Chillida-Leku viaja a la Costa Azul
Con el museo donostiarra cerrado, el universo del artista se instala en la Fundaci¨®n Maeght, donde en los a?os cincuenta trabaj¨® con Giacometti, Mir¨® y Chagall
A principios de los a?os cincuenta, Aim¨¦e Maeght abri¨® las puertas de su galer¨ªa en Par¨ªs a un desconocido Eduardo Chillida (1924-2002) cuando ¨¦ste acababa de empezar su carrera. El artista donostiarra se convert¨ªa, as¨ª, en el m¨¢s joven que expon¨ªa en el prestigioso local. Toda una vida de amistad y de complicidad art¨ªstica ha transcurrido desde entonces. M¨¢s de medio siglo despu¨¦s, la Fundaci¨®n Maeght, un espectacular paraje anclado en la localidad de Saint-Paul de Vence, en las cercan¨ªas de Niza, vuelve a homenajear al escultor con una rica retrospectiva que abrir¨¢ sus puertas al p¨²blico ma?ana.
De esta forma se produce una especie de rescate de la obra del artista vasco, en cierto modo oscurecida por el cierre del Museo Chillida-Leku, en San Sebasti¨¢n. Un cierre, por cierto, para el que la propia familia Chillida y las instituciones p¨²blicas (Gobierno Vasco, Diputaci¨®n de Guip¨²zcoa y Ministerio de Cultura, b¨¢sicamente) siguen buscando soluci¨®n... por ahora sin resultados.
Hierro, hormig¨®n, madera y tierra son los protagonistas de esta retrospectiva
"El tiempo pasa y es peligroso", dice la familia sobre el tema de Chillida-Leku
La Fundaci¨®n Maeght ha reservado el grueso de su particular espacio para dar cabida a unas 180 obras, repartidas entre esculturas y grabados. Unas 70 de entre ellas proceden del propio Chillida-Leku, otras 28 de colecciones particulares y el resto de los fondos propios de la fundaci¨®n y de la familia Maeght.
Aunque la muestra lleva gest¨¢ndose dos a?os, el hecho de que coincida con los ecos del cierre -el pasado mes de enero- del Museo Chillida-Leku, le da un relieve especial. "Esta es una forma de afirmar nuestra fidelidad a la obra de Chillida, uno de los mayores artistas del siglo XX, al hombre y a su familia. Pero es tambi¨¦n una forma de dar a conocer a un artista que el p¨²blico no conoce lo suficiente", se?alaba ayer Isabelle Maeght, nieta de Aim¨¦e y Marguerite, creadores de la Fundaci¨®n.
Desde la misma entrada a los jardines de la mansi¨®n, varias grandes esculturas de Chillida, la mayor¨ªa de hierro, dialogan con las de Mir¨® y con las de Calder, dos de los artistas con los que el creador vasco sol¨ªa coincidir cuando veraneaba en la Fundaci¨®n y a los que le un¨ªa una relaci¨®n de gran complicidad. Aunque el grueso de la exposici¨®n se desarrolla por las dependencias interiores, donde arranca con la llegada del artista a Par¨ªs en 1948. All¨ª pasaba horas Chillida visitando las salas del Museo del Louvre admirando las esculturas griegas, una inspiraci¨®n recalcada en sus primeras esculturas, como su Torso de 1948.
Pero Chillida volvi¨® r¨¢pidamente al Pa¨ªs Vasco, en 1951, donde sinti¨® la necesidad de "desaprenderlo" todo. A lo largo de la muestra, el recorrido recuerda que el escultor absoluto del hierro no se cans¨® de experimentar con diferentes materiales como la madera, la tierra y el hormig¨®n. Aunque sin duda su material de predilecci¨®n sigui¨® siendo el hierro. "El trabajo de la forja le ha fascinado por la materia y por el espacio, pero tambi¨¦n por el sonido, el ruido del martillo por ejemplo era m¨²sica a¨¦rea para ¨¦l", explic¨® Ignacio Chillida, comisario de la exposici¨®n.
