"A veces me miro al espejo en busca de un halo de santo"
Es de admirar el aplomo profesional con el que Daniel Br¨¹hl finge creerse la impostada ignorancia de la joven. Ella afecta un inter¨¦s espont¨¢neo por el treinta?ero del Bar Raval, en Berl¨ªn-Kreuzberg, como si sus ojos como platos no reconocieran al protagonista de Good bye, Lenin! o Inglorious Basterds. Media hora despu¨¦s emprende un segundo asalto y lleva la farsa al punto de preguntarle su nombre. Tras responder con un "me llamo Daniel" digno del m¨¢s enternecedor de sus personajes, Br¨¹hl la despacha delicadamente asegurando que estamos "muy ocupados debatiendo un proyecto de hosteler¨ªa".
No es que mienta, de eso nada. Ha consagrado buena parte de la hora larga que viene durando la cena a hablar de la comida que sacan las camareras del Raval, el bar restaurante con el que Br¨¹hl -nacido en 1978 en Barcelona, hijo de padre alem¨¢n y madre espa?ola- y sus tres socios quieren apuntalar en Berl¨ªn la aqu¨ª incipiente pr¨¢ctica espa?ola de comer tapas. "La comida", exclama el hostelero en un arrebato, "es lo ¨²nico que merece la pena".
El actor de 'Good bye, Lenin!' cree que su rostro le condena a hacer de bueno
Sin embargo, la intervenci¨®n de la admiradora lo saca a la fuerza del papel de empresario gastron¨®mico en su propio "Bar de Tapas", como rotulan en castellano. ?Esto es lo que pasa cuando se es una estrella? Br¨¹hl, que es un hombre inquieto, se retuerce un poco en la silla y razona sobre la futilidad del concepto de "estrella", sobre su terminante desinter¨¦s por tal distinci¨®n y, un poco contradictoriamente, sobre la improbabilidad de que un europeo llegue al verdadero estrellato. "Como mucho, lo ser¨¢ Javier Bardem".
Las mejores actuaciones de Daniel Br¨¹hl en la pantalla son "gente normal", similar al tipo amable que charla con una joven admiradora como si se creyera que ella no sabe con qui¨¦n est¨¢ hablando o como si no lo supiera ¨¦l mismo. Se percibe menos soberbia que curiosidad guasona y quiz¨¢s sorpresa en la actuaci¨®n de Br¨¹hl ante los inoportunos avances de la muchacha. ?Le pasan cosas as¨ª a menudo? "No", r¨ªe, "pero no tengo queja de mi efecto sobre las mujeres, como tampoco la ten¨ªa cuando no sal¨ªa en la tele".
Cuanto m¨¢s baja la botella de vino blanco mallorqu¨ªn, m¨¢s audaces y m¨¢s graciosas se tornan las versiones que ofrece sobre el "tipo normal" Daniel Br¨¹hl. Resultan impublicables sus socarroner¨ªas sobre algunos medios que lo han desacreditado alegando que su bar contribuye al encarecimiento de los alquileres en la zona.
Acabada la cena y ante una nueva ronda de vino, Br¨¹hl deja cualquier tentaci¨®n dram¨¢tica para lucir sin recato sus dotes c¨®micas. Imita a Quentin Tarantino, entre otros directores, ironiza sobre algunas pel¨ªculas propias que ha sido "incapaz de ver ni en v¨ªdeo" y, en un tic bastante com¨²n entre actores, remeda algunos gestos de su interlocutor. Tambi¨¦n se regodea un buen rato mof¨¢ndose de su propia figura p¨²blica y los papeles de buen chico a los que todav¨ªa le "condena" su cara. Sonr¨ªe: "A veces me miro al espejo buscando un halo de santo o algo as¨ª". Cae la magn¨ªfica tarde primaveral en la terraza cuando nos sacan el ¨²ltimo gin-tonic.
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