Un australiano en Par¨ªs
Cadel Evans pone a Ocean¨ªa en el mapa de los ganadores del Tour
Hoy, en Par¨ªs habr¨¢ varias premi¨¨res ciclistas, como corresponde a los Campos El¨ªseos, la avenida de los grandes estrenos, y algunas repeticiones de cl¨¢sicos, que como bien se sabe, nunca pasan de moda. Por primera vez habr¨¢ dos hermanos sobre el podio, los luxemburgueses Andy y Frank, que tanto lo celebraron, aunque Andy se sintiera "decepcionado" por terminar segundo por tercera vez consecutiva; y por primera vez sonar¨¢ el himno australiano en honor al ganador, otro habitual del segundo escal¨®n, quien, coherentemente con su forma de correr, de ser, tan sosa tambi¨¦n, calific¨® de "coherente" su victoria, tan despendoladamente celebrada en Melbourne, en directo, a las dos de la ma?ana, lo que tampoco impresion¨® a Evans: "No era mi objetivo hacer disfrutar a Australia".
La coherencia Evans la impuso en el que quiz¨¢s era el equipo m¨¢s incoherente de los ¨²ltimos a?os. Capricho del suizo millonario del sonotone, Andy Rihs, el BMC -marca de bicicletas- es la herencia directa del Phonak, aquel equipo escandaloso de Tyler Hamilton y Floyd Landis, y lo dirige el mismo John Lelangue que tan feliz como ayer estaba hace cinco a?os, cuando Landis gan¨® moment¨¢neamente el Tour al derrotar a ?scar Pereiro en la contrarreloj final. Y aunque la experiencia de Hincapi¨¦, ya 16 Tours, ninguno m¨¢s que ¨¦l, el antiguo lugarteniente de Armsrong, como capit¨¢n de ruta, ayudara a dar cierto sentido a su forma de correr, la coherencia no hay que buscarla ah¨ª. Quiz¨¢s se encuentre en la infancia de Evans, talento del mountain bike -no ha salido del vel¨®dromo, como los dem¨¢s grandes australianos del pelot¨®n-, que se enamor¨® del Tour cuando ten¨ªa 14 a?os al ver ganar a Indurain. No es extra?o pues que, en cierto sentido, Evans corra a la Indurain -sin su estilo, sin su clase-, resistiendo en la monta?a, haciendo la diferencia en las contrarreloj.
Ese primer amor por el estilo Indurain lo reforz¨® al llegar a Italia, como joven becario del Saeco, despu¨¦s de los Juegos de Sidney 2000. Evans es, de todas maneras, producto de la escuela fisiol¨®gica italiana, del centro Mapei que dirigi¨® hasta su reciente muerte Aldo Sassi. A ¨¦l -"el cient¨ªfico que cre¨ªa en m¨ª m¨¢s que yo mismo y que me anunci¨® seis meses antes de morir que ganar¨ªa el Tour"-, le dedic¨® emocionado la victoria Evans, uno que acab¨® sinti¨¦ndose tan italiano que se ha ido a vivir a Mendrisio, en el Ticino suizo, junto a su mujer, Chiara, pianista, y sus perros. Y en la misma ciudad consigui¨® Evans su victoria m¨¢s importante hasta el Tour de hoy, el Mundial de 2009. El resto de su carrera hab¨ªa sido una colecci¨®n de triunfos en carreras de una semana, una Flecha Valona, y un rosario de situaciones de mala suerte -un pinchazo cuando se jugaba una Vuelta con Valverde, una ca¨ªda en Les Gets enzarzado con un corredor del Euskaltel en el Tour pasado- que le hab¨ªan hecho ganarse la fama de gafe.
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