Una isla que te cambia la vida
Ocho 'agrohosteleros' que lo dejaron todo para crear en Mallorca lugares donde la sencillez y el paisaje son un lujo
"Est¨¢is locos". Estas cuatro parejas de hosteleros se hartaron de escucharlo. Todos ven¨ªan de otras vidas. Eran ingenieros, profesores, periodistas o m¨¦dicos cuando decidieron lanzarse a la aventura de crear, sin experiencia previa, un alojamiento en Mallorca. Y no en cualquier Mallorca, sino en la m¨¢s desconocida, donde la reina es la monta?a y en vez de arenales para plantar sombrillas hay rocas y senderos que se pierden entre olivos. Una Mallorca de pueblos y de campos de cereales.
Algunos, como el ur¨®logo belga Andre Thiry, vinieron de fuera y se enamoraron del paisaje. Otros, como el ingeniero jubilado Carlos Forteza, siempre vivieron aqu¨ª y no quisieron perder las fincas de sus abuelos. En una ¨¦poca donde el cambio asusta y reinventarse cuesta, estos ocho valientes se sacaron de la manga un plan B. Una segunda vida que pasaba por una aparente contradicci¨®n: ser hostelero de interior en una tierra rodeada de mar.
01 Nuestro trozo de tierra
SA ROTA D'EN PALERM
Mar¨ªa Isabel Garau y Carlos Forteza
Sa rota significa trozo de tierra en mallorqu¨ªn. Pero este no es cualquier trozo: la finca sobre la que se encuentra el agroturismo lleva 200 a?os en la familia de Carlos Forteza. "Es donde yo ven¨ªa de vacaciones con mi padre y donde tra¨ªa a mis hijos". "El campo nunca dio mucho, pero con lo que sacaba de los algarrobos, mi padre me pag¨® la carrera", explica este ingeniero de caminos jubilado, que fue el autor del Plan General de Carreteras de Mallorca y dirigi¨® la ejecuci¨®n de los dos embalses que hay en la isla.
Sa Rota d'en Palerm est¨¢ en el kil¨®metro cero de Mallorca. No se puede ser m¨¢s interior. Esta tierra llana de olivos, cereales y vi?edos, enmarcada por la sierra de Tramontana a lo lejos, es quiz¨¢ una de las partes m¨¢s desconocidas de la isla para los turistas. Y viceversa. "Aqu¨ª, no hace tanto, mucha gente no hab¨ªa visto el mar...", dice Mar¨ªa Isabel Garau, la esposa de Carlos. "Cuando vine la primera vez, de novios, ?me qued¨¦ espantada!". "No hab¨ªa agua corriente, ni electricidad, la casa de los amos [guardeses en mallorqu¨ªn] no ten¨ªa suelo, los cerdos correteaban sueltos por all¨ª", dice se?alando la pr¨ªstina piscina del hotel. "Era un poco Los santos inocentes, la verdad", se r¨ªe Carlos.
Durante a?os, la familia solo ven¨ªa los domingos a comer el arroz brut y la lechona que preparaban los amos, hasta que un d¨ªa decidieron celebrar en la finca la boda de uno de los hijos. Los invitados quedaron impresionados. "Aquello nos hizo pensar que igual se pod¨ªa hacer algo con Sa Rota", cuenta la pareja. "La otra posibilidad era venderlo", dice Carlos, "y eso s¨ª que no".
Lo que empez¨® con la idea de jubilarse aqu¨ª, acab¨® convirti¨¦ndose en una segunda vida como hosteleros. La ilusi¨®n de empezar de cero les lanz¨® a una aventura que requer¨ªa mucho trabajo. Hasta tuvieron que crear una cooperativa para traer electricidad a la zona (uno de los amos vecinos les ofreci¨® pagar con un cabrito). "Lleg¨® un momento en que Sa Rota me absorb¨ªa tanto que me jubil¨¦... ?porque ya no ten¨ªa tiempo de ir a trabajar!", r¨ªe Carlos.
A ciegas, pero con mucha intuici¨®n y los relais & ch?teaux franceses como referencia, la pareja ha creado poco a poco un delicioso alojamiento que parece un pueblecito. En la antigua casa de los amos est¨¢ su hogar, la sala de desayuno, la de la chimenea, la despensa con mermeladas y sobrasadas caseras y el precioso patio donde se desayuna en verano, a la sombra de un lledoner (almez). M¨¢s all¨¢, bajo la amplia piscina, mirando a los campos de cereal y con el skyline de la Tramontana al fondo, est¨¢n las habitaciones y los apartamentos, ubicados en las antiguas cuadras y establos del XVIII y reformados como cucas casitas. Doseles, vigas vistas y todas con terraza y una mesita en la puerta (se sirven cenas bajo petici¨®n).
