El agujero
Anteayer, en la interesante secci¨®n de Psicolog¨ªa de El Pa¨ªs Semanal, sali¨® un art¨ªculo sobre el duelo de Xavier Guix, El dolor de las despedidas. Y estaba muy bien, pero de alg¨²n modo me pareci¨® que no se acercaba al agujero. Como si el autor no hubiera vivido todav¨ªa una p¨¦rdida de suficiente importancia. Ya la vivir¨¢. Por desgracia, casi todos los humanos tenemos que pasar, antes o despu¨¦s, por algo as¨ª. Es curioso: la muerte de alguien querido se percibe como algo excepcional, cuando en realidad es lo m¨¢s normal del mundo. Es tan com¨²n, en fin, que por eso pens¨¦ en escribir este art¨ªculo. Para poner algunas palabras en el silencio.
Porque lo primero que se puede decir del duelo es que es mudo. Que no tienes manera de expresarlo. Puede que influya el hecho de que nuestra sociedad oculta la muerte, pero tambi¨¦n creo que el verdadero dolor es inefable. As¨ª que el deudo calla y el entorno presiona. Con la mejor de las intenciones, hablan por ti, te dan consejos, te ordenan que llores en las primeras semanas y luego te prescriben que ya no llores m¨¢s. Yo he actuado as¨ª, he cometido todos estos errores con amigos en duelo: pido disculpas. Pero el propio deudo tambi¨¦n se exige demasiado. Ves pasar los d¨ªas y las cosas no se recolocan. ?Estar¨¦ tarado?, te dices; ?ser¨¦ incapaz de recuperar la normalidad? Quiz¨¢ sea ese el error, precisamente: lo que t¨² llamas normalidad no existe m¨¢s. Hay que reconciliarse con otra realidad (otra normalidad) que siempre llevar¨¢ el agujero del ser querido. La pena por su p¨¦rdida no es una enfermedad de la que curarse, o sea que hazte a la idea: nunca dejar¨¢s de echarlo de menos. Pero el escozor de su ausencia no impide volver a ser feliz, e incluso muy feliz, pese al agujero. Porque el desconsuelo tambi¨¦n forma parte de la vida, y porque a?orar a tus muertos es una manera de llevarlos contigo.
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