Un s¨ªntoma del futuro
La absoluci¨®n de Geert Wilders pone sobre la mesa una tan amplia como confusa madeja de argumentos pol¨ªticos, jur¨ªdicos y morales. Que Wilders es un islam¨®fobo est¨¢ fuera de toda duda. Su pol¨¦mico v¨ªdeo Fitna (Discordia) es una obra maestra de la manipulaci¨®n: abre con un Cor¨¢n en donde vemos la famosa caricatura del dan¨¦s Kurt Westergaard que representa a Mahoma con un turbante explosivo; sigue con la sura 8, verso 60 ("preparadles cualquier fuerza y calvario que pod¨¢is reunir para asestar terror en el coraz¨®n de los enemigos de Al¨¢"); y enseguida aparecen las im¨¢genes de los aviones impactando contra las torres gemelas en Nueva York seguidas de las explosiones y los gritos de terror en la estaci¨®n de Atocha. El resto es una recolecci¨®n de suras y declaraciones de imanes donde en nombre del islam se incita a una violencia extrema.
El mensaje de Wilders es claro: el islam es una violenta y nociva ideolog¨ªa religiosa que promueve la dominaci¨®n y el terror. Su estrategia no es emp¨ªrica: si lo fuera, ser¨ªa dif¨ªcil de acomodar en ella el hecho, primero, de que cientos de millones de musulmanes en todo el mundo vivan pac¨ªficamente su religi¨®n; segundo, de que hayan muerto m¨¢s musulmanes que cristianos a manos de Al Qaeda; y, tercero, de que los musulmanes holandeses, como cabr¨ªa esperar viendo Fitna, no parece que se hayan organizado masivamente en guerrilla urbana y sembrado el caos terrorista. M¨¢s bien al contrario, Holanda confirma la norma de la existencia dentro del islam de una minor¨ªa radicalizada dentro de una mayor¨ªa que vive su vida pac¨ªficamente, eso s¨ª, dentro de los confines de una cultura y religi¨®n que en ocasiones genera fricciones y problemas de convivencia. La estrategia de Wilders tampoco parece teol¨®gica pues el Antiguo Testamento est¨¢ plagado de pasajes donde en nombre de Dios se justifican todo tipo de atrocidades sobre individuos y poblaciones enteras.
Como tampoco parece que Wilders tenga como intenci¨®n promover un debate sereno, informado y racional acerca de los l¨ªmites de la tolerancia, la modernizaci¨®n del islam y la convivencia dentro de sociedades con diferencias preferencias culturales y religiosas (un debate necesario que s¨ª que podr¨ªa ser positivo) es evidente que su estrategia es buscar mediante la provocaci¨®n el generar aquella violencia que a posteriori justificar¨¢ sus declaraciones. De hecho, como ponen de manifiesto las decenas de personas que murieron como consecuencia de los disturbios que siguieron a la crisis de las vi?etas danesas, hay suficiente gente que ha demostrado que comparte la visi¨®n de Wilders del islam como un instrumento para el odio y la violencia. ?De verdad que el somal¨ª que intent¨® matar a Kurt Westergaard por la vi?eta del turbante-bomba no pens¨® que su argumento era algo tan endeble como: "Me ofende tanto que se diga que mi religi¨®n es violenta que te voy a matar por ello?".
Por tanto, aunque no se est¨¦ de acuerdo con la visi¨®n de Wilders, es evidente que la libertad de expresi¨®n ampara la cr¨ªtica a las religiones: la esencia de la tolerancia es precisamente la obligaci¨®n de aceptar aquellas cosas que nos disgustan, incluso las que nos ofenden en nuestras convicciones. Aunque est¨²pida e insensata provocaci¨®n, el que el pastor Terry Jones pudiera quemar en p¨²blico un Cor¨¢n y alardear de ello se debe precisamente a que en Estados Unidos la libertad de expresi¨®n ampara un acto tan ofensivo para millones de personas como la quema de su bandera. El problema, por tanto, no es tanto que Wilders tenga derecho como individuo a denostar al islam, que lo tiene, sino que su cr¨ªtica muy f¨¢cilmente lleva a considerar sospechosos de antemano a todos los que profesan una fe, en este caso el islam y, en consecuencia, a promover la adopci¨®n de medidas restrictivas de sus libertades sin otra justificaci¨®n que sus creencias religiosas. Es en ese punto en el que la libertad de expresi¨®n de Wilders comienza a cruzar algunas l¨ªneas rojas intolerables puesto que, claramente, su intenci¨®n es criminalizar ex ante a todo un grupo, no a los individuos que dentro de ese grupo cometan actos ilegales. Y como eso ya lo hemos vivido en Europa en el pasado y Wilders no es un individuo cualquiera sino alguien que ha logrado tener 25 de los 150 diputados del Parlamento de un pa¨ªs que en el pasado fue un modelo de tolerancia y respeto a los derechos humanos, hay derecho a preocuparse, y mucho.
Twitter @jitorreblanca
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