El amor ganar¨¢ al fin
Le han acallado de un tiro. Otro argentino que "no era de aqu¨ª ni de all¨ª", sino de todas partes. Otro argentino, casi ciego, que pon¨ªa letra y tono bonaerense en sus canciones. Del sur del sur, llen¨® los o¨ªdos de miles y miles de ciudadanos ¨¢vidos, como Blas de Otero, de "la paz y la palabra".
Incansable viandante de conciliaci¨®n y de concordia, su vida sigui¨® el hilo conductor de sus principios, aunque sab¨ªa que pod¨ªan esperarle en el ¨²ltimo recodo del camino y silenciarle. Nunca se hinc¨®, al igual que han sabido hacer ejemplarmente no pocos "latinos". A medida que perd¨ªa la vista, "recordaba el color de los colores". Y el rayo de luz tenue en la penumbra. Un d¨ªa la Unesco le nombr¨®, como a la gran Rigoberta Mench¨², embajador de Buena Voluntad, para que fuera difundiendo por el mundo sus canciones, esclareciendo horizontes tan sombr¨ªos.
?Qu¨¦ maquinaciones se ocultar¨¢n detr¨¢s de este horrible asesinato? ?Qu¨¦ turbias ambiciones? ?Qu¨¦ deseos de aumentar el desconcierto? ?Qu¨¦ obcecadas resistencias a desmoronar de una vez el siniestro edificio del consumo y tr¨¢fico de drogas, haciendo asequible su obtenci¨®n, bajo la exclusiva responsabilidad del usuario -como con el tabaco y el alcohol...- y convirtiendo un tema de seguridad militar, que ya est¨¢ perdido, en un tema de sanidad y conciencia civil, que podr¨ªa ser ganado?
?Anduvo tantos senderos del esp¨ªritu! Con Alberto Cortez buena parte del recorrido. Los h¨¦roes nunca mueren aunque mueran f¨ªsicamente. Le han matado fuera de su pa¨ªs pero en su tierra, porque toda la Tierra es lugar para su m¨²sica y sus letras. Se ha ido, pero nos quedan sus canciones. Se ha ido pero se queda, como en el verso de Miguel Hern¨¢ndez, que tambi¨¦n se hizo invisible en un d¨ªa aciago, pero sigue siempre entre nosotros: "Me voy, me voy, me voy, pero me quedo...". Ahora el pueblo de Guatemala y todos los pueblos del mundo deber¨ªan desvelar y dar la espalda a los que, embozados, han decretado su muerte y otras tantas. Le han asesinado vilmente, pero su voz ser¨¢ m¨¢s potente.
"Est¨¢ la puerta abierta" del futuro que ser¨¢, por fin, ya era hora, el de la gente llevando en sus manos las riendas del destino y "juntando los sue?os para vencer el miedo", como Cabral repet¨ªa una u otra vez en sus tonadas. Ser¨¢ la gente a la que dirigi¨® su voz itinerante la que pronto har¨¢ imposible, gracias a la "marea virtual", que la palabra siga sometida a la fuerza.
Cantautor comprometido, valiente, audaz, "asesinado por sus ideales", como ha dicho Rigoberta. Ya inaparente, Cabral contribuir¨¢ al gran cambio que se avecina: los pueblos en el escenario y la cultura de paz -de la que fue embajador- sustituyendo a la cultura de guerra y violencia.
Babelia
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