La reforma est¨¢ hecha con mucho gusto: se ve en detalles de gran sensibilidad, como la colocaci¨®n de unos setos de laurel a la entrada de cada habitaci¨®n de tal manera que apenas ves nunca a los otros hu¨¦spedes.
"Esto no es un hotel hotel, no tiene lujos de m¨¢rmoles y esas cosas, aqu¨ª los lujos son otros", explica la pareja tomando vino y almendras de su finca, viendo atardecer tras las monta?as a lo lejos. "No tienes pool bar", dice Mar¨ªa Isabel, "pero los tomates son del huerto".
? Sa Rota d'en Palerm. Lloret de Vistalegre (www.sa-rota.com; 971 52 11 00). La doble, 152 euros, con desayuno, sin IVA. Tienen descuentos para estancias superiores a una semana, temporada baja y cliente frecuente.
02 Un escondite para diez
VALLE DE LA LUNA
Pilar Molestina y Jos¨¦ Luis Zaldua
Fue una tormenta lo que llev¨® a esta pareja de madrile?os hasta el Valle de la Luna. Pilar, periodista, y Jos¨¦ Luis, urbanista, son "navegantes de verano". Recorr¨ªan las Baleares con su velero de 12 metros cuando el temporal les dej¨® varados en el puerto de S¨®ller. Marineros en tierra, se dedicaron al turismo. "Me enamor¨¦ del puerto y de la Sierra de Tramontana", dice Pilar. "Esta no es la Mallorca que imaginas".
Miembro de una familia numerosa, la pareja empez¨® a buscar aqu¨ª una casa que sirviese para su reuni¨®n anual. "Vimos varias, pero cuando cruc¨¦ la verja del Valle de la Luna supe que esto era lo que quer¨ªamos", cuenta Pilar, que tuvo que entrar sola las primeras veces porque entonces la villa era un c¨¢mping solo para mujeres y Jos¨¦ Luis estaba vetado. "Era un sitio muy original", cuenta, "la due?a coleccionaba animales ex¨®ticos y ten¨ªa avestruces y cerdos chinos sueltos por el jard¨ªn". Hoy aquel Valle de la Luna solo conserva el nombre y la emoci¨®n del paisaje que cautiv¨® a la pareja.
La finca, verde y arbolada, est¨¢ en el centro de un valle rec¨®ndito, rodeado de sierra. Unos 8.000 metros cuadrados de palmeras, frutales, p¨¦rgolas de glicinias y jazmines, un huerto de hortalizas y otro de flores... Un vergel con piscina del que cuesta mucho moverse. Si uno lo consigue, moverse, hay muchas posibilidades: desde los senderos que recorren la Tramontana (algunos de ellos pasan junto a la casa) hasta las terracitas del puerto.
Las casas (de momento hay dos, pero ser¨¢n hasta cuatro) del Valle de la Luna se alquilan enteras y acogen hasta 12 hu¨¦spedes. Pilar y Jos¨¦ Luis han pasado dos a?os acondicion¨¢ndolas con un gusto exquisito. Se nota el cari?o en cada detalle, desde la calidad de las s¨¢banas hasta la colocaci¨®n minimalista de los adornos. De la modernidad de la obra (cemento pulido, armarios sin pomos, ventanas sin marco que encuadran piedras o flores) al encanto de piezas ¨²nicas buscadas por mercadillos y chamarileros (un reclinatorio, un trineo de ni?os, una rueca...). En esta finca, uno se siente como en casa porque est¨¢ decorada y abastecida por una familia que la usa. Un ejemplo: las sartenes son buenas (de las que pesan) y el especiero est¨¢ lleno porque Pilar es una gran cocinera. "Cuando decidimos rescatar este lugar, nos replanteamos el futuro", dice. "Ambos somos aut¨®nomos y nos tenemos que buscar la vida con vistas a la jubilaci¨®n, as¨ª que nos hemos atrevido con algo que es un negocio, pero tambi¨¦n nuestra casa". La idea es alquilarla por temporadas y vivir en ella cuando est¨¦ vac¨ªa. Este verano el Valle de la Luna recibe a sus primeros clientes. Un grupo de j¨®venes parejas parisienses con ni?os que ser¨¢n los primeros en disfrutar de este "escondite maravilloso en la naturaleza", como lo llama su due?a. Y no exagera.
