La estrategia de Virginia
No se conformaron con su realidad y quisieron escribir para enriquecerla. No lo tuvieron f¨¢cil y quisieron escribir para denunciarlo. Escribieron buena ficci¨®n y escribieron bien sobre c¨®mo escribirla. Cuatro a?os antes de su manifiesto de la mujer escritora, Una habitaci¨®n propia, Virginia Woolf (1882-1941) sacaba a la luz El lector com¨²n (1925), colecci¨®n de art¨ªculos sobre literatura y escritura que coincidi¨® en las librer¨ªas con la que public¨® Edith Wharton (1862-1937), Escribir ficci¨®n, que devino una l¨²cida teor¨ªa de la novela que podr¨ªa leerse a la luz de su contrapunto masculino Aspectos de la novela (1927), de E. M. Forster, y de On Writing (1978), el tratado narratol¨®gico que, ya en su senectud, public¨® Eudora Welty (1909-2001), protegida de la autora de relatos Katherine Anne Porter (1890-1980) y compa?era de generaci¨®n de las sure?as Carson McCullers (1917- 1967) y Flannery O'Connor (1925-1964), hermanas de prosa de Faulkner y persuadidas Virginias de ultramar; una contribuci¨®n ineludible a la po¨¦tica de la ficci¨®n en el periodo de entreguerras de la Vanguardia, el cine (en blanco y) negro, los Bugatti y el charlest¨®n, y sugestivo complemento a la hora de encarar la lectura de La edad de la inocencia (1920), novela con la que Wharton, suerte de Isadora Duncan de la literatura, glamurosa y cosmopolita, gan¨® el Pulitzer despu¨¦s de haber deslumbrado ya con Est¨ªo (1917), reeditado ahora por Impedimenta, la historia de Charity Royal, mujer entre la rebeld¨ªa y el fatalismo que no parece personaje de ficci¨®n, sino una nueva Virginia (o una Edith Wharton de papel), que trabaja en una biblioteca y se dir¨ªa que utiliza las letras como armas de liberaci¨®n. No existe duda de que as¨ª las manej¨® Ana?s Nin en sus Diarios, m¨¢s de 35.000 p¨¢ginas de impudor, perturbaci¨®n y revolucionaria intimidad convertidas en literatura visceral -"soy una artista Quiero superar Los ni?os terribles de Cocteau. Quiero superar El bosque de la noche de Djuna Barnes"- entre veranos con el apol¨ªneo Lawrence Durrell e infiernos con el dionisiaco Henry Miller.
El impresionante 'Diario' (1927) de Katherine Mansfield es uno de estos testimonios pioneros de primera magnitud
Jean Rhys contribuy¨® a la lenta y tortuosa consolidaci¨®n del estatuto de la mujer escritora
En la l¨ªnea de aquel art¨ªculo imprescindible de la Woolf acerca de la ficci¨®n de vanguardia, 'La narrativa moderna', recogido en El lector com¨²n, Wharton habla de t¨¦cnica, de Proust y de "nuevos novelistas" que ya no se conforman con "contar la realidad con pelos y se?ales" como los realistas, y abona el terreno para que mujer y narrativa no remitan ya m¨¢s en el diccionario a la voz 'bohemia' para tratar de profesionalizar un oficio que no era tal sino una huida hacia delante para Zeldas, Rhyses o Djunas, cargando de razones a otras Virginias de ultramar que tambi¨¦n quisieron dar fe de su lucha silenciosa por alcanzar cierta naturalidad en su circunstancia de mujer y artista. El impresionante Diario (1927) de Katherine Mansfield (1888-1923), prologado por Virginia Woolf y rese?ado en su d¨ªa en The New Yorker por Dorothy Parker (1893-1967), la papisa neoyorquina del Algonquin Hotel y la era del jazz, es uno de estos testimonios pioneros de primera magnitud, como lo fueron ya sus primeros cuentos, reunidos en En una pensi¨®n alemana (1911), que Espuela de Plata ha reeditado este a?o, y tambi¨¦n lo son 'El sue?o que florece (Notas sobre la escritura)', en torno a la intimidad y el subconsciente en el proceso creativo, y los dem¨¢s art¨ªculos que componen 'El mudo' y otros textos de Carson McCullers, la autora de El coraz¨®n es un cazador solitario, compa?era de Katherine Anne Porter y de la inmensa Flannery O'Connor en Yaddo, m¨ªtica colonia de escritores de Saratoga Springs y, como ellas y Eudora Welty, estudiante de m¨¢sters y talleres de escritura creativa, nueva prueba irrefutable de la ineludible voluntad de la mujer de tratar de profesionalizar su escritura en un entorno hostil.
