Derecho de pernada
PIEDRA DE TOQUE. DSK me parece repelente. Ese se?or superinteligente, ultrapoderoso y millonario estaba acostumbrado a permitirse ciertos excesos. 'Tirarse a una sirvienta', por las buenas o por las malas, es un acto vil
De muchacho, en los a?os cincuenta, muchas veces o¨ª en Piura y en Lima a mis compa?eros de barrio y de colegio jactarse de haberse desvirgado con las sirvientas de su casa. No lo dec¨ªan de manera tan cient¨ªfica, sino utilizando una expresi¨®n que sintetizaba todo el racismo, el machismo y la brutalidad de una clase social que en aquella ¨¦poca se exhib¨ªan todav¨ªa sin el menor embarazo en el Per¨²: "Tirarse a la chola". Entonces, los ni?os bien no hac¨ªan el amor con sus enamoradas, que deb¨ªan llegar v¨ªrgenes al matrimonio, y para sus ardores sexuales sol¨ªan elegir entre la prostituta y la criada. Ni qu¨¦ decir que muchos padres alentaban sobre todo la ¨²ltima opci¨®n, temerosos de que la primera acarreara a sus v¨¢stagos una purgaci¨®n.
Strauss-Kahn no ha sido v¨ªctima de ensa?amiento en EE UU. Ha sido tratado como todo sospechoso
Lo terrible es que parece que un buen n¨²mero de sus compatriotas est¨¢n de acuerdo con ¨¦l
El derecho de pernada es antiqu¨ªsimo y los se?ores feudales de la Edad Media europea lo legaron a los gamonales y patronos sudamericanos, cuyos estupros y violaciones a las campesinas han sido documentados hasta la saciedad por la novela indigenista. Pero se equivocan quienes piensan que estos atropellos sexuales de los fuertes y poderosos caballeros contra las mujeres pobres y desvalidas han quedado confinados en el mundo del subdesarrollo. La truculenta odisea que vive Dominique Strauss-Kahn parecer¨ªa demostrar que incluso en la civilizada Francia hay se?ores que, desafiando los tiempos que vivimos, se empe?an en perpetuar aquella siniestra tradici¨®n.
Tradici¨®n que, dicho sea de paso, nunca se perdi¨® del todo en el pa¨ªs de Proust y Moli¨¨re. El gran Victor Hugo la practic¨® asiduamente en sus a?os oto?ales, por ejemplo, y dej¨® testimonio de ello en un delicioso diario secreto que el erudito Henri Guillemin consigui¨® descifrar. ?Es un atenuante, en su caso, que el autor de Los Miserables no violentaba a las sirvientas, sino estableciera con ellas un pacto contractual y mercantil? Si aquella se dejaba ver solo los pechos recib¨ªa un pu?ado de centavos. Si se desnudaba por completo y el poeta no pod¨ªa tocarla, medio franco. Si estaba autorizado a acariciarla, un franco. Si el servicio era completo, franco y medio y a veces ?hasta dos francos! El ilustre vate era muy cuidadoso con los gastos y llevaba una contabilidad mani¨¢tica, gracias a lo cual hemos podido conocer esas debilidades de su vejez. Para disimularlas, las anot¨® en su diario en un espa?ol desfigurado (Verbigracia: "Visto mucho, cogido todo. Osculum").
Si la acusaci¨®n a la que debe hacer frente ante el Tribunal Supremo del Estado de Nueva York la confirman los jueces, Dominique Strauss-Kahn -exministro de Econom¨ªa de Francia, ex director-gerente del Fondo Monetario Internacional y, hasta el episodio del Hotel Sofitel, candidato favorito del Partido Socialista para representar a este en la pr¨®xima elecci¨®n presidencial- practicaba aquel derecho de pernada a la vieja usanza: a?adido de golpes y maltratos a su v¨ªctima. Los m¨¦dicos que examinaron a la camarera guineana que denunci¨® al pol¨ªtico franc¨¦s de haberla obligado a practicar sexo oral con ¨¦l detectaron que ten¨ªa desgarrado un ligamento del hombro, hematomas en la vagina y las medias rotas. La polic¨ªa, por su parte, ha comprobado la existencia, tanto en la pared como en la alfombra de la habitaci¨®n, del semen que la camarera dice haber escupido, asqueada, luego de que el presunto victimario eyacul¨®. Estos son los hechos objetivos y la justicia deber¨¢ determinar si aquel sexo oral fue forzado, como dice la camarera, o consensuado, seg¨²n asegura Strauss-Kahn.
Como se ha comprobado que la camarera minti¨® a la polic¨ªa sobre su ingreso a los Estados Unidos -es una inmigrante ilegal- y que tuvo una conversaci¨®n, en un dialecto guineano, con un hombre detenido por tr¨¢fico de drogas, ante el que se habr¨ªa jactado de querer sacar dinero a su presunto violador aprovechando lo ocurrido, se dice que la acusaci¨®n se tambalea y que el propio fiscal de Nueva York estar¨ªa pensando en encarpetar todo el asunto. Esto ha hecho que, en Francia, donde me encuentro ahora y donde, seg¨²n una encuesta, un 50% de la opini¨®n p¨²blica socialista todav¨ªa quisiera que Strauss-Kahn sea su candidato presidencial, aparezcan muchos art¨ªculos y declaraciones de amigos y camaradas del exministro, quienes, encabezados por Bernard-Henri L¨¦vy, atacan con ferocidad a la justicia estadounidense por haber mostrado a la prensa a un Strauss-Kahn esposado y humillado, en vez de respetar su privacidad y su condici¨®n de mero acusado, no de culpable. Leyendo lo que escriben, parecer¨ªa que el exministro es una especie de m¨¢rtir y mereciera ser desagraviado.