? Valle de la Luna. Puerto de S¨®ller (http://valledelaluna.es; 679 62 71 33). El alquiler de la finca completa, que incluye dos casas para alojar hasta 12 personas y un enorme jard¨ªn con piscina, sale por 3.300 euros por semana.
03 Naranjos en la piscina
FORNALUTX PETIT HOTEL
Andr¨¦ y Bethsy Thiry
La piscina rebosa por una de las terrazas plantadas de naranjos. El jard¨ªn del hotel est¨¢ en un impresionante valle tramontano y, con los codos apoyados en el borde de la alberca, el hu¨¦sped se siente acunado por esta sierra, donde la mano del hombre ha colaborado con gracia y respeto a la belleza del paisaje.
Mientras los turistas (casi todos alemanes) se solazan en el jard¨ªn, Andr¨¦ Thiry atiende la recepci¨®n de Fornalutx Petit Hotel, una casa antigua de este pintoresco pueblo de piedra serrana y calles en cuesta.
Andr¨¦ es belga y ur¨®logo. "En la cima de mi carrera me di cuenta de que nunca ve¨ªa a mi mujer y a mis hijos, as¨ª que nos vinimos a Mallorca", cuenta, a punto de cumplir 20 a?os en la isla. "Pero los hombres no cambian tan f¨¢cilmente...". En Mallorca, Thiry se volvi¨® a convertir en un solicitado cirujano, tanto, que pudo invertir comprando este hotel de interior que durante a?os regent¨® su socio. En 2005 pens¨® que era hora de devolverle a su mujer, Bethsy, y a s¨ª mismo el tiempo entregado al trabajo. Ambos son capitanes de barco y compraron un trimar¨¢n. "Todo empez¨® con un '?y si cruzamos el Atl¨¢ntico?'... Al final dimos la vuelta al mundo durante tres a?os". En 2008 decidieron, sin un m¨¢stil y tras un encuentro con piratas, volver a Palma desde Yemen.
El hotel de Andr¨¦ y Bethsy est¨¢ en el coraz¨®n de la Sierra de Tramontana, que la Unesco acaba de declarar paisaje cultural del patrimonio mundial. La ubicaci¨®n dentro de un pueblo con todos los servicios es ideal para explorar la zona. Quienes prefieran no moverse del hotel, tampoco lo tienen mal: hay sauna y un jacuzzi en el jard¨ªn. En las habitaciones y las zonas comunes cuelgan obras de artistas mallorquines porque Andr¨¦ sue?a con convertir el hotel en una suerte de galer¨ªa para pintores de la isla.
La pareja belga lleva el hotel personalmente desde que volvieron de dar la vuelta al mundo. Fornalutx les gusta, pero el mar tira m¨¢s: quieren vender el hotel para volver a embarcarse alrededor del globo. Adem¨¢s de 2.350.000 euros, el comprador ha de cumplir con un par de condiciones. "Nos gustar¨ªa que se quedase con nuestro magn¨ªfico personal, que fuese responsable medioambientalmente y, sobre todo, que respetase la tradici¨®n mallorquina", explica Andr¨¦. "Nosotros siempre hemos tratado de ser fieles al esp¨ªritu de esta tierra que nos acogi¨®".
? Fornalutx Petit Hotel. Alba, 22, Fornalutx (www.fornalutxpetithotel.com; www.rusticae.es; 971 63 19 97). La doble, 145 euros, con desayuno, sin IVA. Ofertas para estancias superiores a una semana y temporada baja.
04 Un turista enamorado
ES PETIT VALLDEMOSSA
Gonzalo Gonz¨¢lez y Margarita Morell
"Estaba harto". Hace 12 a?os, Gonzalo Gonz¨¢lez meti¨® su vida en 75 cajas y se mud¨® a Valldemossa. Dej¨® su casa en Madrid, colg¨® su corbata, con la que trabajaba en una multinacional, y, con el colch¨®n del paro y una indemnizaci¨®n, vino a un pueblo que conoc¨ªa, pero al que no le un¨ªa nada. Durante a?os hab¨ªa veraneado en el cercano Dei¨¢, y estaba "enamorado" de esta parte de la isla.
