"Todos los cuerpos son bellos"

"Champagne". Jean Monceau tiene un trato exquisito, habla un castellano excelente y es pausado, pero no duda sobre qu¨¦ quiere beber para acompa?ar la selecci¨®n de tapas que presentan una pl¨¦yade de cocineros que acumulan hasta seis estrellas Michelin en el certamen Men¨² Millesime en Feria Valencia.

Monceau es embalsamador, director de desarrollo del Instituto Franc¨¦s de Tanatopraxia. Su trabajo es de una intensidad poco habitual. Se desarrolla entre allegados abrumados por una p¨¦rdida abrupta y definitiva. "La familia te entrega el cuerpo de un ser querido para que lo toques. Hacemos nuestro trabajo con todo el coraz¨®n para que la piel se conserve fina y sus parientes puedan darle un ¨²ltimo besito. 'Est¨¢ m¨¢s guapo muerto que en vida', me dicen y, muchas veces, no quieren dejarme ir".

El embalsamador de Lady Di afirma que trabaja "en la frontera"

Visita Valencia con ocasi¨®n de Funermostra, un certamen dedicado a todos los aspectos de las pompas f¨²nebres. Ha dado una conferencia -"me relaja ense?ar"- para explicar c¨®mo su tarea es "purgar el cuerpo". "Extraemos la sangre del circuito venoso e inyectamos un l¨ªquido inerte en su lugar".

Las patatas con chorizo no le convencen. Pero celebra la zamburi?a con algas y s¨¦samo.

Monceau estudiaba medicina y se costeaba la carrera trabajando para los bomberos de Par¨ªs en los servicios de urgencias, el equivalente al SAMUR espa?ol. "Un d¨ªa sacamos a un ni?o de dos a?os ahogado en una ba?era. Un domingo por la tarde dejamos en el hospital a un joven de 18 a?os que se hab¨ªa matado con la moto. ?C¨®mo la gente puede sufrir tanto?".

"Si te jode el sufrimiento de la gente, me dijo el celador, ?por qu¨¦ no trabajas con los muertos?", recuerda. Y sentencia: "Ellos ya han dejado de sufrir". As¨ª empez¨®. Y hasta hoy. Ahora tiene 50 a?os.

Disfruta de la tortilla del siglo XXI. Y relata el caso que le dio notoriedad. En agosto de 1997, Lady Di falleci¨® en accidente de coche en Par¨ªs. "Me llam¨® el comisario de polic¨ªa y me pidi¨® que arreglara el cuerpo. Iba a verlo el presidente de la Rep¨²blica y el pr¨ªncipe Carlos, no pod¨ªamos dejarlo cubierto de hielo". Hizo su trabajo y, cinco a?os m¨¢s tarde, Scotland Yard le interrog¨® hasta tres veces alegando que "faltaba documentaci¨®n".

Revela que "la Iglesia dispone de magn¨ªficos embalsamadores, dos hermanos, que son capaces de garantizar que un cuerpo se mantendr¨¢ incorrupto".

Y, tal vez como reacci¨®n a la crudeza de su oficio, Jean Monceau afirma: "Es el coraz¨®n lo que mueve el mundo. Si eres querido, si amas, has ganado la vida. Nunca morir¨¢s porque nunca dejar¨¢n de quererte". Consume sorprendido la tapa de arroz con plancton marino. "?Son espinacas?".

El embalsamador nunca incinerar¨ªa a un ser querido. "Intelectualmente, entiendo que puede ser lo mejor, pero me costar¨ªa mucho ver el cuerpo de mi mujer agredido por las llamas".

Apenas prueba la cazuelita de fabada. Ha quedado a cenar despu¨¦s. Sostiene que trabaja "en la frontera". Que es imposible conocer el car¨¢cter de un muerto, "no te mira". Y concluye: "Nadie es feo ni gordo, ni flaco. Todos los cuerpos son bellos".