Un poder por encima de cualquier otro
La responsabilidad es del general. No de sus soldados, ni siquiera de sus comandantes. Quien ha dado las ¨®rdenes, ha impuesto estos c¨®digos de guerra y ha establecido estas costumbres es el jefe supremo de estos ej¨¦rcitos. Ahora los tribunales pueden caer sobre alguno de sus m¨¢s osados peones o alguno de los capitanes m¨¢s descarados, pero el m¨¦rito de las victorias y de las derrotas, as¨ª como de las armas utilizadas en estos combates, es enteramente suyo.
Estas son las artes oscuras del periodismo, los m¨¦todos sucios que desbordan las fronteras legales y ¨¦ticas. Todos los periodistas que se han acercado a este ej¨¦rcito saben c¨®mo funcionan las reglas de juego: no existen, lo ¨²nico que vale son las noticias que uno obtiene, con total independencia del m¨¦todo utilizado para conseguirlas. Todo entra en este repertorio en el que la obtenci¨®n de los fines justifica cualquier medio: enga?ar, falsificar, robar.
Nadie como Murdoch, ni siquiera Berlusconi, ha conseguido una tal concentraci¨®n de poder medi¨¢tico y pol¨ªtico global
Decir que es periodismo sensacionalista es quedarse muy corto: se puede hacer sensacionalismo atendiendo a un cierto c¨®digo de la comprobaci¨®n y de la verdad, unas reglas de juego y unas m¨ªnimas normas de decencia. Tambi¨¦n nos quedamos cortos si atendemos a la calificaci¨®n de periodismo basura. Si tenemos fast food, comida repugnante que produce adictos, obesos y enfermos, ?por qu¨¦ no debi¨¦ramos contar tambi¨¦n con una alimentaci¨®n de la misma ¨ªnfima calidad para nuestra mente? La met¨¢fora es buena, pero insuficiente. Sirve para comprender parte del fen¨®meno, pero no agota, ni mucho menos, la profundidad del mal que tiene que describir. El producto es basura, pero los objetivos que se persiguen son algo mucho peor y mucho m¨¢s serio.
Tampoco sirve su calificaci¨®n como una colusi¨®n entre pol¨ªticos y periodistas o editores de medios. La hay, y en grado sumo, sobre todo por parte de los pol¨ªticos brit¨¢nicos. Pero el problema que representa Murdoch tiene todav¨ªa m¨¢s cuajo. Estamos hablando de un poder global con capacidad de influencia e incluso de decisi¨®n en pa¨ªses cruciales como son Estados Unidos y el Reino Unido, y de un conglomerado de medios en el que cabe todo, desde el periodismo convencional hasta el sensacionalista, y tambi¨¦n la basura, claro, que sale de su factor¨ªa en mayores cantidades y con mayores facilidades que de cualquier otro conglomerado de medios.
Como todo poder que desborda fronteras, la ¨²nica ley ante la que est¨¢ dispuesto a inclinarse es su propia ley, la que el patrono impone en defensa de sus intereses. Las leyes nacionales est¨¢n para ser eludidas. A los Gobiernos hay que situarlos en posici¨®n de debilidad, ayudando primero a ganar las elecciones a los amigos y luego someti¨¦ndolos a una constante presi¨®n para obtener favores, licencias y mejores posiciones de poder e influencia.
Murdoch manda m¨¢s que muchos Gobiernos, pero adem¨¢s ha querido y a veces conseguido mandar m¨¢s que los Gobiernos de Su Majestad brit¨¢nica. Hay muchas cosas del mundo tal como es hoy mismo en las que Murdoch ha dejado huella: la posici¨®n de Londres contra el euro no se entiende sin Murdoch, la fuerza del Tea Party, la polarizaci¨®n de la pol¨ªtica estadounidense, la guerra de Irak o el respeto enorme que suscitan las autoridades comunistas chinas entre los medios de comunicaci¨®n conservadores.
Un poder por encima de cualquier otro poder es un peligro p¨²blico. Alguien que puede sobornar polic¨ªas, ganar elecciones, hacer y deshacer gobiernos, arruinar carreras pol¨ªticas y marcar la entera agenda pol¨ªtica mundial supera cualquier cosa que hayamos visto hasta ahora en la historia de los medios. Solo la concentraci¨®n de poder medi¨¢tico y pol¨ªtico conseguida por Berlusconi, con la salvedad de que en este caso se circunscribe a Italia, se acerca en algo a lo conseguido por Rupert Murdoch a nivel global.
News Corporation es un poder transnacional superior al de muchos Estados e instituciones internacionales, una de las m¨¢s concretas muestras de c¨®mo funciona el poder en el nuevo mundo global, desplazado cada vez m¨¢s hacia Asia, pero estructuralmente hacia entidades no estatales que escapan a todo control y escrutinio democr¨¢tico, eso en el caso de que no se dediquen directamente a combatir cualquier forma de legalidad y de democracia. Y el percance sufrido ahora por Murdoch con las escuchas ilegales organizadas por sus directivos brit¨¢nicos es solo un caso ejemplar de hybris, el exceso arrogante de un poder sin l¨ªmites que conduce a la perdici¨®n de quien no tiene la capacidad para limitarse a s¨ª mismo cuando los otros ya han renunciado a hacerlo.
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