Jean Rhys (1890-1978), la autora del cl¨¢sico El ancho mar de los Sargazos (1966), la protegida de Ford Madox Ford que fue adicta al alcohol y a la desafecci¨®n, y vedette de vodevil, contribuy¨® a la lenta y tortuosa consolidaci¨®n del estatuto de la mujer escritora con su autobiograf¨ªa p¨®stuma, Una sonrisa, por favor (1979) -"tengo que escribir. Si dejo de escribir mi vida ser¨¢ un rotundo fracaso", confiesa-, pero sobre todo con sus ficciones, entre las que no ocupan un lugar menor sus nouvelles, recogidas ahora por Lumen en Una vida sin ti. A su ejemplo se suman, desplegados a lo largo del siglo XX, el de Karen Blixen tratando de reinventarse en Isak Dinesen a trav¨¦s de la ficci¨®n narrativa (Alfaguara acaba de publicar sus Cuentos reunidos); el de Willa Cather (1873-1947), la autora de Mi Antonia (1918), ese soberbio texto pionero de la autoficci¨®n y la memoria inventada, de la que N¨®rdica acaba de editar El caso de Paul, reinstaurando el lenguaje cotidiano en la prosa de ficci¨®n y escribiendo asimismo, en On Writing (1949), acerca de la traves¨ªa del desierto de la mujer narradora, como ya hab¨ªa hecho Gertrude Stein (1874-1946), autora de la jugosa, tramposa y perversa Autobiograf¨ªa de Alice B. Toklas (1933), y benefactora de Hemingway y Picasso, en How to Write (1931), y como har¨¢ Eudora Welty m¨¢s tarde en la citada On Writing; el de Natalia Ginzburg, confesando de forma t¨¢cita en Las peque?as virtudes que la tierra prometida de la mujer escritora estaba a¨²n lejos, o el de Nadine Gordimer deshaciendo la madeja de su condici¨®n de mujer y de escritora en las conferencias Charles Eliot Norton publicadas en Escribir y ser.
Evas de tinta y en muchos sentidos hijas de Virginia Woolf en su condici¨®n de escritoras de prosa de ficci¨®n que tambi¨¦n reivindican su habitaci¨®n propia, que luchan por su oficio y reflexionan sobre ¨¦l, que escriben a la vez que problematizan la escritura escribiendo acerca de ella desde la perspectiva de la mujer, en fin, que sembraron la simiente que luego permiti¨® que la obra de Marguerite Duras, Patricia Highsmith, Muriel Spark (1918-2006), de la que acaba de traducirse Las se?oritas de escasos medios (1963) -?precisamente una f¨¢bula acerca de las mujeres que luchan por abrirse camino en la vida!-, o Carmen Mart¨ªn Gaite floreciera con una aparente normalidad, y que narradoras contempor¨¢neas como Alice Munro, Toni Morrison o Margaret Atwood escriban ficci¨®n recordando a la vuelta de cada p¨¢rrafo lo que esta ¨²ltima denomin¨® la maldici¨®n de Eva en un art¨ªculo c¨¦lebre recogido en el volumen hom¨®nimo que Lumen public¨® en 2006, y que no es m¨¢s que la en¨¦sima vuelta de tuerca a aquella frase de la Woolf en Una habitaci¨®n propia, "os pido que gan¨¦is dinero y teng¨¢is una habitaci¨®n propia", y es que todav¨ªa, como escribi¨® all¨ª Atwood, "en esta sociedad es m¨¢s dif¨ªcil ser mujer escritora que hombre escritor". Todas las narradoras que conviven en esta p¨¢gina, mientras posan para un retrato de Modigliani, Jawlenski, Hopper o Tamara de Lempicka, subrayar¨ªan la frase con sus plumas de trazo grueso y su mejor pulso; confiemos en que todas las que las sucedan la tachen por obsoleta.
