La frontera de la dignidad
El esc¨¢ndalo que protagoniza la desfachatez con la que los medios de Murdoch trataban a la sociedad brit¨¢nica tiene un correlato espa?ol que debe rese?arse por si prospera el deseo de que quien representa ese eslab¨®n decida ofrecer el ejemplo de su repulsa. Se trata del consejero espa?ol del imperio Murdoch, el expresidente Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. En estos d¨ªas que han transcurrido desde que ese esc¨¢ndalo se hizo s¨®lido en el mundo, el siempre locuaz expresidente, que tiene en su curr¨ªculo varias aventuras de persecuci¨®n de patronos medi¨¢ticos a los que instig¨® con sa?a, no ha dicho ni media l¨ªnea sobre las pr¨¢cticas altamente peligrosas, desde el punto de vista ¨¦tico, del patr¨®n al que asesora.
Es libre de seguir en esa l¨ªnea de baja flotaci¨®n que representa el imperio del mal periodismo en que se ha constituido el conglomerado de Murdoch. El esc¨¢ndalo se ha precipitado con ribetes realmente tr¨¢gicos: los medios del magnate alentaron escuchas ilegales, vigilaron las intimidades de un primer ministro, robaron informaciones de otros medios, perjudicaron intereses de sus adversarios, y optaron, en virtud de chantajes varios, a las prebendas que el poder parece que le deb¨ªa.
Rebos¨® el vaso el caso de una muchacha secuestrada y asesinada cuyo tel¨¦fono m¨®vil tambi¨¦n fue tratado como fuente de oprobiosa informaci¨®n.
Este c¨²mulo de hechos es de dominio p¨²blico; ha avergonzado a la sociedad brit¨¢nica, a la period¨ªstica y a la que no lo es; ha llamado a esc¨¢ndalo al primer ministro Cameron, que a¨²n no ha dilucidado c¨®mo sale de las implicaciones que ha tenido con algunos de los actores de este psicodrama medi¨¢tico, y ha reunido a los liberal-dem¨®cratas y a los laboristas en una cruzada de limpieza pol¨ªtica que nace del hecho cierto de que se ha cruzado la frontera de la dignidad del periodismo.
A este pa¨ªs, Espa?a, en el que tambi¨¦n se han producido casos de malversaci¨®n de la fe en la prensa, le vendr¨ªa bien que el expresidente se replanteara su pertenencia a un club en el que las malas pr¨¢cticas forman parte del mal estilo de un periodismo indigno.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.