El cerco a Gadafi
Los fondos bloqueados del tirano llegar¨¢n a los rebeldes libios, legitimados internacionalmente
El Grupo de Contacto sobre Libia ha enterrado diplom¨¢ticamente a Gadafi en Estambul. Su declaraci¨®n final (m¨¢s de 30 Gobiernos y organizaciones internacionales y regionales) niega cualquier legitimidad al viejo tirano y reconoce al Consejo Nacional de Transici¨®n como autoridad provisional leg¨ªtima. M¨¢s importante en la pr¨¢ctica que el declarado ostracismo de Gadafi, que le descarta absolutamente en el futuro del pa¨ªs ¨¢rabe, es el hecho de que el m¨¢ximo ¨®rgano rebelde puede recibir ahora miles de millones de d¨®lares en activos del dictador bloqueados internacionalmente. M¨¢s de 34.000 solo en EE UU.
Ni el d¨¦spota libio caer¨¢ esta semana ni sus oponentes van a recibir de la noche a la ma?ana el man¨¢ de los dineros del coronel repartidos por medio mundo. Pero el reconocimiento de Estados Unidos abre, sobre todo, la puerta a cambios sustanciales en el desarrollo de la guerra civil libia. La medida adoptada por Washington es el final de un proceso iniciado en febrero, cuando Obama declar¨® que la brutal represi¨®n de las aspiraciones de libertad y democracia de su pueblo privaba al coronel libio de toda legitimidad. Y tiene una obvia lectura en la Siria de Bachar el Asad, que escala sus atrocidades y al que la Casa Blanca acaba de marcar con una cruz despu¨¦s de varios meses de inadmisible contemporizaci¨®n. Libia y Siria, a la postre, focalizan las revoluciones ¨¢rabes en este momento.
Gadafi dispone de soldados, mercenarios, armas, dinero y petr¨®leo (este cada vez con mayores dificultades) para intentar sobrevivir. Y a quien se ha proclamado durante m¨¢s de 40 a?os mes¨ªas de su pueblo tampoco le falta determinaci¨®n para luchar, acusado como est¨¢ de cr¨ªmenes contra la humanidad por la Corte Penal Internacional. Pero los acontecimientos, no solo los diplom¨¢ticos, apuntan inexorablemente hacia su final. Los rebeldes avanzan en Libia, por primera vez de manera constante. Siguen careciendo de una firme unidad pol¨ªtica y su ej¨¦rcito, de la profesionalidad deseable y una clara cadena de mando; pero su moral y sentido de misi¨®n son incomparablemente m¨¢s altos que en las tropas de Tr¨ªpoli y su log¨ªstica e intendencia mejoran por momentos, como su coordinaci¨®n con la OTAN.
Ese final en el horizonte, el de Gadafi, implica la posibilidad, ya no tan remota, aunque impensable hace seis meses, de una franja casi democr¨¢tica a lo largo del norte de ?frica.
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