. Traducci¨®n de Celia Filipetto. Lumen. Barcelona, 2011. 429 p¨¢ginas. 22,90 euros Una sonrisa, por favor.
Traducci¨®n de Catalina Mart¨ªnez Mu?oz. DeBolsillo. Barcelona, 2011. 194 p¨¢ginas. 8,95 euros. Diario II. 1934-1939.
Traducci¨®n de Enrique Murillo. RBA. Barcelona, 2011. 464 p¨¢ginas. 24 euros (electr¨®nico: 16,94). Est¨ªo.
. Traducci¨®n de Diana Falc¨®n Z¨¢s. Impedimenta. Madrid, 2011. 216 p¨¢ginas. 13,50 euros. Escribir ficci¨®n.
. Traducci¨®n de Amelia P¨¦rez de Villar. P¨¢ginas de Espuma. Madrid, 2011. 172 p¨¢ginas. 16 euros. En una pensi¨®n alemana.
Traducci¨®n de Vicente Corbi. Espuela de Plata. Sevilla, 2011. 154 p¨¢ginas. 16 euros. El caso de Paul.
. Traducci¨®n de Aurora Echevarr¨ªa. N¨®rdica Libros. Madrid, 2011. 72 p¨¢ginas. 8 euros.
Flannery O'Connor. Brad Gooch. Traducci¨®n de Aurora Echevarr¨ªa. Circe. Barcelona, 2011. 485 p¨¢ginas. 24 euros. Novelas. Flannery O'Connor. Traducci¨®n de Celia Filipetto. Lumen. Barcelona, 2011. 429 p¨¢ginas. 22,90 euros. Una sonrisa, por favor. Jean Rhys. Traducci¨®n de Catalina Mart¨ªnez Mu?oz. DeBolsillo. Barcelona, 2011. 194 p¨¢ginas. 8,95 euros. Diario II. 1934-1939. Ana?s Nin. Traducci¨®n de Enrique Murillo. RBA. Barcelona, 2011. 464 p¨¢ginas. 24 euros (electr¨®nico: 16,94). Est¨ªo. Edith Wharton. Traducci¨®n de Diana Falc¨®n Z¨¢s. Impedimenta. Madrid, 2011. 216 p¨¢ginas. 13,50 euros. Escribir ficci¨®n. Edith Wharton. Traducci¨®n de Amelia P¨¦rez de Villar. P¨¢ginas de Espuma. Madrid, 2011. 172 p¨¢ginas. 16 euros. En una pensi¨®n alemana. Katherine Mansfield. Traducci¨®n de Vicente Corbi. Espuela de Plata. Sevilla, 2011. 154 p¨¢ginas. 16 euros. El caso de Paul. Willa Cather. Traducci¨®n de Aurora Echevarr¨ªa. N¨®rdica Libros. Madrid, 2011. 72 p¨¢ginas. 8 euros.
G¨®tica, cat¨®lica, grotesca, genial
La espl¨¦ndida biograf¨ªa de Brad Gooch retrata a una Flannery O'Connor inv¨¢lida y confinada en su finca Andalusia, entre pavos reales y libros de Joyce, Mauriac y Malamud, de G¨®gol, Virginia Woolf, Conrad o Poe, y a la vez universal porque sus cuentos y sus novelas Sangre sabia (1952) y Los violentos lo arrebatan (1960) -s¨®rdidos, ir¨®nicos e inspirados en un Sur fundamentalista y vetusto del que surge la belleza moral de su arte, erigido sobre las ruinas de una civilizaci¨®n fracasada- se codeaban con Hemingway, Steinbeck o Greene. Con lo que ella misma denomin¨® sintaxis monocil¨ªndrica escribi¨® soberbios textos claustrof¨®bicos y decadentes que, cuando la enfermedad le impidi¨® sentarse ante su m¨¢quina de escribir, tuvieron que ser compuestos mentalmente. Tr¨ªo de ases del Sur: Capote la idolatr¨®; ella despreci¨® a McCullers; McCullers idolatr¨® a Capote.
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