Camps deja una Generalitat en crisis
La dimisi¨®n del presidente paraliza un Gobierno que deb¨ªa afrontar duros ajustes- El PP se sum¨® a la fiesta del cr¨¦dito y no ha llegado a efectuar ajustes serios
El Consell que Francisco Camps constituy¨® hace apenas un mes, despu¨¦s de ganar por tercera vez unas elecciones auton¨®micas, ten¨ªa una tarea apremiante, debido a la crisis econ¨®mica y a todos los problemas pendientes acumulados despu¨¦s de dos a?os de convulsiones causadas por los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n. En eso coincid¨ªa todo el mundo, la oposici¨®n, los empresarios, los agentes sociales y la sociedad civil. Ha sido, sin embargo, el Gobierno m¨¢s breve de la historia de las instituciones democr¨¢ticas valencianas. El Consell que deb¨ªa afrontar la crisis con determinaci¨®n entra en crisis a causa de la dimisi¨®n de su presidente sin que sus componentes hayan llegado a exponer ante los diputados de las Cortes Valencianas sus programas y propuestas; aunque el futuro presidente, Alberto Fabra, haya garantizado su continuidad, de momento.
El Consell ha estado ausente desde que estall¨® la galopante crisis econ¨®mica
La impotencia ante la crisis financiera ha sido maquillada con el victimismo
Alberto Fabra hereda un Consell hecho a la medida del dimisionario
Da una idea de la magnitud de los asuntos que ha de abordar la Generalitat que el propio Camps, en su discurso de investidura, hace poco m¨¢s de un mes, anunciara recortes por importe de 1.150 millones de euros, as¨ª como nuevas privatizaciones de servicios. La segunda de las legislaturas presididas por Camps se hab¨ªa iniciado en 2007 con unas perspectivas de euforia absoluta, promesas de pleno empleo y un anuncio impactante en la pol¨ªtica de grandes eventos, la celebraci¨®n de una prueba de f¨®rmula 1 en un circuito urbano en Valencia. S¨®lo dos a?os despu¨¦s, en febrero de 2009, cuando estall¨® el caso G¨¹rtel y salpic¨® de lleno a Camps y a la c¨²pula del PP valenciano, el panorama hab¨ªa cambiado completamente. Desde entonces, Camps y su Consell demoraron la adopci¨®n de medidas de saneamiento y ajuste de la Generalitat, lo que ha supuesto la p¨¦rdida de un periodo clave para afrontar la realidad de una comunidad con niveles de paro superiores a la media espa?ola, una deuda auton¨®mica de 17.600 millones de euros, que supera por mucho la cifra del presupuesto anual, y todo un rosario de impagos a acreedores que han puesto en evidencia las dificultades financieras de la Administraci¨®n p¨²blica.
La debacle econ¨®mica ha barrido la Comunidad Valenciana en todas direcciones y el Consell que hasta ayer presid¨ªa Francisco Camps ha estado las m¨¢s de las veces ausente. Mientras el presidente concentraba toda su atenci¨®n en su defensa frente a las acusaciones de haberse dejado sobornar por los componentes de una trama de corrupci¨®n que tuvo acceso a millonarios contratos de la Generalitat, la Comunidad Valenciana sufr¨ªa los peores efectos de la crisis. Una parte de la industria manufacturera que compet¨ªa porque produc¨ªa a costes m¨¢s bajos que los fabricantes italianos hab¨ªa sido barrida por la liberalizaci¨®n comercial y el acceso global a mercados con costes laborales irrisorios. De 2007 a 2010, la destrucci¨®n del tejido empresarial valenciano fue elevada y la cifra de empresas activas cay¨® un 4,4%, porcentaje muy superior al 1,36% que arroj¨® en el periodo la media espa?ola, seg¨²n los datos del INE.
Pero el impacto m¨¢s dram¨¢tico ha tenido y tiene rostro humano. El boyante mercado laboral valenciano registraba en 2007 una tasa de paro del 8,55%, ligeramente por encima del 8,47% que era la media espa?ola. Pero en Castell¨®n bajaba hasta el 6,41%, muy cerca del pleno empleo t¨¦cnico que los expertos cifran en un paro del 5%. La autonom¨ªa que ahora deja Camps tiene menos ocupados que en 2007 pese a que la cifra de trabajadores en activo no ha dejado de crecer. Y el paro se ha triplicado en estos a?os.La Encuesta de Poblaci¨®n Activa (EPA) del primer trimestre de 2007 mostraba que en la Comunidad Valenciana hab¨ªa 2,18 millones de ocupados, cifra que ha ca¨ªdo y no llega a 1,9 millones en el primer trimestre de 2011. Por el contrario, el n¨²mero de parados ha pasado de los 200.000 de hace cuatro a?os a rozar ahora los 600.000. Y la tasa de paro se ha disparado hasta el 24,12%.