Desde las primeras obras de Eduardo Chillida se intuye su voluntad de esculpir no solo la materia, sino tambi¨¦n el espacio. Otro tema recurrente, que reaparece de principio a fin, es lo que su hijo Ignacio describe con una sonrisa como "la lucha contra la gravedad, contra Newton": desde las mesas de forja alzadas sobre tres pies hasta las gravitaciones, su invenci¨®n personal que desarrolla a partir de los a?os 80, y en la que superpone papeles atados por peque?os hilos, que cuelgan como levitando de dos cables finos. La exposici¨®n reserva tambi¨¦n un espacio a las obras p¨²blicas del artista, dado la importante plaza que ocupan en su carrera. Es el caso del Peine del Viento de San Sebasti¨¢n, del que se muestran varias maquetas de estudio. Tambi¨¦n pueblan esta ambiciosa retrospectiva algunos de los homenajes que el artista realiz¨® a lo largo de toda su carrera a amigos y personalidades admiradas, tales como Balenciaga, Kandinsky o Juan Gris.
Durante la inauguraci¨®n de la muestra, Ignacio Chillida tambi¨¦n habl¨® del futuro de Chillida-Leku, e indic¨® que la familia siempre se ha mostrado dispuesta a negociar, siempre y cuando mantenga su derecho a decidir sobre el futuro del Museo. "Pero est¨¢ pasando el tiempo y es peligroso, nosotros tenemos que seguir trabajando", advierte. "Si no llegamos a ning¨²n acuerdo, tendremos que pensar en otras soluciones", se?al¨®, "y estas alternativas abarcan desde hacer un museo en el extranjero hasta prestar las obras que tenemos a museos del mundo entero, ya que son muchos los que nos lo reclaman". "Nuestro ¨²nico objetivo", a?adi¨®, "es que las obras se vean". Al menos hasta mediados de noviembre, casi 200 de ellas poblar¨¢n el m¨¢gico refugio art¨ªstico de los Maeght cerca de la Costa Azul.
El emotivo retorno a un peque?o para¨ªso creativo
- Los bosques y las praderas de Saint-Paul de Vence, cerca de Niza, no son un lugar escogido al azar por la familia de Eduardo Chillida para una de las retrospectivas m¨¢s importantes del escultor vasco. El t¨ªtulo de la muestra, Lugar de reencuentro, est¨¢ cargado de simbolismo en un momento clave en el que el Museo Chillida-Leku vive sus horas bajas tras el cerrojazo que dio el pasado 1 de enero por d¨¦ficit econ¨®mico. Los herederos del artista viven con "una inmensa emoci¨®n" el regreso de su obra al lugar donde vivi¨® una de las ¨¦pocas "m¨¢s enriquecedoras y emocionantes de su vida art¨ªstica y humana", reconocen.
- La Fundaci¨®n Maeght es un lugar clave en la trayectoria del escultor. "La retrospectiva nos brinda la oportunidad de revivir los lazos de amistad que siempre han existido entre la familia Maeght y la nuestra", afirma Ignacio Chillida, hijo del artista fallecido en 2002, quien trabaj¨® desde 1977 cerca de este peque?o pueblo en el taller del ceramista Hans Espinner, donde Chillida elaboraba en sus hornos las lurras, unas tierras chamotadas que se coc¨ªan y se mol¨ªan muy finamente. As¨ª encontr¨® un material que molde¨® en grandes bloques escult¨®ricos y con el que el artista cre¨ªa "sentir la potencia y el peso de la expresi¨®n art¨ªstica".
- Chillida vivi¨® en los a?os cincuenta rodeado de artistas como Giacometti, Chagall, Mir¨® y Calder, entre otros. Se reun¨ªan en un id¨ªlico paraje donde adem¨¢s de trabajar, viv¨ªan, re¨ªan y disfrutaban del arte. As¨ª se gener¨® un lugar de encuentro creativo donde adem¨¢s de ser compa?eros de fatigas muchos se hicieron grandes amigos. "Mi padre coincid¨ªa con Mir¨® y eran muy amigos. Cada uno trabajaba en sus cosas pero a la hora de comer y por las noches se encontraban", recuerda Ignacio. "Maeght era un lugar excepcional: no era com¨²n que una galer¨ªa ofreciera tantos medios para crear y convivir".
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