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La ca¨ªda de un presidente por el 'caso G¨¹rtel'
Columna
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Tarde, muy tarde

Una tarde de domingo de febrero de hace dos a?os, Francisco Camps confesaba a su interlocutor que se morir¨ªa de verg¨¹enza y ser¨ªa incapaz de salir a la calle si se llegaba a publicar una informaci¨®n en la que se contaba que hab¨ªa recibido unos trajes en forma de regalo. Nervioso como estaba, lleg¨® a afirmar que si lo que se pretend¨ªa con esa noticia, que no dud¨® en calificar de "falsa", era su dimisi¨®n, ¨¦l dejaba la presidencia de la Generalitat. La informaci¨®n se public¨® tres d¨ªas m¨¢s tarde de aquella conversaci¨®n; pero ni Camps se muri¨® de verg¨¹enza, ni present¨® su dimisi¨®n. Por el contrario, inici¨® una campa?a de desprestigio contra fiscales, jueces, polic¨ªas, partidos de izquierdas y medios de comunicaci¨®n que, en su opini¨®n, no eran otra cosa que meros instrumentos del Gobierno de Rodr¨ªguez Zapatero para deteriorar su imagen ante el electorado valenciano, habida cuenta de sus taumat¨²rgicas cualidades para ofrendar victorias electorales en el altar del PP para mayor gloria de Mariano Rajoy.

M¨¢s informaci¨®n
Camps deja una Generalitat en crisis

Aconsejado por no se sabe qui¨¦n, Camps se resisti¨® a aceptar lo que a ojos de una inmensa mayor¨ªa eran unos hechos irremediables: el magistrado del TSJ valenciano Jos¨¦ Flors hab¨ªa encontrado durante su investigaci¨®n suficientes pruebas para sentarlo en el banquillo. Crey¨® que con su amplia victoria -pero menos- en las recientes auton¨®micas los valencianos le perdonaban sus presuntos delitos; imperdonable error en un licenciado en Derecho y en un dem¨®crata. Las urnas solo lavan responsabilidades pol¨ªticas y no todas las veces, porque el pasado -m¨¢s entre quienes se dedican a tan mal visto oficio- siempre vuelve.

Camps se defiende afirmando que un presidente no se vende "por tres trajes". Cierto, ni tan siquiera por cinco, m¨¢s otras tantas americanas y un par de zapatos, que son las prendas que el magistrado Flors cree que recibi¨® de la trama G¨¹rtel. Aunque a alguien le suene incre¨ªble, Francisco Camps no se ha lucrado durante su estancia en la Generalitat, vaya eso en su honor. Pero, en el mejor de los casos, no ha visto c¨®mo otros, entre ellos su "amiguito del alma" rapi?aban las arcas p¨²blicas. Y, en el peor, ha preferido mirar para otra parte. De eso s¨ª que es responsable. De ser l¨¢bil ante el halago y soberbio en la victoria.

A Joseph Fouch¨¦ le atribuyen la frase: "Es peor que un crimen, es un error". Camps, por descontado, no ha asesinado a nadie, no est¨¢ en su naturaleza, pero errores los ha cometido y muy numerosos. Ha confiado en gente nada recomendable a la que ha mantenido en la vida p¨²blica cuando era m¨¢s que notoria su implicaci¨®n en asuntos turbios. No es casualidad que los mayores esc¨¢ndalos de corrupci¨®n ocurridos en la Comunidad Valenciana se hayan producido durante su mandato sin que hasta ultim¨ªsima hora se decidiera a tomar alguna medida, siempre forzada por las actuaciones policiales o judiciales. En cambio, no le tembl¨® la mano a la hora deshacerse de sus adversarios internos en el partido. Ah¨ª fue implacable; pero en la lucha contra la corrupci¨®n, negligente.

Ayer dej¨® su cargo entre el alivio de muchos de sus compa?eros. Tarde, muy tarde, Debi¨® hacerlo m¨¢s de dos a?os atr¨¢s.

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