La 'excepci¨®n marroqu¨ª' en las revueltas ¨¢rabes
Mientras las revueltas sacud¨ªan el mundo ¨¢rabe en el invierno de 2011, la clase pol¨ªtica marroqu¨ª no se sinti¨® afectada por el viento de libertad que barr¨ªa la regi¨®n.
La legitimidad din¨¢stica del monarca y las reformas emprendidas desde el final de la d¨¦cada de los noventa le garantizaban que pod¨ªa sentirse a salvo de la din¨¢mica reivindicativa.
Cuando sucedi¨® a su padre en julio de 1999, Mohamed VI adopt¨®, en principio, la continuidad de las reformas iniciadas por su padre. Este hab¨ªa modificado el terreno pol¨ªtico al integrar a una oposici¨®n socialista que hab¨ªa vivido durante mucho tiempo ignorada por la monarqu¨ªa y a los islamistas del Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD).
Mohamed VI impulsa una reforma de la Constituci¨®n que no satisface las expectativas de la calle
El nuevo texto incluye derechos humanos e igualdad entre hombre y mujer
Este r¨¦gimen de "alternancia" hab¨ªa permitido garantizar la rotaci¨®n de las clases dirigentes y, al mismo tiempo, dar legitimidad al poder mon¨¢rquico, al que confer¨ªa, con unos retoques "modernizadores", el aspecto de una monarqu¨ªa constitucional.
La alternancia permiti¨® a Hassan II redefinir la funci¨®n mon¨¢rquica y reafirmar su papel de pieza clave en un juego pol¨ªtico cuyas reglas segu¨ªa definiendo ¨¦l y en el que ¨¦l serv¨ªa de ¨¢rbitro de los conflictos entre actores pol¨ªticos rivales. El consenso superficial que hab¨ªa hecho posible la aprobaci¨®n de la reforma constitucional de 1996 mostraba que el rey segu¨ªa siendo la ¨²nica fuente real de poder en el pa¨ªs.
Mohamed VI asegur¨® la continuidad de este esquema de apertura pol¨ªtica e intent¨® prolongarlo y darle el aspecto de una transici¨®n. Pero la imagen de un pa¨ªs en la vanguardia del mundo ¨¢rabe, que todas las capitales occidentales aplaud¨ªan, no impidi¨® que, en este invierno de 2011, la calle marroqu¨ª se manifestara para exigir "cambios pol¨ªticos profundos" y el fin de la corrupci¨®n.
El rey se mostr¨® dispuesto a escuchar a los manifestantes, que se movilizaron por primera vez el 20 de febrero, y el 9 de marzo anunci¨® una "reforma constitucional global" elaborada por una comisi¨®n ad hoc, que se someter¨ªa al voto del pueblo el 1 de julio. El objetivo esencial del proyecto es restablecer el equilibrio en el reparto de poder dentro del Ejecutivo, reforzando al mismo tiempo el poder del jefe de Gobierno y el del Parlamento, lo que supone, como es l¨®gico, una reducci¨®n de los poderes del rey.
La principal innovaci¨®n de este nuevo texto constitucional est¨¢ en la designaci¨®n de un primer ministro que ya no estar¨¢ nombrado por el rey sino que saldr¨¢ de la formaci¨®n pol¨ªtica que obtenga la "primera posici¨®n" en las elecciones legislativas. Mohamed VI explica que, con este cambio, "el poder ejecutivo emanar¨¢ del pueblo".Otro dato nuevo es la representaci¨®n de los marroqu¨ªes que viven en el extranjero en el Parlamento. El objetivo es vincularlos a la vida pol¨ªtica de su pa¨ªs.
Y, m¨¢s all¨¢ de los aspectos institucionales, ahora figuran en el texto de la Constituci¨®n cuestiones importantes como los derechos humanos, la presunci¨®n de inocencia, la lucha contra la discriminaci¨®n, la igualdad entre hombre y mujer, la libertad de opini¨®n, el derecho al acceso a la informaci¨®n y la designaci¨®n del bereber como segunda lengua oficial.
