La paz en Andoain
Ane Carrere es alcaldesa de la localidad de Andoain. Se present¨® a las elecciones encabezando la lista de Bildu, la candidatura abertzale heredera de Herri Batasuna que goza de la simpat¨ªa de ETA.
Andoain es un pueblo donde ETA ha asesinado a siete personas en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Personas cuyo com¨²n denominador era el de ser espa?olas. Entre esas v¨ªctimas hab¨ªa dos muy significativas: el periodista Jos¨¦ Luis L¨®pez de la Calle y el polic¨ªa municipal Joseba Pagazaurtundua.
A las elecciones municipales se han presentado candidatos del PP y del PSOE. Dos de ellos son Asunci¨®n Guerra y Jos¨¦ Luis Vela, que gozan de protecci¨®n policial porque ETA les ha amenazado con sufrir el mismo destino que ellos: el tiro en la nuca.
En Euskadi no hay que consolidar la paz. La lucha es por la libertad, y le queda un rato por llegar
Bildu, y por tanto la alcaldesa de Andoain, todav¨ªa no ha pedido a ETA que se disuelva ni que deje de matar. Ni Bildu ni su organizaci¨®n antecesora han hecho ning¨²n gesto que permita intuir que se pide perd¨®n por las v¨ªctimas causadas por el terrorismo y aplaudidas por su entorno.
Si se juntan todos los datos, alg¨²n lector suspicaz podr¨ªa llegar a la conclusi¨®n de que los concejales espa?oles de Andoain se la juegan cuando acuden a su puesto.
La alcaldesa ha impedido que los dos concejales de partidos espa?oles (y democr¨¢ticos) pasen a las instalaciones municipales con sus guardaespaldas. ?Por qu¨¦? Es muy sencillo, porque ella asume lo que pueda pasar, asume su seguridad. Lo que quiera decir que la asume no lo sabemos del todo: ?est¨¢ segura de que no corren ning¨²n riesgo? ETA no se ha disuelto, no ha anunciado que deja de matar. Entonces, ?c¨®mo se atreve la alcaldesa a asumir eso? Dado que no hay ning¨²n nexo probado, seg¨²n el Tribunal Constitucional, entre Bildu y ETA, no puede tener la menor seguridad de que no les va a pasar nada. O sea, que la asunci¨®n de responsabilidades queda, en realidad, en la nuca de los dos concejales a los que no se deja ser escoltados. Y la alcaldesa, eso s¨ª, se puede llevar un disgusto por haberse equivocado.
As¨ª est¨¢ ahora mismo el Pa¨ªs Vasco. Los concejales de los partidos espa?oles son amenazados por la calle, como lo fue el representante popular en Elorrio cuando impidi¨® con su voto que Bildu se quedara con la alcald¨ªa. El beneficiado fue el PNV, pero el PNV no ha ido a Andoain a protestar por la decisi¨®n de la alcaldesa ni a Amurrio a afear la brutal conducta de los electos de Bildu y sus electores.
As¨ª est¨¢ ahora el Pa¨ªs Vasco. Nos complace leer que Txeroki, uno de los m¨¢s certeros asesinos de la banda, hace un gesto tan humano como declarar que la lucha armada no procede ahora. O sea, que procedi¨®. Lo que quiere decir que puede pasar que proceda de nuevo. Y en ning¨²n caso quiere decir que aquellos casi mil asesinatos han sido muertes injustas, criminales y muestras de lo peor que ha elaborado el ser humano, con Hitler, con Mil¨®sevic o con otros nacionalistas m¨¢s cercanos.
Asunci¨®n Guerra y Jos¨¦ Luis Vela, como muchos otros cientos de dem¨®cratas espa?oles, reciben cada d¨ªa noticias as¨ª. Quienes les amenazan por la calle pero ahora afirman que no quieren que les maten, gobiernan en una disparatada cantidad de municipios. Y su obligaci¨®n, porque as¨ª lo deseamos en Barcelona, en Madrid y en muchos otros lugares de Espa?a, es sonre¨ªr y afirmar que la paz est¨¢ m¨¢s cerca.
La paz. Han ganado, por el momento al menos, los discursos de quienes han hecho la guerra. Nos hemos dejado aplastar por el mentecato mensaje de que all¨ª, en el ¨²ltimo reducto del nazismo social en Europa, en Euskadi, lo que hace falta es consolidar la paz.
Y la lucha no era por la paz. La lucha era por la libertad. La paz es lo que consigui¨® Franco. La libertad lo que conseguimos a su muerte. Una diferencia gigantesca entre una cosa y otra.
Tienen raz¨®n los bondadosos, como Jes¨²s Eguiguren y otros, que han trabajado por la paz, en que est¨¢ cercana la renuncia de ETA. Pero tenemos que saber que si su discurso y su trabajo dan los frutos que esperan (ya les sali¨® una vez mal, con la T-4), si consiguen esa paz, la libertad todav¨ªa no habr¨¢ llegado a Euskadi.
A Jos¨¦ Luis Vela y Asunci¨®n Guerra la alcaldesa les va a perdonar la vida cada d¨ªa. Les queda mucho tiempo de mirar debajo de su coche, de comprobar que nadie les sigue y de poder decir en un bar, en voz alta, lo que piensan sin jugarse un botellazo en la cabeza. Claro que del botellazo al tiro en la nuca hay una gran diferencia. Del primero a veces se sale con vida.
Andoain es hoy un pueblo en el que la paz est¨¢ garantizada por su alcaldesa. A la libertad le queda un rato para llegar.
Jorge M. Reverte es periodista y escritor.
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