La paz, no la guerra
La figura del monarca de Marruecos ya no es sagrada. A simple vista, para muchos ciudadanos esto era una obviedad. Sin embargo, para Marruecos es un hecho hist¨®rico y un s¨ªntoma de que el pa¨ªs va hacia una modernizaci¨®n democr¨¢tica. Es simplemente un hombre coronado, ciertamente tendr¨¢ m¨¢s poderes que el jefe del Estado espa?ol, pero quedar¨¢ sometido a la voluntad de los hombres, que con el tiempo ser¨¢n miembros de los Parlamentos y tribunales que conforman la democracia.
No me parece, en absoluto, un mal momento cuando todav¨ªa suenan las bombas en Libia y en Siria la poblaci¨®n sigue muriendo en las calles. Creo que Naciones Unidas deber¨ªa tomar en consideraci¨®n el asunto sirio, porque las posibles alianzas que este pa¨ªs pueda hacer en la zona, nos podr¨ªan poner a las puertas de un nuevo conflicto b¨¦lico.
?Cu¨¢ndo aprenderemos que hacer la paz y no la guerra no es una simple frase bonita, sino una pol¨ªtica global.
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