A m¨ª, en cambio, el personaje me parece repelente y tiendo a creer que lo que la camarera guineana dice de ¨¦l es verdad. Me seguir¨ªa pareciendo repelente incluso si fuera cierto que el sexo oral con que se gratific¨® aquella ma?ana neoyorquina fue consensuado, pues, aun si lo hubiera requerido de buenas maneras y pagado por ello, habr¨ªa cometido un acto cobarde, prepotente y asqueroso con una pobre mujer infinitamente m¨¢s d¨¦bil y vulnerable que ¨¦l, la que se habr¨ªa sometido a esa pantomima por necesidad o por miedo, de ning¨²n modo seducida por la apostura o la inteligencia del personaje al que encontr¨® desnudo en la habitaci¨®n que iba a arreglar. "Tirarse a una sirvienta", por las buenas o por las malas, es un acto innoble y vil, sobre todo cuando el que lo perpetra es un se?or de horca y cuchilla, que es lo que era, hasta entonces, el casi intocable Strauss-Kahn.
Yo no s¨¦ por qu¨¦ las mentiras de la camarera atenuar¨ªan la falta de su presunto violador. Lo que se va a juzgar es si fue o no violada, no si es buena, sincera y desprendida. Si lo determinante para que la acusaci¨®n prevaleciera no fueran los datos objetivos sino la personalidad y el car¨¢cter, el se?or Strauss-Kahn no quedar¨ªa bien parado. Sus antecedentes indican claramente que le gustaron siempre mucho las mujeres y que no ten¨ªa el menor empacho en demostr¨¢rselo, usando eso que los brasile?os llaman la mao boba en las recepciones, ascensores y pasillos, como han hecho p¨²blico los paparazzi de media Europa. Poco tiempo despu¨¦s de asumir la direcci¨®n del Fondo Monetario Internacional se vio envuelto en un l¨ªo de faldas, por haberse echado una amante entre sus subordinadas.
Y ahora mismo acaba de abrirse en Par¨ªs otro proceso contra ¨¦l en el que la periodista y escritora Tristane Banon lo acusa de haber intentado violarla, en el a?o 2003, cuando fue a entrevistarlo para un libro. Ella fue citada en una especie de gar?onni¨¨re, un departamento provisto s¨®lo de una cama y unos sillones, y, seg¨²n la joven, tuvo que defenderse a patadas y rasgu?os de su entrevistado, que le rompi¨® el sost¨¦n y el calz¨®n mientras luchaban en el suelo. Tristane quiso entonces denunciar el intento de violaci¨®n, pero su madre le impidi¨® hacerlo, con el argumento de que aquello har¨ªa da?o al Partido Socialista, en el que ella tambi¨¦n militaba. La se?ora ha confirmado este hecho.
As¨ª pues, si hay indicios negativos en lo que concierne al car¨¢cter y la personalidad de la camarera guineana del Hotel Sofitel, las credenciales morales del hu¨¦sped est¨¢n lejos de ser pr¨ªstinas. Todo indica que ese se?or superinteligente, ultrapoderoso y millonario estaba acostumbrado a permitirse ciertos excesos en el convencimiento de que a alguien como a ¨¦l esas debilidades le est¨¢n permitidas, igual que el derecho de pernada a los se?ores feudales. Lo terrible es que parecer¨ªa que buen n¨²mero de sus compatriotas est¨¢n de acuerdo con ¨¦l. La indignaci¨®n contra la polic¨ªa y la justicia de Estados Unidos por haber tratado a ese hombre tan importante y prestigioso como a un raterillo capturado in fraganti es casi un¨¢nime.
Yo no acabo de entender tanta indignaci¨®n. El jefe de la polic¨ªa neoyorquina ha explicado que los presuntos culpables reciben el mismo tratamiento, se trate de pobres diablos o de banqueros: son llevados esposados al tribunal y expuestos a la prensa. Tambi¨¦n son presentados a la prensa cuando son declarados inocentes por la justicia, ya sin esposas. No ha habido encarnizamiento alguno contra Strauss-Kahn. Pero, eso s¨ª, no tuvo un tratamiento preferencial, debido a su ilustre investidura en el mundo financiero. Mucho me temo, por las cosas que leo estos d¨ªas en Par¨ªs, que en su propio pa¨ªs hubiera recibido ese tratamiento preferencial, y, probablemente, jam¨¢s hubiera sido juzgado. Eso s¨ª, la camarera guineana habr¨ªa sido expulsada del pa¨ªs por ilegal, por falsaria y por practicar la prostituci¨®n.
? Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PA?S, SL, 2011. ? Mario Vargas Llosa, 2011.
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