Contador empieza ya a ganar el Tour
El espa?ol le recorta 8s a Andy Schleck en el Muro de Breta?a, una cuesta de dos kil¨®metros donde se queda a 20cm del triunfo de etapa
Hay salidas desconcertantes que, sin embargo, anuncian perfectamente lo que va a suceder horas despu¨¦s muy lejos de all¨ª. Ocurri¨® ayer, un d¨ªa tan bueno como otro cualquiera para empezar a ganar el Tour del lema m¨¢s bella ser¨¢ la victoria, que, como todo el mundo sabe, consiste, como en una competici¨®n con h¨¢ndicap, en regalar m¨¢s de minuto a los principales rivales en el fin de semana inicial para luego ¨ªrselo quitando poco a poco en las 19 etapas restantes.
En la base de submarinos de Lorient, bajo la lluvia, inesperada, todos lloran, las calles resbaladizas por las flores de casta?o ca¨ªdas. Los corredores miran aprensivos al cielo, voyeurs inc¨®modos tras los vidrios oscuros de los autobuses, refugiados con un caf¨¦-leche condensada en la mano. Gorka Gerrikagoitia y sus chicos del Euskaltel calculan mentalmente, resignados, cu¨¢ntos d¨ªas de territorio hostil les quedan hasta que lleguen las carreteras amigas de sus fugas, de su estilo, qu¨¦ piezas de abrigo ponerse de salida, ?chaleco y manguitos? ?Chubasquero?
"Me gusta la lluvia", dijo Contador antes de la salida. "Habr¨¢ que hacer algo en el muro"
Tambi¨¦n sonr¨ªen los belgas, confiados en que Gilbert no iba a tener rival
Todos vieron salir al espa?ol en lo m¨¢s duro, pero a todos les dej¨® de piedra
Volvi¨® a la carga a 300 metros, con un 'sprint' que Evans pudo remontar
En Breta?a, dicen, llueve, como llueve siempre en Galicia o en el Pa¨ªs Vasco. Contador, entonces, baja un segundo del autob¨²s. Mira a la prensa empapada y compungida. Sonr¨ªe. "Me gusta la lluvia", dice. "Habr¨¢ que hacer algo en el muro". Podr¨ªa haber a?adido que Breta?a le inspira, que en estas carreteras onduladas y duras, entre r¨ªas y por carreteras azotadas por el viento, ya gan¨® cuando ten¨ªa 19 a?os (hace ya nueve, pues) un maillot blanco de mejor joven en el Ruban Granitier, lo que ahora es la Vuelta a Breta?a. Tambi¨¦n podr¨ªa haber dicho que estos d¨ªas de verano cargados la lluvia limpia la atm¨®sfera de alerg¨®genos, que respira mejor, que se olvida de la alergia.
Tambi¨¦n sonr¨ªen los belgas, claro, los que viven todo el a?o bajo cielos grises, los que no distinguen estaciones -como dicen tambi¨¦n en Breta?a, solo tienen dos estaciones, el invierno y el 15 de agosto-, los que celebran que Philippe Gilbert, su Gilbert, el ganador seguro del muro, cumple 29 a?os. Piensan que no tiene rival, que los que le pueden hacer sombra en una llegada como esta -dos kil¨®metros de cuesta, el primer kil¨®metro al 10%, el segundo al 3%- no est¨¢n ni se les espera. Hablan de los ausentes, de Valverde, de Purito, de Sagan, de Rebellin. Por eso, a?aden, desde el 14 de abril Gilbert lo gana todo.
Imposible el contrapi¨¦, lo inesperado, despu¨¦s de lo de Tropea -aquella cuesta de Calabria, aquella emboscada, en la que Contador, del que dudaban, dej¨® plantados a los pegadores italianos-, no hubo, no pod¨ªa haber, efecto sorpresa. Todos esperaban a Gilbert y a Contador, y tambi¨¦n a Evans, el ansioso australiano que solo estaba a un segundo del l¨ªder, el pesado Hushovd.
Todos los vigilaban tan intensamente como ellos a s¨ª mismos. Todos, pues, vieron salir a Contador a kil¨®metro y medio de la cima, en lo m¨¢s duro, en equilibrio precario sobre su bicicleta, pues al ponerse de pie le resbalaba la rueda trasera privada de peso. A nadie le deber¨ªa haber sorprendido, pero a todos les dej¨® de piedra. A Gilbert el primero, que le sigui¨® en sus arrancadas sin pensar que poco a poco le llevaba a terrenos desconocidos, que poco a poco le iba dejando sin aliento para nada, a ¨¦l, al rey de la anaerobiosis. A Vinok¨²rov y a Evans tambi¨¦n, a dos habituales tipos r¨¢pidos, duros, para llegadas as¨ª. A Vinok¨²rov le dej¨®, como a Gilbert, sin fuerzas; a Evans, pez en el agua, estuvo a punto incluso de ganarle la etapa.
Volvi¨® a la carga Contador a 300 metros, lanzando un sprint largu¨ªsimo que Evans remont¨® con facilidad, pero Contador -obstinado, como todo el mundo sabe, fuerte de nuevo- fue a por ¨¦l. Por 20 cent¨ªmetros, Contador, que tras el golpe de ri?¨®n al verse con m¨¢s velocidad que Evans pens¨® que hab¨ªa ganado y levant¨® el pu?o para bajarlo r¨¢pido, como avergonzado, no gan¨® la etapa, lo que habr¨ªa dado car¨¢cter de d¨ªa redondo al estreno armoricano, en el coraz¨®n de su querida Breta?a.
Los sorprendi¨® a todos su ataque anunciado, los desnud¨®, pero m¨¢s que a nadie a Andy Schleck, quien, como Gesink, perdi¨® 8s en los ¨²ltimos metros. El pretendiente se perdi¨® (lleg¨® el 23?: el puesto dice m¨¢s que el tiempo, incluso) como pudo comprobar su hermano Fr?nk, uno de los nueve que aguant¨® los tirones del Contador que convirti¨® una cuesta en un puerto, y que desesperado miraba para atr¨¢s al cruzar la meta buscando al hermano peque?o, que ya solo aventaja en 1m 30s a Contador, el margen de seguridad que se concede el luxemburgu¨¦s de cara a la contrarreloj final. Pero queda tanto... Quedan todos los puertos de verdad, claro.
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