempo para ver que Jorge Valdano arrastraba la marca de Terry Fenwick. Y para recordar que, cinco a?os antes, su hermano El Turco, que entonces ten¨ªa apenas siete, lo hab¨ªa criticado porque en una jugada similar de 1981, en Wembley, no amag¨® y el remate sali¨® afuera. "Todo lo que hacemos con los pies lo hemos de hacer antes con la cabeza", dijo alguna vez Alfredo Di St¨¦fano. Maradona, entonces, amag¨® hacia dentro y eligi¨® correr hacia fuera para burlar el ¨²ltimo obst¨¢culo, el arquero Peter Shilton, y definir de zurda con el cuerpo inclinado para evitar una embestida final.
Esos dos goles elevaron a Maradona al altar eterno. Y sirvieron para que el f¨²tbol argentino 'matara' al padre
Cuando frena su odio por La Mano de Dios, que Maradona hab¨ªa marcado cuatro minutos antes, Inglaterra debate si el seleccionador, Bobby Robson, no debi¨® haber destinado una marca individual a Diego para evitar ese segundo gol. Algunos invocan la nobleza de sus jugadores, que no apelaron a la falta. Pero Peter Reid, que ten¨ªa problemas en un tobillo, confes¨® que quiso desestabilizarlo empuj¨¢ndolo con un codo y lleg¨® tarde. Diego lo super¨® con un giro a ¨¦l y a Peter Beardsley. A partir de all¨ª, corri¨® casi recto con la ventaja del zurdo que arranca por la derecha. Con el factor sorpresa de su lado. Los ingleses deb¨ªan esperar su decisi¨®n. Terry Butcher, inevitable, se trag¨® el amago y el enga?o l¨ªcito de la gambeta. Y Fenwick, amonestado desde los nueve minutos por una entrada brutal a Diego, temi¨® la expulsi¨®n y se cruz¨® tarde. "?Genio! ?Genio! ?Genio!", grit¨® desbordado el relator V¨ªctor Hugo Morales. "La jugada de todos los tiempos... Barrilete c¨®smico... ?De qu¨¦ planeta viniste para dejar en el camino a tanto ingl¨¦s?".
En las tribunas del estadio Azteca, 114.583 espectadores fueron testigos de la obra de arte. Y tambi¨¦n de las peleas entre barras bravas argentinas y hooligans ingleses. La Guerra de Malvinas, de 1982, jug¨® su parte. En su filme Maradona by Kusturica, el cineasta serbio incluy¨® en la carrera del gol del siglo a Margaret Thatcher y al pr¨ªncipe Carlos. Esos dos goles ante Inglaterra, dice el escritor Eduardo Sacheri, profesor de Historia, elevaron a Maradona al altar eterno. Pero sirvieron tambi¨¦n para que el f¨²tbol argentino matara a su padre. Solo muerto el padre, escribi¨® Juan Sasturain, Argentina, que en el 78 hab¨ªa ganado en dictadura, celebr¨® por fin en democracia. Lionel Messi hizo en 2007 un gol casi calcado, acaso m¨¢s bonito, con t¨²nel incluido y cinco d¨¦cimas de segundo m¨¢s lento. Pero fue ante el Getafe en la Copa del Rey. No alcanza para acercarse al mito.
Ezequiel Fern¨¢ndez Moores es periodista argentino.
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