La Europa del compromiso
Una vez m¨¢s, Europa se ha colocado a s¨ª misma en una situaci¨®n de infarto y luego ha encontrado una soluci¨®n in extremis, seg¨²n un m¨¦todo antiguo y bien contrastado: el del compromiso en el ¨²ltimo minuto. Si queremos seguir siendo optimistas -y debemos seguir si¨¦ndolo-, observaremos que Europa avanza como los cangrejos. No es ni est¨¦tico ni elegante, pero permite avanzar.
El desaf¨ªo principal de ese compromiso era la actitud alemana, que, desde el comienzo de la crisis, ha venido marcada por su negativa a avanzar, las dudas y, finalmente, su regreso a la necesidad europea. Pues si el euro llegase a desaparecer -un escenario absurdo- y Alemania, como desean ciertos representantes de la patronal, volviera a la moneda nacional, esto representar¨ªa un salto hacia adelante tal que la industria germana se ver¨ªa dura y ampliamente penalizada. No olvidemos nunca que nuestras prosperidades nacionales dependen de la estabilidad del euro.
Gracias al euro, Europa debe ser, con China (yuan) y EE UU (d¨®lar), uno de los tres grandes actores del siglo XXI
Como ya es costumbre, hubo un encuentro previo entre Angela Merkel y Nicolas Sarkozy. Pero fue m¨¢s largo que los anteriores y cont¨® con un tercer participante, ya que Nicolas Sarkozy hab¨ªa pedido que Jean-Claude Trichet, el presidente del Banco Central Europeo, estuviera presente. As¨ª pues, fue un enfrentamiento entre dos puntos de vista radicalmente opuestos, el del BCE y el de Alemania, lo que permiti¨® al presidente franc¨¦s ejercer de ¨¢rbitro y promover un compromiso. Alemania obtuvo la participaci¨®n del sector bancario privado en el salvamento de Grecia con la posibilidad, para los bancos, de operar un impago parcial. Pero, en cambio, el fondo europeo de intervenci¨®n ha sido reforzado, aunque no haya sido aumentado; y la posibilidad que se le da de ayudar directamente a los bancos lo convierte en el embri¨®n de un futuro e inevitable fondo monetario europeo. La gran cuesti¨®n que queda planteada es la del crecimiento. Lo hemos visto con Grecia: la cura de austeridad ha producido en efecto un comienzo de saneamiento, pero ha hecho que la econom¨ªa griega se hunda y ha suscitado las protestas de la poblaci¨®n. De lo que se trata, tanto en Europa como en EE UU, es de saber si los diferentes planes de austeridad que se han adoptado simult¨¢neamente no van a frenar en seco el crecimiento que parec¨ªa estar recuper¨¢ndose. Es sorprendente constatar que hace dos a?os todos los dirigentes del planeta se concentraban, con raz¨®n, en la idea de evitar que la recesi¨®n se transformase en depresi¨®n. Pero, desde entonces, la preocupaci¨®n por el crecimiento parec¨ªa haber desaparecido por completo para ceder el sitio a la obsesi¨®n por la deuda, a riesgo de impedir cualquier reactivaci¨®n duradera del crecimiento.
La cumbre de Bruselas parece haber vuelto a la sensatez: en lo que a Grecia se refiere, se ha admitido que los fondos estructurales europeos disponibles -nada desde?ables-, que hab¨ªan sido bloqueados, deben ser reactivados, por ejemplo, para financiar infraestructuras, de forma que estimulen, a trav¨¦s de un gasto p¨²blico europeo, el retorno del crecimiento. Por eso la prensa italiana ha resumido la cumbre de Bruselas hablando de un plan Marshall para Grecia.
De todo esto podemos retener que, m¨¢s all¨¢ de la tregua provocada por los anuncios europeos, no se sabe si este dispositivo ser¨¢ suficiente. Aunque solo sea porque las agencias de calificaci¨®n siguen sin tener la competencia de una agencia europea digna de tal nombre. Aun as¨ª, estas han realizado la haza?a de focalizarse en Grecia e Italia (que acababa de adoptar un plan de austeridad). Ahora bien, el mayor peligro que corre la econom¨ªa mundial no es la situaci¨®n de la zona euro, sino la de Estados Unidos. En efecto, no se sabe si su presidente podr¨¢ evitar la quiebra con la oposici¨®n en el Congreso de un partido republicano extremista. He aqu¨ª una perspectiva que habr¨ªa podido atraer la atenci¨®n de las agencias de calificaci¨®n, pero es cierto que son todas norteamericanas.
Respecto a Europa, nuestros dirigentes deber¨ªan asignarse dos objetivos: volver a crear las condiciones para un crecimiento fuerte. ?Por qu¨¦ no retomar la vieja propuesta de Jacques Delors y emitir eurobonos? No para financiar la deuda (aunque esto podr¨ªa ser bien ¨²til), sino para financiar, a trav¨¦s de toda Europa, el esfuerzo de investigaci¨®n e innovaci¨®n que necesitamos. Segundo objetivo: volver a construir un sue?o pol¨ªtico europeo; hacer comprender a todos los pueblos que el siglo XXI puede y debe ser el de una Europa que asuma el lugar que le corresponde en este mundo multipolar que es el nuestro. Y, gracias a su moneda, Europa debe ser, con China y Estados Unidos, es decir, con el d¨®lar y el yuan, uno de los tres grandes actores de nuestro tiempo.
Traducci¨®n de Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva.
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