La democracia, en peligro
En la presentaci¨®n del informe sobre la democracia de la Fundaci¨®n Alternativas, su directora, Bel¨¦n Barreiro, sintetiz¨® las fortalezas y las debilidades de la democracia espa?ola. Las cuatro buenas noticias ser¨ªan la calidad de los procedimientos democr¨¢ticos, con elecciones libres y limpias, y procesos legislativos homologados; la buena convivencia entre grupos sociales, a pesar de los intentos de algunos de excitar las bajas pasiones xen¨®fobas; la estabilidad de los Gobiernos, y un buen nivel de protecci¨®n social en materia de sanidad. Las cuatro malas noticias ser¨ªan la p¨¦rdida de poder ciudadano frente a los poderes no representativos; la corrupci¨®n, que coloca a Espa?a por encima de Italia y Grecia, pero lejos de Dinamarca y Suecia, los dos pa¨ªses mejor valorados en Europa; el distanciamiento entre los partidos pol¨ªticos y la ciudadan¨ªa, y la falta de cooperaci¨®n entre los actores p¨²blicos.
El mismo d¨ªa en que se present¨® este anuario, el cartel de las agencias de riesgo se lanzaba contra Portugal, provocando la irritaci¨®n de las autoridades europeas e incitando una nueva vor¨¢gine especulativa. Un ejemplo m¨¢s de algo que la crisis ha puesto en evidencia: las democracias est¨¢n amenazadas por la impotencia del poder pol¨ªtico ante el poder financiero y sus sat¨¦lites. Los mercados funcionan cuando est¨¢n bien regulados. Esta crisis nos ha dado una evidencia emp¨ªrica m¨¢s de la incapacidad de los mercados de regularse eficientemente por s¨ª solos. Pero la pol¨ªtica no consigue poner l¨ªmites a los mercados financieros. Y ya dijo en su d¨ªa Karl Polanyi que cuando el poder econ¨®mico se impone al poder pol¨ªtico, el fascismo acaba llamando a la puerta.
Esta situaci¨®n de sumisi¨®n del poder pol¨ªtico a las exigencias de los mercados est¨¢ da?ando enormemente la democracia. Cuando los pol¨ªticos elegidos democr¨¢ticamente se desdicen de sus propuestas para plegarse a las exigencias de los mercados, la democracia queda herida en el punto m¨¢s sensible: la legitimidad. La gente deja de confiar en sus representantes en la medida en que ven que no se deben a ellos, sino al dinero. Todos sabemos de la tensi¨®n entre la democracia (fundada sobre el principio de igualdad pol¨ªtica) y el capitalismo (donde el que gana se lo lleva todo). La democracia es viable mientras esta tensi¨®n es real, mientras los Gobiernos son capaces de roturar el espacio de lo posible frente a las pretensiones nihilistas del poder financiero. Cuando los Gobiernos son impotentes -y ahora lo son-, la democracia corre el riesgo de convertirse en un simple decorado. No s¨¦ si habr¨ªa sido bueno para la econom¨ªa del pa¨ªs que, en mayo de 2010, Zapatero hubiese dimitido en vez de asumir el cambio de pol¨ªtica que se le impuso desde fuera, pero, sin duda, habr¨ªa sido bueno para la democracia espa?ola.
De esta sumisi¨®n de la pol¨ªtica al dinero se derivan todos los dem¨¢s d¨¦ficits de la democracia. La distancia creciente entre la ciudadan¨ªa y un aparato pol¨ªtico, medi¨¢tico y econ¨®mico, con comportamientos de casta, que asume y legitima la idea de que no hay alternativa, de que la tr¨ªada recortes, competitividad y reformas liberalizadoras es el ¨²nico horizonte posible. La corrupci¨®n, en un sistema en que las relaciones entre poder pol¨ªtico y dinero son muy opacas, en la medida en que la pol¨ªtica se ha convertido en figura ancilar del poder econ¨®mico. Y la generalizaci¨®n entre las ¨¦lites espa?olas de una idea de la democracia que reduce la participaci¨®n ciudadana al voto cada cuatro a?os. Si es verdad que el hombre es un animal pol¨ªtico, con este secuestro de la democracia por las ¨¦lites se amputa a los ciudadanos una parte fundamental de su condici¨®n.
La reacci¨®n de la pol¨ªtica frente al Movimiento del 15-M ha sido reveladora. Por un lado, el rechazo, como si se tratara de proteger el espacio de la representaci¨®n pol¨ªtica de los intrusos; por otro lado, la inseguridad, que les ha movido a tratar de recuperar algunos de los temas propuestos por los indignados. La impotencia de la pol¨ªtica, la prepotencia del poder financiero y la confusi¨®n de los medios de comunicaci¨®n, metidos en una profunda crisis de modelo, marcan la crisis de la democracia. Sin embargo, no est¨¢ todo perdido: de G¨¹rtel a la SGAE, los jueces tienen a veces el atrevimiento de romper complicidades peligrosas. Y siempre podemos recordar que Mario Conde y Silvio Berlusconi empezaron a medrar en la escena pol¨ªtica en el mismo momento. Sus diferentes destinos no dejan de ser un consuelo para la democracia espa?ola.
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