El truco del autoenga?o
Nadie se halla libre del autoenga?o, esa estrategia mental que permite esquivar la realidad refugi¨¢ndose en una inconsciencia m¨¢s o menos deliberada. Se recurre al autoenga?o para evitar asumir las consecuencias de los propios actos al no ver ciertos aspectos personales o del entorno que resultan desagradables, al fingir y ocultar lo que se siente o al justificarse para salir airoso de una situaci¨®n.
Pero ?c¨®mo es posible enga?arse a uno mismo? Seg¨²n Francisco J. Rubia, catedr¨¢tico de Medicina e investigador en neurociencia, incluso el propio cerebro nos enga?a. La misi¨®n principal de este ¨®rgano es garantizar la supervivencia del organismo, y para tal fin elabora pero tambi¨¦n deforma la informaci¨®n que recibe de los sentidos.
"En algunos momentos, esta escapatoria puede resultar ¨²til, pero si se mantiene de manera r¨ªgida puede generar dificultades"
Existe, por una parte, el autoenga?o que opera de manera consciente. Una persona sabe que tiene que realizar algo, pero se convence a s¨ª misma para dejarlo para ma?ana. Alguien reconoce que tiene un problema y se autoenga?a pensando que el tiempo lo solucionar¨¢. Sin embargo, en ocasiones la mentira est¨¢ tan bien armada que ni siquiera se es consciente de ella. As¨ª, una persona puede descubrir que ha borrado de su memoria hechos importantes o que se ha mantenido ciega ante las evidencias claras de que su vida de pareja naufragaba. El autoenga?o es el m¨¢s escurridizo de los mecanismos mentales, porque resulta dif¨ªcil darse cuenta de lo que se prefiere ignorar.
Los 'puntos ciegos'
"Todo es seg¨²n el color del cristal con que se mira" (Ram¨®n de Campoamor)
En su libro El punto ciego, Daniel Goleman relaciona esta estrategia con un hecho fisiol¨®gico. En la parte posterior del ojo existe una zona donde confluyen las neuronas del nervio ¨®ptico que carece de terminaciones nerviosas. Esta zona constituye un punto ciego. Habitualmente no se percibe su existencia porque se compensa con la visi¨®n superpuesta de ambos ojos. Pero incluso cuando se emplea un ¨²nico ojo resulta dif¨ªcil distinguirlo, pues ante la falta de informaci¨®n visual el cerebro rellena virtualmente esa peque?a ¨¢rea en relaci¨®n con el entorno.
Algo parecido sucede a nivel psicol¨®gico. Todas las personas tienen puntos ciegos, zonas de su experiencia personal en las que son proclives a bloquear su atenci¨®n y autoenga?arse. Estas lagunas mentales tienden a ser rellenadas con fantas¨ªas, explicaciones racionales o imaginaciones. Se trata de un hecho comprobado que no percibimos la realidad tal y como es, sino que elaboramos nuestra interpretaci¨®n particular a partir de lo que captan los sentidos. Incluso la memoria resulta altamente enga?osa, pues contiene una serie de filtros que seleccionan la informaci¨®n que llega a la conciencia.
Esquivar la realidad
"Ojos que no ven, coraz¨®n que no siente" (refr¨¢n popular)
Cuando algo supone una amenaza, la atenci¨®n suele recurrir a dos tipos de soluciones: la intrusi¨®n, en la que la persona se mantiene centrada en lo que le preocupa, pensando continuamente sobre ello, o la negaci¨®n, que supone desviar la atenci¨®n y desconectarse del problema.
La tendencia a cerrar los ojos ante lo que inquieta surte un evidente efecto calmante, pues permite poner fin al estr¨¦s que genera una posible amenaza, una responsabilidad o un recuerdo traum¨¢tico... El autoenga?o, por tanto, ayuda a protegerse de la ansiedad o el malestar disminuyendo el grado de conciencia.
Ante una enfermedad grave, algunas personas recurren a la negaci¨®n: rechazan el diagn¨®stico o minimizan su seriedad, evitando reflexionar o hablar sobre ello. Esta estrategia tiene su funci¨®n y puede resultar, por tanto, beneficiosa. Es sabido que las personas con c¨¢ncer que niegan su enfermedad pueden sufrir menos ansiedad y depresi¨®n.
La negaci¨®n, por tanto, implica un rechazo a aceptar las cosas tal y como son, y suele ser una de las primeras respuestas ante una p¨¦rdida o cambio importante. Supone una escapatoria moment¨¢nea antes de enfrentarse con la realidad. Sin embargo, as¨ª como en algunos momentos puede resultar ¨²til, si se mantiene en el tiempo de manera r¨ªgida puede generar dificultades, tales como no tomar una actitud responsable para realizar los controles o tratamientos que precisa una enfermedad o no posibilitar la elaboraci¨®n emocional de la situaci¨®n. Lo dec¨ªa Ortega y Gasset: "La negaci¨®n es ¨²til, noble y piadosa cuando sirve de tr¨¢nsito hacia una nueva afirmaci¨®n".