No obstante, pese a estos cambios anunciados, si nos fijamos en las prerrogativas del rey, resulta dif¨ªcil de creer que su poder vaya a reducirse, porque, aunque ya no est¨¢ definido en un art¨ªculo de la Constituci¨®n, est¨¢ diluido entre varias disposiciones. El soberano sigue siendo la m¨¢xima autoridad en las competencias reales de la defensa, la diplomacia y la seguridad interior. Sigue siendo el jefe del Ej¨¦rcito y quien acredita a los diplom¨¢ticos.
En el plano religioso, a partir de ahora, un hecho sorprendente: el Consejo de los Ulemas est¨¢ consagrado en la Constituci¨®n. El rey conserva su t¨ªtulo de Comendador de los Creyentes y sigue siendo la primera autoridad religiosa del pa¨ªs. Su persona es inviolable, aunque el concepto de sagrado se sustituye por el del respeto que se le debe.
?Hasta qu¨¦ punto se puede hablar de "nuevo juego de equilibrios entre los poderes", si se tiene en cuenta el papel fundamental de la monarqu¨ªa en esta nueva ordenaci¨®n constitucional? ?C¨®mo podemos pensar que este nuevo texto consagra la soberan¨ªa nacional como ¨²nica fuente del poder ejecutivo?
En realidad, si bien la idea de la modificaci¨®n de la Constituci¨®n con el fin de reequilibrar los poderes es encomiable, lo que plantea problemas es la manera de hacerlo. Como en otras ocasiones, nos encontramos con una monarqu¨ªa que "ofrece" reformas, que inicia el cambio, que pone en pr¨¢ctica la alternancia. Es decir, que decide el momento, el aspecto y el contenido de las reformas que otorga. Interviene incluso en la respuesta que desea obtener, a trav¨¦s de la consulta en refer¨¦ndum del 1 de julio. ?Acaso no recalc¨® Mohamed VI, al terminar su discurso, el s¨ª con el que ¨¦l pensaba pronunciarse?
De esa forma, el rey se presenta como un rey ciudadano, un ciudadano que vota, un rey reformador que propone reducir sus propias prerrogativas. Esta confusi¨®n de papeles se ha considerado durante mucho tiempo como un rasgo del particularismo marroqu¨ª, y es lo que ha ocultado el contenido de las reformas y su aplicaci¨®n.
En su discurso del 17 de junio, en el que present¨® el texto constitucional, estableci¨® claramente el tono, al recordar que el proceso que conduce a la monarqu¨ªa parlamentaria no es una concesi¨®n suya sino que se ha elaborado "en perfecta comuni¨®n con todas las fuerzas vivas de la naci¨®n". Es decir, se trata, como en otras ocasiones, de un consenso renovado y un nuevo pacto entre el trono y el pueblo, que dejan de lado a todos los que no se adhieran a ¨¦l.
Una vez m¨¢s, estamos ante unos efectos publicitarios y una escenificaci¨®n de la modernidad pol¨ªtica sin fundamento real, dados los poderes del rey, las zonas de sombra, las imprecisiones y la dificultad de aplicar algunas de las medidas anunciadas, como pasa con la relativa a la igualdad entre hombres y mujeres.
Adem¨¢s, la principal modificaci¨®n, que afecta al primer ministro salido de las elecciones, solo tiene sentido si la votaci¨®n es libre y transparente y se desarrolla en un clima de competencia entre varias opciones pol¨ªticas. En cuanto a las libertades individuales y los derechos humanos, lo que importa, m¨¢s que el texto, es su aplicaci¨®n. El cambio m¨¢s profundo estar¨¢ en el comportamiento pol¨ªtico de las ¨¦lites marroqu¨ªes, no en unas disposiciones incluidas en la Constituci¨®n.
Por ahora, tanto en la forma como en el contenido, la reforma constitucional propuesta se inscribe en la apertura concedida por la monarqu¨ªa, una apertura dosificada y controlada, que parec¨ªa envidiable en un mundo ¨¢rabe inm¨®vil, pero hoy se queda muy por debajo de las exigencias de una calle que ha comprendido que las libertades y el Estado de derecho se arrancan en una negociaci¨®n entre una sociedad civil hoy llena de fuerza, y un poder que tiene problemas para reanimar un modo de gobierno envejecido y desfasado en el contexto ¨¢rabe.
Khadija Mohsen-Finan es polit¨®loga en la Universidad de Par¨ªs VIII. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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