Una de indios y vaqueros
Estos ¨²ltimos d¨ªas me ha parecido vivir en un western. Resulta que nos atacan por todas partes, aunque no sabemos muy bien qui¨¦nes. "Los mercados acorralan a Espa?a e Italia", "los ataques especulativos nos llevan al borde del abismo", etc. Nos imagino en medio de una tierra ¨¢rida, con nuestra caravana puesta en c¨ªrculo, esperando el ataque de los pieles rojas nada m¨¢s caer la noche. Y ya sabemos c¨®mo se las gastan, c¨®mo se camuflan y se mueven astutos y sigilosos hasta que, de pronto, emergen aguerridos lanzando unos alaridos de espanto. Por supuesto, esperamos que llegue antes el S¨¦ptimo de Caballer¨ªa a rescatarnos. Un S¨¦ptimo que ahora se llama Uni¨®n Europea o subcomisi¨®n correspondiente, y que desconocemos si vendr¨¢ a tiempo, o si estar¨¢ suficientemente interesada en plantar cara a los temibles pieles rojas, con los que en realidad parece negociar el reparto del poder sobre su territorio.
Pero ya s¨¦ que me estoy poniendo muy decimon¨®nica (es curioso que nunca hayamos contemplado a los western como historias decimon¨®nicas, que siempre hayan tenido una especie de aureola de ¨¦pica existencial e intemporal), en realidad, las met¨¢foras que todos los sectores est¨¢n empleando se parecen m¨¢s al campo sem¨¢ntico del virus inform¨¢tico; que a su vez, c¨®mo no, se parecen al campo sem¨¢ntico del virus biol¨®gico; que a su vez, claro, remite a la experiencia humana de la guerra y la agresi¨®n. Resulta as¨ª que "la eurozona se ve incapaz de frenar el contagio" por la debacle griega (y portuguesa, irlandesa, etc.). Esto es, que tenemos un alto riesgo de infecci¨®n por contagio. Lo curioso del asunto es que la inoculaci¨®n parece producirse por la mera proclamaci¨®n del riesgo de contagio. Es decir, que cuando los mercados, guiados por unas agencias de calificaci¨®n cuanto menos cuestionables, elevan la prima de riesgo, funcionan como profec¨ªas autocumplientes: ponen las bases para que se cumpla precisamente eso que, seg¨²n anuncian, temen que ocurra.
Lo m¨¢s triste es que no parecemos tener una verdadera alternativa. Los mercados nos castigan por no ser suficientemente competitivos, y los que saben del asunto les dan la raz¨®n. Por ejemplo, la recientemente fusionada Kutxa Bank anuncia que prev¨¦ triplicar sus resultados en cinco a?os. Triplicar, nada menos, y a la mayor¨ªa le parece fenomenal. Eso es un banco competitivo, s¨ª se?or, o sea, que especula como debe ser. Y es que, ?a qu¨¦ otra cosa podemos aspirar? Ah s¨ª, a que los pol¨ªticos de los diferentes Estados de la Uni¨®n Europea se pongan de acuerdo, legislen, pongan coto al poder omn¨ªmodo de los mercados financieros y de las agencias de calificaci¨®n. ?Es esto demasiado ut¨®pico? Me queda la duda. Como me queda la duda de si, en realidad, nosotros nos parecemos a esos vaqueros atacados o nos asemejamos, m¨¢s bien, a aquellos hist¨®ricos pieles rojas que, al final, tuvieron todas las de perder.
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