La trampa de la selecci¨®n
"Peor que ver la realidad negra es el no verla" (Antonio Machado)
Los seres humanos disponen de infinidad de trucos para mantenerse ajenos a la realidad. Adem¨¢s de la negaci¨®n, se utilizan mecanismos de defensa como la racionalizaci¨®n, que permite ocultar los verdaderos motivos bajo una explicaci¨®n l¨®gica, o la atenci¨®n selectiva, mediante la cual se percibe lo que interesa mientras se ignora el resto.
Estos mecanismos de defensa brindan un refugio y son en cierto modo necesarios, pero al mismo tiempo condicionan nuestra manera de percibir y reaccionar frente al mundo. Como individuos, somos recopiladores y observadores de nuestra propia realidad y, a pesar de desearlo, rara vez somos imparciales. La mayor¨ªa solemos atribuirnos con mayor facilidad los ¨¦xitos que los fracasos, exculparnos y ver la mota en el ojo ajeno. Aunque otras personas tienden a interpretar que el fallo siempre est¨¢ en su lado.
La evoluci¨®n de la mentira
"Una mentira no tendr¨ªa sentido si la verdad no fuera percibida como peligrosa"(Alfred Adler)
Robert Trivers, un bi¨®logo evolutivo norteamericano, opina que el autoenga?o es una sofisticaci¨®n de la mentira, ya que ocultarse algo a uno mismo lo hace m¨¢s invisible y dif¨ªcil de descubrir para el resto. Mentir conscientemente, adem¨¢s, crea una contradicci¨®n en el cerebro y requiere un mayor esfuerzo. En eso se basa el pol¨ªgrafo (la m¨¢quina de la verdad), pues al falsear la respuesta aparecen se?ales de estr¨¦s a veces imperceptibles, como sudor, cambios en la presi¨®n cardiaca o la respiraci¨®n...
La capacidad para mirar hacia otro lado tambi¨¦n se ha mostrado fundamental para forjar las relaciones humanas. Se necesita cierta dosis de enga?o para mantener la discreci¨®n, encubrir cuestiones embarazosas o proteger la integridad de otra persona. Sin embargo, tambi¨¦n nos servimos del autoenga?o para fines menos honorables, como embaucar a los dem¨¢s, ocultar aspectos indeseables de uno mismo, lograr un objetivo a toda costa...
La verdad soportable
"En el interior del hombre habita la verdad" (San Agust¨ªn)
Llegamos al meollo: ?existe un equilibrio ¨®ptimo entre autoenga?o y verdad? Sabemos que en ocasiones evitar la realidad nos procura una sensaci¨®n de alivio, pero tambi¨¦n conlleva un coste importante. Lo que no se afronta tiende a repetirse.
Un concepto ¨²til es el de la verdad soportable. Se puede apostar por reconocer la realidad, pero d¨¢ndose tiempo para digerir poco a poco la informaci¨®n que resulta dif¨ªcil. La mentira y la simulaci¨®n terminan creando una terrible desconexi¨®n, ignorando qui¨¦nes somos y qu¨¦ deseamos. Por eso, lo m¨¢s importante quiz¨¢ sea mantener un pacto de honestidad con uno mismo. A ese pacto ayudar¨¢ reconocer que la realidad es mucho m¨¢s amplia de lo que se cree. Sin embargo, puesto que siempre resulta dif¨ªcil detectar los propios trucos, se necesita el espejo de los dem¨¢s. Con sus comentarios, sus cr¨ªticas y elogios, y su visi¨®n distinta, las otras personas contribuyen a iluminar rincones que hasta entonces permanec¨ªan ocultos.
La sugesti¨®n colectiva
Detr¨¢s de los peque?os o grandes conflictos suele haber una parte de autoenga?o. Es la que proyecta en la otra parte toda la maldad, la desconsideraci¨®n o el error, defendiendo obcecadamente el propio punto de vista. Eso constituye precisamente uno de los peligros de esta estrategia mental: justificar los propios actos bajo el amparo de la mentira que uno mismo se ha creado. No hay que olvidar, adem¨¢s, que las ilusiones colectivas son un gran instrumento de manipulaci¨®n. La mejor forma de ganar adeptos es haci¨¦ndoles creer en cierta realidad. Una muestra de ello son los colaboradores de un r¨¦gimen opresivo como el del Tercer Reich, que reconocen con la perspectiva del tiempo hasta qu¨¦ punto su conciencia estaba manipulada y eran incapaces de enjuiciar lo que ocurr¨ªa. Seg¨²n palabras de Milan Kundera, "delante hab¨ªa una mentira comprensible, y detr¨¢s, una verdad incomprensible".
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