Verano de hamacas
Vincci Estrella del Mar, un club de playa de moda en Marbella
La saturaci¨®n tur¨ªstica de la Costa del Sol, que tiene hoy ocupada hasta la quinta l¨ªnea de playa, obliga a los hoteles m¨¢s poderosos a construir en primera l¨ªnea un beach club donde hacer verdad el reclamo publicitario de que en ellos se ofrecen unas dignas vacaciones en el mar. A pesar de lo cual nada evita que los sufridos veraneantes alojados en este hotel marbell¨ª de la cadena Vincci suden la gota gorda cada vez que recorren a pleno sol los 400 metros que lo separan de la playa... Si lo soportan, y tan ricamente, es quiz¨¢ porque el ambiente minimalista del caset¨®n, la piscina de horizonte infinito y un almuerzo con notas nobles bajo la brisa fresca del mar hacen olvidar pronto el infierno que se vivi¨® sobre el asfalto para llegar. El lugar tiene algo de ibicenco, especialmente cuando se enchufan los gruesos bafles que se?alan el per¨ªmetro del restaurante. Por detr¨¢s se intuyen las instalaciones del spa Nammu, que a?ade sensorialidad oriental al minimalismo de libro que exhibe el edificio, realzado por dos piscinas climatizadas. Aunque la foto que subyuga a la clientela es desde las hamacas con las cuatro palmeras al fondo y la l¨ªnea espumosa de la playa.
VINCCI ESTRELLA DEL MAR
PUNTUACI?N: 6
Categor¨ªa oficial: 5 estrellas. Direcci¨®n: Autov¨ªa A-7, kil¨®metro 190,5, Marbella (M¨¢laga). Tel¨¦fono: 951 05 39 70. Internet: www.vinccihoteles.com. Instalaciones: garaje, jard¨ªn, parque infantil, beach club, piscinas, spa, salas de reuniones y banquetes para 1.250 personas, terraza, restaurante. Habitaciones: 129 dobles, 2 j¨²nior suites, 2 suites; todas con TV interactiva, wifi gratuita, carta de almohadas. Servicios: 4 habitaciones adaptadas para discapacitados; admite animales. Precio: desde 99 euros la doble, IVA incluido; desayuno, 24 euros, IVA incluido.
De regreso a las instalaciones puramente hoteleras llama la atenci¨®n, cuando no incomoda, la torpeza de su dise?o, excesivamente laber¨ªntica. Cuesta trabajo tomarle el pulso al espacio, hallar la l¨®gica de las circulaciones, desentra?ar el misterio geogr¨¢fico de los pasillos, de las escaleras que no conducen a ninguna parte, de los callejones sin retorno, de los arcos de herradura sin moros en la costa... Durante la efervescencia del ladrillo en Marbella apenas hab¨ªa tiempo para otra cosa que no fuera construir a toda prisa.
Salvo en temporada alta, el servicio cumple con su cometido y basta. No por falta de voluntad ni de gestos amables, que los tiene, sino por la carest¨ªa de personal como consecuencia de la irregular ocupaci¨®n de la costa. Imposible tumbarse frente a las piscinas y esperar que alguien te sirva un piscolabis. Tampoco la terraza del bar es atendida como cabr¨ªa esperar.
Las habitaciones, eso s¨ª, son amplias y confortables. Sin mucho devaneo en su decoraci¨®n, pero generosas en detalles y con un sentido utilitario que a veces se extra?a en los hoteles de playa. La ducha es bien agradable, fruto de un dise?o que ha tenido en cuenta los gustos y exigencias m¨¢s actuales. Qu¨¦ pena que el chorro sea tan modesto y tan fastidioso de atemperar. El ba?o merecer¨ªa tambi¨¦n unos cosm¨¦ticos de mayor calidad.
Vistas, ninguna. La playa est¨¢ ah¨ª, pero ni se siente. S¨ª se escucha sin embargo el ronroneo del tr¨¢fico por la cercana autov¨ªa. Claro que el verano en la Costa del Sol no es para alejarse de los ruidos, sino para la diversi¨®n.
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