El Gobierno valenciano ha asistido al se¨ªsmo sin apenas capacidad de reacci¨®n. Durante los a?os de bonanza se sum¨® a la fiesta del cr¨¦dito f¨¢cil, y la deuda p¨²blica nunca dej¨® de crecer. Camps cerr¨® su primer ejercicio como presidente de la Generalitat con una deuda cercana a los 8.000 millones de euros. A finales de 2010, la deuda alcanz¨® los 17.600 millones de euros.
La hipoteca de las empresas p¨²blicas creci¨® en paralelo desde los 1.500 millones de euros que sumaban a finales de 2003 hasta 3.000 millones de euros a finales de 2010.
Los presupuestos de la Generalitat no han permitido tampoco excesivas alegr¨ªas. La n¨®mina de los empleados p¨²blicos y los gastos fijos asociados a los servicios de Sanidad, Educaci¨®n y Bienestar Social consumen la inmensa mayor¨ªa del dinero formalmente disponible. Gerardo Camps, ex vicepresidente econ¨®mico del Consell, anunci¨® en enero de 2009 el denominado Plan Confianza, que estaba encaminado a paliar la virulenta destrucci¨®n de empleo valenciano y que se financiar¨ªa con un cr¨¦dito espec¨ªfico.
Camps presumi¨® de que la Generalitat hab¨ªa sabido reaccionar a tiempo, a diferencia del Gobierno de Espa?a, presidido por Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, al inyectar 1.700 millones de euros para mover la econom¨ªa. Pero la Sindicatura de Comptes cifr¨® en 343 millones el gasto asociado al Plan Confianza en el a?o 2009. Y el propio Gerardo Camps asum¨ªa el pasado mes de febrero que apenas hab¨ªa pagado 138 millones de euros de una partida de 1.020 millones destinada a financiar inversiones productivas en los municipios valencianos.
La crisis financiera internacional ha complicado todav¨ªa m¨¢s la situaci¨®n de la Generalitat Valenciana. A lo largo de casi todo el a?o 2010, el Instituto Valenciano de Finanzas no pudo vender deuda en los mercados institucionales. En octubre pasado forz¨® a Bancaja y a la CAM a comprar una emisi¨®n de 1.000 millones de euros. En diciembre recurri¨® a una emisi¨®n de los llamados bonos patri¨®ticos, dirigidos a particulares, que deb¨ªa cubrir las deudas acumuladas con diversos proveedores de la Administraci¨®n auton¨®mica. Pero esas deudas nunca llegaron a saldarse, como prueba la proliferaci¨®n de asociaciones y federaciones patronales que reclaman el pago de facturas pendientes desde hace a?os.
La impotencia ante la grav¨ªsima crisis financiera que acosa a la Generalitat, sin embargo, ha sido maquillada con el recurrente recurso al victimismo. Y con un chivo expiatorio, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, convertido en el origen de todos los males que afectan a los valencianos.
De la par¨¢lisis que ha experimentado el Consell en los ¨²ltimos a?os se ha derivado, en buena medida, el espect¨¢culo que han protagonizado las cajas de ahorros valencianas, emplazadas en un momento dado a una fusi¨®n que nunca lleg¨® a nada. Con Bancaja embarcada en la creaci¨®n de Bankia y la CAM en la perspectiva de ser controlada por el Banco de Espa?a a la espera de una subasta, las entidades financieras valencianas se han esfumado.
La econom¨ªa, desde luego, no ha sido el ¨²nico frente en el que la ejecutoria de Francisco Camps al frente del Consell ha mostrado su par¨¢lisis estos ¨²ltimos a?os. Los constantes conflictos en el ¨¢mbito de la educaci¨®n y el aislamiento del titular del Gobierno valenciano en el seno de su partido han llevado a una situaci¨®n de emergencia que en las pasadas elecciones auton¨®micas de mayo marc¨® los programas de todos los partidos, con referencias a la necesaria austeridad, el ahorro y el saneamiento de la Administraci¨®n auton¨®mica.
Alberto Fabra, designado ayer mismo por el PP sucesor de Camps al frente del Consell, anunci¨® que mantendr¨¢ la alineaci¨®n que hizo el ya expresidente de la Generalitat hace apenas un mes. Se trata, sin embargo, de un Ejecutivo hecho a la medida del dimitido jefe del Consell, en el que prescindi¨® de pesos pesados que le hab¨ªan acompa?ado durante las dos anteriores legislaturas, hizo alg¨²n fichaje t¨¦cnico e incorpor¨® gente de su confianza como la consejera portavoz, Lola Johnson.
Trabajar con un Gobierno heredado no es, precisamente, la mejor de las opciones que puede esperar Alberto Fabra. El futuro presidente del Consell tal vez espere a que se enfr¨ªe la pol¨¦mica que ha rodeado el mandato de Francisco Camps al frente de la Generalitat para conformar un equipo propio. La estabilidad del Consell, a medio plazo, no se presenta muy clara.
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