"Aquel primer a?o no le vimos el pelo", cuenta Margarita Morell, vecina de Valldemossa y entonces profesora de infantil. "Yo solo sab¨ªa que all¨ª arriba viv¨ªa un viudo con los ojos claros", dice se?alando alg¨²n lugar en la parte alta del pueblo.
Con el tiempo, Gonzalo comenz¨® a pasearse por el pueblo. Cuando Margarita se asomaba a regar (cada vez m¨¢s) las flores de sus balcones, se saludaban. Y una cosa llev¨® a la otra.
A ella hac¨ªa tiempo que le rondaba la idea de convertir en hotel la casa de su madre. "Si no, tendr¨ªa que haberla vendido, o dividido, y se me part¨ªa el coraz¨®n", explica. "Est¨¢s loca, la hosteler¨ªa es muy dura, no sabes d¨®nde te metes...', me dec¨ªa la gente. Gonzalo fue una de las poqu¨ªsimas personas que cuando le cont¨¦ la idea respondi¨®: '?Genial!'; ¨¦l fue el motor que me hac¨ªa falta, sola no me habr¨ªa atrevido", cuenta Margarita en la terraza de Es Petit Hotel de Valldemossa, desde la que se ve la bah¨ªa de Palma.
Juntos tardaron dos a?os en transformar esta casa de 1900 -que tuvo en sus bajos un celler (bodega) y la oficina de correos del pueblo- en un bonito hotel de interior con un precioso jard¨ªn y vistas espectaculares. Consiguieron "exactamente" lo que quer¨ªan: "Un lugar donde la gente se sienta en su casa... aunque suene a topicazo". "Para disfrutarlo te tiene que gustar la vida de pueblo", opina Margarita, "por ejemplo, no tenemos piscina, porque las casas de pueblo no las tienen, es peque?o, te damos la llave de la puerta... Algunos clientes despistados me preguntan, '?d¨®nde est¨¢ la recepci¨®n?'. Y siempre les contesto ri¨¦ndome: '?Donde estoy yo!".
Hace no tanto, en Valldemossa solo te pod¨ªas quedar en Casa Mario (ahora hay tres hoteles). La antigua posada ya no alquila habitaciones, pero ofrece las cenas m¨¢s aut¨¦nticas del pueblo: la entrada es como la de una casa -con sus mecedoras y sus retratos de los abuelos-, y para llegar al comedor, que est¨¢ en el primer piso, hay que pasar junto al cuarto de la tele, donde unas se?oras atisban a todo el que entra. Una vez en la mesa se puede disfrutar de delicias locales como el frit.
Frente a la Valldemossa m¨¢s aut¨¦ntica est¨¢ la m¨¢s novedosa: en terrazas chill out como Capuccino, adem¨¢s de las vistas impresiona la cantidad de ginebras finas que hay tras la barra y la carta de t¨¦s... Eso s¨ª, la infusi¨®n en este rinc¨®n serrano sale por 3,55. En el pueblo hay bares, restaurantes monos y turistas (muchos atra¨ªdos por la Cartuja, donde pasaron un invierno Chopin y George Sand), pero pasadas las once de la noche, la cosa se complica. Para despu¨¦s, "aqu¨ª ten¨¦is el bar", dice Margarita se?alando el mueble en su acogedor sal¨®n de la chimenea. "Pod¨¦is usar la cristaler¨ªa de mi madre; sentiros como en casa".
?Se arrepiente el madrile?o de haber colgado la corbata para convertirse en agrohostelero? "Hay quien me pregunta si no me aburro de esto", suspira contemplando la sierra con los brazos abiertos. "?C¨®mo me voy a aburrir si cada vez que me asomo al paisaje veo algo distinto?".
? Es Petit Hotel de Valldemossa. Uetam, 1. (971 61 24 79; www.espetithotel-valldemossa.com; www.rusticae.es). La doble, desde 127 euros, con desayuno e IVA. Con descuentos para estancias largas y por temporadas.
Gu¨ªa
Informaci¨®n
? Sierra de la Tramontana (www.serradetramuntana.net) sobre la candidatura para la UNESCO.
? Turismo de Baleares (www.illesbalears.es).
? Turismo de Mallorca (www.infomallorca.net).
? Ayuntamiento de Lloret de Vistalegre (www.ajlloretdevistalegre.net).
? S¨®ller (www.ajsoller.net)
? Fornalutx (www.ajfornalutx.net)
? Ayuntamiento de Valldemossa (www.valldemossa.es)
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