Alberto lleva su boda a la calle

Las comparaciones son odiosas y a la vez inevitables. Dos meses despu¨¦s de la boda de Guillermo y Catalina en Londres llega ahora la de Alberto de M¨®naco y Charlene Wittstock en M¨®naco, que se celebrar¨¢ los d¨ªas 1 y 2 de julio. Sus protagonistas son conscientes de que parangonar¨¢n una y otra. El propio Alberto lo ha admitido p¨²blicamente en una entrevista concedida esta semana a varios medios internacionales.

-?Cu¨¢l ser¨¢ recordada como la boda del siglo, la suya o la de los duques de Cambridge?

-Todo el mundo intenta comparar los dos eventos, pero esto no es el Campeonato del Mundo de las Bodas. Estuvimos en el enlace de Guillermo y Catalina y nos gust¨® mucho, fue un d¨ªa muy hermoso y nuestra boda tambi¨¦n ser¨¢ hermosa, pero... diferente.

El matrimonio consolidar¨¢ el futuro del principado y avivar¨¢ su turismo

El programa de actos, los contrayentes, los invitados, los escenarios... nada m¨¢s lejos de la pompa, el boato y tambi¨¦n el sentimiento que acompa?¨® a los ahora duques de Cambridge con los fastos preparados en M¨®naco. La Oficina de Turismo del Principado organiza de la boda: nada mejor que un evento as¨ª para promocionar las excelencias de la zona.

Alberto, de 53 a?os, se casa con Wittstock, de 33, tras una larga relaci¨®n de casi una d¨¦cada en la que la novia ha demostrado saber esperar. No era f¨¢cil que el pr¨ªncipe se decidiera a dar el paso, aunque sab¨ªa que lo ten¨ªa que dar para consolidar el futuro del peque?o Principado. Por eso Wittstock ech¨® mano de sus t¨¢cticas de nadadora experimentada y esper¨® con paciencia su momento. Hace cinco a?os se instal¨® en M¨®naco, desde hace tres vive en el palacio de los Grimaldi y desde hace uno luce en su mano un espectacular anillo de prometida.

Cuando los consejeros de monse?or le convencieron de que su enlace no pod¨ªa esperar m¨¢s porque deb¨ªa nacer un heredero que consolidara la dinast¨ªa, la maquinaria se puso en marcha. Solo hace falta ojear estos d¨ªas las decenas de reportajes que est¨¢n apareciendo en todas las revistas del mundo para ver la evoluci¨®n de la novia. Qu¨¦ lejos ha quedado esa chica de espalda ancha, musculada, vestida con ropa deportiva que andaba con paso torpe. La nueva Charlene sigue teniendo rasgos de nadadora, pero el equipo de estilistas de Giorgio Armani ha hecho de ella una esbelta dama que se pasea con elegancia por los salones de palacio. Dicen, adem¨¢s, que el bistur¨ª ha ayudado a corregir lo que no lograron las dietas y los tratamientos.

Wittstock se muestra feliz de haber llegado donde est¨¢. Qui¨¦n iba a decirla que dejar¨ªa Sud¨¢frica y su vida sencilla de deportista para convertirse en la sucesora de Grace Kelly. Precisamente su parecido ha jugado a su favor. Raniero busc¨® esposa en Hollywood y hall¨® a Kelly, y Alberto lo ha hecho en el mundo del deporte, donde ¨¦l tambi¨¦n se mueve, y ha elegido a Wittstock. En ambos casos los matrimonios llegan por la necesidad de asegurar el futuro del Principado, siempre amenazado con ser fagocitado por Francia.

Pero la futura princesa evita hablar de Grace y busca en su cu?ada Carolina el modelo a seguir. "Me voy a inspirar en la princesa Carolina, uno de los miembros m¨¢s importantes de esta familia y que durante a?os ha ejercido a la perfecci¨®n el papel de primera dama". M¨¢s vale tener a Carolina a favor que en contra, y si no que se lo pregunten a Estefan¨ªa, enemistada con su hermana durante media vida. Carolina en su d¨ªa vio con buenos ojos ejercer de primera dama, pero siempre pensando en que su hijo Andrea ser¨ªa el sucesor en el Principado. Sin embargo una vez que el vividor pr¨ªncipe dej¨® claro que lo suyo eran las vacaciones eternas y las fiestas, la hermana mayor de Alberto decidi¨® apoyar a Wittstock. Durante este ¨²ltimo a?o, Carolina, instalada en M¨®naco tras la separaci¨®n de Ernesto de Hannover -nunca admitida por sus protagonistas-, ha seguido muy de cerca la formaci¨®n de su futura cu?ada. A su favor hay que destacar la habilidad de la reci¨¦n llegada para saber entenderse tanto con Carolina como con Estefan¨ªa.

Si la de Londres fue una boda de catedral y palacios, esta lo es de plazas y calles. Alberto ha querido que su matrimonio sea celebrado por todo el mundo, de ah¨ª que haya optado por decir "S¨ª, quiero" al aire libre en el patio del palacio principesco, para despu¨¦s llevar a la iglesia de San Devota el ramo de la novia. Adem¨¢s habr¨¢ dos ceremonias. El d¨ªa 1, Alberto y Charlene contraer¨¢n matrimonio en el palacio de los Grimaldi, en una ceremonia civil a la que asistir¨¢ solo la familia, pero que se podr¨¢ seguir a trav¨¦s de las pantallas gigantes que se instalar¨¢n en las calles. Despu¨¦s, el nuevo matrimonio se reunir¨¢ con los monegascos para compartir un buf¨¦ al aire libre, confeccionado a base de platos mediterr¨¢neos y tambi¨¦n sudafricanos en honor a la novia.

El s¨¢bado a las cinco de la tarde ser¨¢ el gran d¨ªa de la pareja. Charlene se convertir¨¢ en su alteza seren¨ªsima, en princesa, en duquesa de Valentinois, marquesa de Baux y condesa de Carlades, como fue en su d¨ªa la princesa Grace. Lo har¨¢ delante de un pu?ado de representantes de las casas reales de todo el mundo, que siempre han visto con cierto recelo el Principado y sus avatares familiares, y ante millones de espectadores que se sentar¨¢n ante el televisor para so?ar con cuentos de princesas. Charlene ha cumplido el suyo.