La vida es sue?o, en versi¨®n Iron Maiden
De cuando en cuando, los responsables del EL PA?S deciden, por un d¨ªa, cambiarme de demarcaci¨®n. Algo as¨ª como desempe?ar un papel de tenor estando, como estoy, acostumbrado al registro de bar¨ªtono, o, en t¨¦rminos futbol¨ªsticos, jugar de delantero centro en vez de centrocampista. Debo proyectar una imagen de exquisitez con mis cr¨®nicas oper¨ªsticas desde Bayreuth, Salzburgo o el Real, y por tanto debe suscitar cierto morbo mandarme a un recital de heavy metal m¨¢s all¨¢ del fin del mundo, en un descampado situado donde acaban los pol¨ªgonos industriales m¨¢s alejados de Getafe. Uno, que es disciplinado, embarc¨® para esta aventura como acompa?ante a un admirador de Alfredo Kraus, nacido el mismo a?o en que apareci¨® Iron Maiden. Durante el viaje escuchamos fragmentos de Parsifal, de Wagner. Para aparcar tuvimos inconfesables dificultades; perm¨ªtanme que no les d¨¦ detalles, por si acaso. Pues bien, el recital de Iron Maiden ha sido una experiencia mucho m¨¢s excitante y hasta profunda que las anteriores que tuve para El PA?S con Scorpions en La Cubierta de Legan¨¦s o en el after hours de la discoteca Macumba. En primer lugar porque la m¨²sica y el sentido del espect¨¢culo de Iron Maiden son excelentes. Pero tambi¨¦n por otras razones que intentar¨¦ desglosar, aun rozando en ocasiones los t¨®picos.
El cr¨ªtico de m¨²sica cl¨¢sica de EL PA?S vive una noche de 'heavy metal'
La propuesta de la banda casi suena a antigua en tiempos de 'dj'
Hay que partir de que la banda de heavy metal m¨¢s emblem¨¢tica del planeta -y no solamente por el n¨²mero de discos vendidos: de 85 a 100 millones de copias, seg¨²n las fuentes- naci¨® en 1975. Han entrado pues, en la categor¨ªa de cl¨¢sicos. Pero no solamente es una cuesti¨®n de continuidad. El concepto r¨ªtmico, el cuidado de la melod¨ªa, la elaboraci¨®n del sonido de acompa?amiento desde las guitarras el¨¦ctricas, la puesta en escena del cantante y hasta el siempre temible volumen se han incorporado a la memoria colectiva de una sociedad que ha asimilado sus planteamientos est¨¦ticos, en especial por la gran energ¨ªa que despliegan sobre una m¨²sica que, como otras, reflexiona sobre el amor y la muerte, o sobre la vida m¨¢s all¨¢ de la muerte, utilizando el t¨ªtulo de uno de sus discos.
La propuesta de Iron Maiden casi suena a antigua en estos tiempos de m¨²sica grabada y dominada por los dj, pero tiene por encima de todo un gran sentido de la libertad. Su estilo en ocasiones pegadizo invita adem¨¢s a la participaci¨®n. Y es aqu¨ª donde el p¨²blico hace suyas las propuestas de la banda. La militancia se percibe en el atuendo generalizado de los asistentes: en negro, con motivos espectrales ligados al grupo o a otros afines. Este deseo de vivir de una manera m¨¢s profunda lo que pasa en el escenario es hoy una aspiraci¨®n art¨ªstica y sociol¨®gica. Este peri¨®dico public¨® el s¨¢bado una inquietante fotograf¨ªa de una sala de cine en Austin con los espectadores ataviados masivamente con gorros rojos, como el protagonista de la pel¨ªcula, Bill Murray. Y por citar dos experiencias participativas de este mismo a?o en el mundo de la ¨®pera, ha dado la vuelta al mundo la invitaci¨®n de Riccardo Muti al p¨²blico de Roma a cantar el coro Va pensiero de Nabucco, de Verdi, como acto de reafirmaci¨®n de la cultura italiana frente a los recortes de Berlusconi, y ha destacado tambi¨¦n la sugerencia de Carlus Padrissa, de La Fura dels Baus, al p¨²blico de Colonia para que asistiese a la representaci¨®n de Sonntag, de Stockhausen, de 12 horas de duraci¨®n, vestido de blanco, gesto seguido masivamente y con el cual el p¨²blico se incorporaba de alguna manera a la ¨®pera desde dentro, aunque solamente fuese con la complicidad del vestuario.
Ligado al concepto participativo est¨¢ el de asistencia a algo excepcional, a un acontecimiento. Es algo que posibilit¨® las 17.000 entradas que se vendieron para el reciente San Francisco de As¨ªs, de Messiaen, en Madrid Arena, y es algo que est¨¢ presente en este concierto de Iron Maiden, el ¨²nico en Espa?a en 2011 seg¨²n destaca la publicidad. Por ello no es de extra?ar que el cantante de la banda en una de sus intervenciones habladas destacase ese aspecto de armon¨ªa universal, dando la bienvenida a los que hab¨ªan venido desde San Sebasti¨¢n, Bilbao, Noruega, Argentina o Brasil. Se vive, qu¨¦ duda cabe, una experiencia musical, pero se vive tambi¨¦n en gran medida una experiencia vital, solidaria, de reafirmaci¨®n. As¨ª, el concierto enamora desde el desgarro y la intensidad. A pesar del polvo ambiental -los expertos iban con mascarillas- y de las toneladas de basura.
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