Cuando fueron reyes
Karpov y Kasparov relatan su hist¨®rica rivalidad en 'Informe Robinson'
"La rivalidad entre Anatoli Karpov y Gary Kasparov es una de las m¨¢s grandes no solo en la historia del ajedrez, sino en la de cualquier deporte". Quien as¨ª habla es Leontxo Garc¨ªa, experto y entusiasta del ajedrez, y una de las personas con m¨¢s capacidad para analizar a los dos jugadores que hicieron de su enfrentamiento una de las im¨¢genes caracter¨ªsticas de los ochenta. El sexag¨¦simo cumplea?os, el pasado 27 de mayo, del ahora catedr¨¢tico de Econom¨ªa de la Universidad de Mosc¨², Karpov, sirve para que Informe Robinson ('La doble K. Historia de una rivalidad' se emite esta noche en Canal +, a las 22.00) repase un duelo que mantuvo en vilo primero a la Uni¨®n Sovi¨¦tica, y m¨¢s adelante, a todo el planeta. La supremac¨ªa intelectual de dos conceptos de lo que deb¨ªan ser Rusia y el mundo estaba en juego.
Solo en torneos mundiales jugaron 144 partidas. 500 horas cara a cara
Uno era un jugador cl¨¢sico, al otro le gustaba 'matar' a sus rivales
Cual partida de ajedrez, son los propios Karpov y Kasparov los que durante el reportaje, en vez de movimientos, van intercambiando frases, recuerdos, an¨¦cdotas. Son ellos los que reconstruyen aquellos a?os en los que vivieron el uno para y contra el otro.
Cuesta pensar en un enfrentamiento tan agotador como aquella lucha que mantuvieron durante el periodo final de la guerra fr¨ªa. Solo en campeonatos del mundo disputaron 144 partidas. Unas 500 horas frente a frente. Dice Karpov que aquella pelea "no se repetir¨¢ jam¨¢s". Y lo justifica Kasparov de la siguiente manera: "Probablemente fue un momento muy singular en la historia del ajedrez. Cuando dos jugadores est¨¢bamos tan por encima de los dem¨¢s".
El tiempo ha pasado. Los discursos de Karpov y Kasparov son amables incluso cuando el recuerdo les conduce a heridas que aunque ya no duelen siguen sin cerrar. Fue la pelea de dos generaciones, de dos estilos, de dos ideolog¨ªas. De dos mundos.
De acuerdo con las verdades establecidas, la semejanza entre Anatoly Karpov y Gary Kasparov acaba en la sonoridad de sus apellidos. En cuanto a estilo, Karpov fue el jugador acad¨¦mico, que esperaba agazapado y a la defensiva su oportunidad de hacer da?o cuando atisbaba una rendija en su rival. Kasparov, en cambio, era el ajedrecista exuberante que no aceptaba jam¨¢s las tablas, y que se lanzaba a la conquista del adversario desde el primer movimiento. "Karpov era un jugador cl¨¢sico. A Kasparov le gustaba matar a sus rivales", dice Yuri Averbakh, el gran maestro internacional vivo de m¨¢s edad, que fue ¨¢rbitro en el primero de sus cinco duelos por el t¨ªtulo mundial. Pero con todo, esta no era la m¨¢s atractiva de sus diferencias.
Para entender la circunstancia de Karpov, nacido en los Urales, en Zlatoust, hay que detenerse en el primer jugador capaz de desposeer a la URSS de un t¨ªtulo que hab¨ªa sido suyo durante d¨¦cadas. El estadounidense Bobby Fischer, una de esas leyendas que trascienden lo meramente deportivo, destroz¨® a cuanto sovi¨¦tico se le puso por delante, incluido el campe¨®n Spassky, en 1972. El elegido para devolver la gloria y restablecer el honor mancillado hab¨ªa de ser el joven que hab¨ªa ganado con claridad a sus compatriotas, hijo de una familia de trabajadores y ejemplo del perfecto sovi¨¦tico... Pero Karpov adquirir¨ªa, en cambio, el rango de jugador melanc¨®lico, ese que conquista el campeonato porque su enemigo no quiere medirse con ¨¦l: el de Chicago se neg¨® a sentarse al tablero (en el reportaje se apuntan varias teor¨ªas explicativas), y Tolia se convirti¨® en campe¨®n mundial sin mover un pe¨®n en 1975.
El primero de sus duelos oficiales en campeonato del mundo se suspendi¨®, en 1984, entre circunstancias extraordinarias. Un esc¨¢ndalo que mereci¨® portadas en la prensa estadounidense, y que inici¨® el crescendo de acusaciones entre Karpov y Kasparov, a partir de aquel entonces, enemigos irreconciliables durante mucho tiempo.
Informe Robinson repasa aquellos duelos y sus an¨¦cdotas, adem¨¢s de los tres que se jugaron m¨¢s tarde (uno de ellos, en Sevilla). Se detiene en la oportunidad de desquite de Karpov en el memorable torneo de Linares de 1994, en las biograf¨ªas, las diferencias en preparaci¨®n, la perspectiva pol¨ªtica y hasta la actitud vital de dos personalidades irreconciliables... O puede que no tanto.
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