Europa medio despierta
Cuando se cumple el cuarto aniversario de la Gran Recesi¨®n que est¨¢ cambiando el mundo, nos adentramos en otro verano en el que vamos a vivir peligrosamente. Ya ocurri¨® en 1991 con la sorprendente implosi¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, o hace dos est¨ªos con la crisis de las hipotecas basura en Estados Unidos. Estos meses, adem¨¢s de para las bicicletas, son propicios para detenerse a reflexionar sobre lo que nos est¨¢ pasando. Los grandes poderes, Estados Unidos y Europa, ven desvanecerse su influencia, mientras China, India y Brasil se disparan, el mundo ¨¢rabe estalla, Washington pelea por no entrar en quiebra, la divisa europea est¨¢ amenazada y la pol¨ªtica democr¨¢tica, la ¨²nica herramienta de la que disponemos, la menos mala, parece impotente para conducir la situaci¨®n. El Nobel estadounidense de Econom¨ªa Paul Krugman acierta al escribir que estamos rayando la locura. Solo al borde del precipicio, el casi colapso de Italia, la tercera econom¨ªa de la eurozona, demasiado grande para ser rescatada, junto con Espa?a, la siguiente ficha del domin¨®, los dirigentes europeos han despertado de su profundo sue?o.
La crisis requiere del vigor de una nueva generaci¨®n de pol¨ªticos que sepan conectar con el ciudadano
En una reuni¨®n de siete horas en Berl¨ªn, Angela Merkel, la supuesta l¨ªder de una Europa de enanos; Sarkozy, crecientemente jibarizado en su presidencia de Francia, y Trichet, el fundamentalista gobernador del BCE, urdieron la marcha atr¨¢s y cambio de rumbo para defender el euro, el activo m¨¢s relevante de la Uni¨®n, y atajar un p¨¢nico financiero global. Aceptaron el fracaso de las pol¨ªticas de austeridad a cualquier coste que han impuesto durante un ag¨®nico a?o a Grecia, Irlanda, Portugal y Espa?a; admitieron lo que ya sab¨ªamos, que Grecia est¨¢ quebrada, asumiendo adem¨¢s la europeizaci¨®n de la deuda griega.
Esto significa que los contribuyentes europeos, sobre todo los alemanes, pagar¨¢n la factura de la defensa del euro. Los actores principales han hecho algo que no quer¨ªan: Alemania, aceptar la herej¨ªa de las transferencias de los pa¨ªses m¨¢s ricos a los m¨¢s pobres, aunque logrando a cambio que los tenedores privados de deuda, bancos y fondos, cobren menos intereses y aplacen hasta 30 a?os la recuperaci¨®n de sus bonos. El Banco Central Europeo se traga su l¨ªnea roja y admite lo que eufem¨ªsticamente se ha dado en llamar una quiebra selectiva.
El volantazo no es menor. La UE acepta la necesidad de una estrategia de crecimiento reconociendo que el apretado de clavijas presupuestario hundir¨ªa a¨²n m¨¢s a los ahogados. Europa medio despierta. El temido fantasma del momento Lehman Brothers no se ha aparecido. No es exactamente un Plan Marshall, pero s¨ª pretende convertir el Fondo de Estabilizaci¨®n en una suerte de Fondo Monetario europeo, capaz de comprar deuda en los mercados secundarios.
?Rescate de Grecia o reestructuraci¨®n de la deuda? ?Cortafuegos suficiente o tirita m¨¢s ancha? No eran los mercados, est¨²pido, no se trataba de un problema t¨¦cnico, no era solo un asunto griego, era la pol¨ªtica, m¨¢s bien la falta de pol¨ªtica europea, la irresponsabilidad de sus l¨ªderes, la inacci¨®n, lo que ha sembrado el p¨¢nico en los mercados. Siendo optimistas, podemos pensar que el coraz¨®n europeo vuelve a latir porque su miocardio, fundamentalmente Alemania y Francia, se han dado cuenta de que solo una mayor integraci¨®n pol¨ªtica, fiscal y econ¨®mica, con nuevas p¨¦rdidas de soberan¨ªa nacionales, lograr¨¢ salvar el proyecto europeo. Merkel, que carece de la pasi¨®n europea de antiguos cancilleres democristianos de su partido, como Adenauer o Kohl, deber¨¢ remar a contracorriente de su opini¨®n p¨²blica y explicar a sus ciudadanos que el inter¨¦s superior de Alemania pasa porque contin¨²en pagando m¨¢s Europa. La canciller ya no puede seguir dando carnaza populista al Bild Zeitung, le toca ser estadista. Debe colgar el uniforme de se?ora Thatcher y, con ¨¦l, su visi¨®n contable de la Uni¨®n.
Europa, escribe Philip Stephens en el Financial Times, debe dejar de ser westfaliana, organizada de nuevo alrededor de la soberan¨ªa nacional. Voltear la renacionalizaci¨®n actual de las pol¨ªticas no va a ser sin embargo suficiente. Europa necesita un nuevo relato. El proyecto de paz para evitar nuevas guerras intraeuropeas es ininteligible para las nuevas generaciones. El semanario Die Zeit estima que Europa nunca ha encontrado una justificaci¨®n alternativa para la uni¨®n pol¨ªtica. La soluci¨®n a la crisis no va a encontrarse en la vieja Europa. Requerir¨¢ el vigor y el lenguaje de una nueva generaci¨®n de pol¨ªticos que sepan conectar con la ciudadan¨ªa. Los estamos esperando. Ha sido Obama quien llam¨® a Merkel inst¨¢ndole a actuar para detener el contagio de la deuda europea. El presidente norteamericano a¨²n tiene que desactivar el juego de la ruleta rusa al que le obligan a jugar los fundamentalistas republicanos, que antes que subir impuestos prefieren el suicidio pol¨ªtico. Parece que, tambi¨¦n al borde del precipicio, conseguir¨¢ un acuerdo para elevar el techo de la deuda, evitando una b¨ªblica y apocal¨ªptica quiebra de EE UU.
fgbasterra@gmail.com
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