Rubalcaba / Rajoy
El debate del estado de la naci¨®n puso de manifiesto una vez m¨¢s las limitaciones de quienes hoy desempe?an los papeles de presidente del Gobierno y de jefe de la oposici¨®n. Zapatero estuvo brillante en las r¨¦plicas, es un buen parlamentario, pero a estas horas su credibilidad es m¨ªnima y por ello perdi¨® el debate. Nadie se puede creer a estas alturas que sus medidas -"reformas"- han sido siempre acertadas y que ganamos puestos en el ranking de las potencias econ¨®micas europeas. Incluso cometi¨® alg¨²n desliz, ya que la autocr¨ªtica no es lo suyo, al mencionar lo dif¨ªcil que hubiera sido "pinchar la burbuja inmobiliaria". Un contrincante h¨¢bil le hubiera sacado los colores advirtiendo que si se dio cuenta y no puso remedio entre 2004 y 2008, su incapacidad como gestor quedaba probada. Pero Rajoy es todo lo contrario de un contrincante h¨¢bil. Su discurso puede ser comparado a un martillo pil¨®n bien construido que frase a frase intenta aplastar al adversario, sin matiz alguno, y tal vez eso funciona a medias dada la actual situaci¨®n de ZP, pero es poca cosa para alguien que dice estar en condiciones de sacar a Espa?a de la crisis. Am¨¦n de que no es muy ¨¦tico reprochar al presidente recortes en pensiones y salarios que ¨¦l realizar¨ªa de forma m¨¢s radical. En el PP tratan de salvar el escollo aduciendo que no toca a Rajoy ofrecer soluciones ahora. Pobre excusa: si las tiene, el inter¨¦s general deber¨ªa prevalecer y de paso nos enterar¨ªamos de la calidad de su oferta como futuro presidente.
Si Rajoy tiene soluciones, el inter¨¦s general deber¨ªa prevalecer y de paso nos enterar¨ªamos de su oferta
Sin duda es este punto d¨¦bil sobre el que va a golpear una y otra vez Rubalcaba en el periodo preelectoral, a favor tambi¨¦n de la rigidez mental del pol¨ªtico gallego. La ¨²nica dificultad aqu¨ª para el candidato reside en su propensi¨®n a pasar de la iron¨ªa, buen terreno para marcar distancias, al sarcasmo, que provoca reflejos defensivos e incluso solidaridad con "la v¨ªctima" si no va acompa?ado de una argumentaci¨®n suficiente. Los golpes de Rubalcaba son secos y propician esta desviaci¨®n. Tanto m¨¢s costosa cuanto que en cambio es muy superior a su adversario en el terreno elegido por este con frecuencia del "sentido com¨²n", dirigido a conectar con el ciudadano medio. Rubalcaba tiene una notable habilidad para presentar en palabras y en gestos sus planteamientos como razonables, por encima de las ideolog¨ªas. En cambio, Rajoy rezuma conservadurismo; por eso tiende a elaborar un discurso de consolidaci¨®n de las posiciones de sus seguidores, limitando as¨ª su proyecci¨®n sobre el centro.
Rubalcaba es astuto y paciente, cualidades que explican su ¨¦xito en una cartera dif¨ªcil como Interior. El tratamiento de la cuesti¨®n del 15-M ha sido buena prueba de ello, por contraste con su hom¨®logo catal¨¢n. Tiene adem¨¢s un buen sentido para abordar problemas que inciden sobre la opini¨®n, y esto le distingue claramente de alg¨²n otro ministro del actual Gobierno. Le queda por demostrar que es capaz de plantear iniciativas, de alcance general o sobre temas cruciales, de explicarlas y sostenerlas. No es aceptable su propensi¨®n a rechazar o eludir cualquier pregunta de la prensa que le resulta inc¨®moda, por no hablar de su seca prepotencia si se digna contestar (ejemplo, la r¨¦plica al "ya" de Gonz¨¢lez).
M¨¢s all¨¢ de los contenidos, ser¨ªa buen ejemplo de ello todo el tema de la legalizaci¨®n de Bildu. Formalmente puso en marcha y apoy¨® la ilegalizaci¨®n, para luego celebrar la sentencia y blindarla m¨¢s all¨¢ del l¨®gico acatamiento, seg¨²n muestra la resoluci¨®n del Congreso. En ella la protecci¨®n de los dem¨®cratas viene acompa?ada de menciones en apariencia fuera de caso, una al TC, otra impl¨ªcita nada menos que a los votos recibidos por Bildu, los cuales nada dicen sobre su condici¨®n de coalici¨®n democr¨¢tica o asociada con ETA, de ilegalizaci¨®n entonces necesaria. Claro que PP, UPN y UPyD se pasaron en sentido contrario, abriendo desde ya la v¨ªa para la ilegalizaci¨®n, cuando bastaba con exigir rigurosamente el cumplimiento de la ley sobre el rechazo a ETA. Si a eso sumamos la cr¨ªptica alusi¨®n de Rubalcaba al tema, diciendo que las cosas pudieron hacerse mejor, queda abierto un amplio abanico de interpretaciones, entre ellas la de un doble juego. Solo falta para la confusi¨®n que el previsible comunicado de ETA celebrando la situaci¨®n y refrendando la v¨ªa pol¨ªtica triunfante, lo interprete como el anuncio de su final, ignorando que sigue a la espera hasta el momento en que el Estado espa?ol rechace "el derecho a decidir" del pueblo vasco. Apuesto a favor.
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