?Moc, moc! Turistas sobre ruedas

Un turista acaba de llegar a la capital de Espa?a. Quiere ver los monumentos y orientarse un poco, pero le parece demasiado com¨²n subir en el autobus tur¨ªstico. ?Qu¨¦ opciones tiene? Muchas. En los ¨²ltimos a?os la oferta de visitas tur¨ªsticas de formatos distintos se ha disparado y tambi¨¦n pueden ser divertidas para los madrile?os que quieran descubrir los rincones desconocidos de su propia ciudad.

- El cl¨¢sico, montar en bici. Kaspar Winteler lleva 11 a?os mostrando Madrid desde el sill¨ªn de su bici. Este suizo lleg¨® a Espa?a hace casi 40 a?os y cuenta que muchos creyeron que estaba "loco" cuando mont¨® su empresa de turismo con bicicleta, Bravobike. Pero ha sido un ¨¦xito. Dice que cerca de 2.500 personas al a?o hacen de esta forma sus visitas al centro o a la Casa del Campo, sus dos opciones m¨¢s populares.

En el parque del Oeste, con la vista llegando al horizonte encima de la Casa de Campo de un verde tremendo, Kaspar explica que la ruta de tres horas por el centro "es un paseo en bici, no un tour hist¨®rico con todos los detalles". Ya montados todos en la bici, el itinerario pasa por los parques y en las aceras grandes, con pocos tramos en la carretera. Las tres horas dejan tiempo para parar y sacar fotos de los edificios.

Seda Arica y su marido Orcun Arica, los dos de 29 a?os, son de Estambul. Est¨¢n de paso por Madrid rumbo a casa despu¨¦s de estar en Tenerife. Sobre una merecida bebida refrescante en el parque del Buen Retiro, en el punto m¨¢s lejos del recorrido, Seda habla del tour: "Prefiero montar en bici mucho m¨¢s que coger el bus tur¨ªstico. Es una aventura. En el autob¨²s est¨¢s atrapado con alguien habl¨¢ndote".

- La m¨¢s futurista, el Segway. Una plataforma con manillar y dos ruedas que, gracias a giroscopios y motores el¨¦ctricos, permite al conductor ir en todas direcciones y hasta una velocidad m¨¢xima de 15 kil¨®metros por hora. Esto es un Segway. UrbanM¨®vil lleva cinco a?os organizando visitas tur¨ªsticas con el veh¨ªculo m¨¢s vanguardista.

Ocho estadounidenses suben, giran y bajan por la plazuela de Santiago practicando sus habilidades. Jill Weinstein, de cerca de Washington D.C. dice que lo han elegido porque "mi cu?ada lo recomend¨®. ?Adem¨¢s, es algo intr¨¦pido!" sonr¨ªe.

Los primeros minutos encima del Segway requieren mucha concentraci¨®n. La m¨¢quina es muy sensible y a cada movimiento del cuerpo gira, adelanta o para. Pero en breve todo el grupo parece muy seguro, montado encima de la plataforma que va a casi todas las partes a las que se puede ir andando.

Al terminar la visita Ester Lochner, que hab¨ªa parecido muy nerviosa en el entrenamiento, admite que al principio no se sent¨ªa nada segura. "Pero pillas el truco y es genial". Recomienda montar en Segway "a todo el mundo para ver la ciudad".

- El coche que te habla, GoCar. "All¨ª ves la plaza de toros de Las Ventas, ?ol¨¦!" La gu¨ªa contin¨²a: "Muy bien, ahora coge el carril izquierdo y sigue recto". Pero lo que habla no es una persona... Sino el propio coche.

Un GoCar, tal vez el veh¨ªculo m¨¢s amarillo visto por las calles de Madrid, incorpora un GPS para que el cochecito reconozca donde est¨¢ e informa a los dos ocupantes de lo que est¨¢n viendo en cada momento. "Tiene m¨¢s de 600 puntos de inter¨¦s grabados", explica uno de los socios de la empresa, Luc¨ªa Fuentes. Tres meses de trabajo para dise?ar las tres rutas que ofrece, antes de abrir en abril de 2010.

En principio, la sensaci¨®n de montar en el GoCar es algo extra?a. Es peque?o, bajo y uno se siente un poco vulnerable en el denso tr¨¢fico de Madrid. Pero la visibilidad, de 360 grados, y la gran estabilidad del cochecito convierten las carreteras en un divertido paseo. Eso s¨ª, los amortiguadores no son nada potentes y se siente cada bache. Pero hay que admitirlo, conducir un GoCar es muy divertido. La voz del GPS, de la misma Fuentes, es entusiasta y muy en¨¦rgica.

En la entrada del garaje que la empresa tiene en la calle Ferraz, dos chicas est¨¢n montando en uno de los veh¨ªculos. "?Lo usamos el otro d¨ªa y nos encant¨®! As¨ª que hemos decidido repetir y hacer el recorrido largo", dice Katrina, una danesa que est¨¢ en Madrid por trabajo. Y con un rugido el coche amarillo se va, hablando.