Entre la realidad y el deseo
El Congreso de los Diputados aprob¨® el pasado 22 de junio la convalidaci¨®n del Real Decreto Ley que regula la negociaci¨®n colectiva. Esa decisi¨®n se produce en un momento en el que desde sectores empresariales, partidos de la oposici¨®n y expertos tertulianos, valga la contradicci¨®n, se viene atacando a la negociaci¨®n colectiva como uno de los or¨ªgenes de la desaparici¨®n de puestos de trabajo y de la escasa competitividad empresarial en nuestro pa¨ªs.
Buena parte de esa cr¨ªtica responde a la mezcla de un doctrinarismo ideol¨®gico que enaltece el mercado y la desregulaci¨®n y quiere cargar sobre los trabajadores el coste de la crisis econ¨®mica que ellos, gente muy poderosa, han provocado.
La reforma de la negociaci¨®n colectiva salvaguarda un sistema generador de riqueza y empleo
Por eso, lo primero que deber¨ªamos recordar son los logros conseguidos a lo largo de todo este tiempo de negociaci¨®n colectiva, y pensar en las consecuencias que probablemente tendr¨ªa su imprudente desmantelamiento.
Porque si Espa?a ha crecido econ¨®micamente, si es m¨¢s competitiva y goza del bienestar actual, tambi¨¦n ha sido por la pr¨¢ctica de una negociaci¨®n colectiva responsable; invisible a veces, pero que garantiza a m¨¢s de 10 millones de trabajadores, salarios, jornada, turnos, vacaciones, formaci¨®n, prevenci¨®n de riesgos, promoci¨®n interna, pensiones. Todo ello a trav¨¦s de m¨¢s de 5.000 convenios anuales. Durante las tres ¨²ltimas d¨¦cadas, sindicalistas y empresarios han sido capaces de superar una larga tradici¨®n de enfrentamiento y sustituirla por el di¨¢logo y el acuerdo como mejor forma de establecer sus relaciones laborales. Gracias a la negociaci¨®n colectiva se distribuye en t¨¦rminos de contabilidad nacional m¨¢s de la mitad de la renta generada del pa¨ªs. Pocas dudas hay de que el r¨¢pido ensanchamiento de las clases medias en la Espa?a democr¨¢tica tiene mucho que ver con esta pr¨¢ctica.
Es esta tradici¨®n de negociaci¨®n colectiva la que preserva el real decreto que aprobamos el 22 de mayo, y los cambios que en ¨¦l se recogen responden a buena parte de las demandas de los interlocutores sociales expresadas en los ¨²ltimos a?os.
Es verdad que patronal y sindicatos no llegaron finalmente a un acuerdo, y tambi¨¦n es cierto que ante esa situaci¨®n el Gobierno deb¨ªa proponer una soluci¨®n. Es posible que esa soluci¨®n no le guste a algunos, y no por su contenido, sino porque es una soluci¨®n. Sin embargo lo es, y lo es porque el texto presentado es equilibrado y suficiente para hacer frente a los constantes cambios de la econom¨ªa y el trabajo.
Actualmente m¨¢s del 65% de la negociaci¨®n colectiva se hace a trav¨¦s de los convenios provinciales, cuyos contenidos fundamentales son jornada y salarios.La experiencia ha demostrado que la atomizaci¨®n y su escasa vertebraci¨®n, les convierte en incapaces para impulsar los cambios que muchas veces necesitan nuestras empresas y nuestros trabajadores; por eso el real decreto apuesta por una negociaci¨®n colectiva m¨¢s cercana a la empresa facilitando estos convenios que actualmente representan apenas el 10%, y los sectoriales de comunidad aut¨®noma, que tan solo son el 8%.
Este desplazamiento del centro de la negociaci¨®n hacia la empresa, va acompa?ado del reforzamiento de su estructura sectorial y auton¨®mica que permitir¨¢ ordenar materias a negociar en cada ¨¢mbito articul¨¢ndolas en los diferentes niveles de negociaci¨®n. ?Para qu¨¦ todo ello? Para aumentar la flexibilidad en la organizaci¨®n de los recursos de la empresa (horario, salario, planificaci¨®n de vacaciones, clasificaci¨®n profesional, conciliaci¨®n de la vida laboral y familiar, etc¨¦tera, etc¨¦tera), prim¨¢ndola frente a la opci¨®n de ajuste de plantillas como recurso m¨¢s f¨¢cil.
Los patronos no tienen nuevas prerrogativas, todos los convenios son fruto del acuerdo entre partes, y como siempre, si la patronal realiza una propuesta poco razonable y regresiva la parte social no tendr¨¢ m¨¢s remedio que rechazarla. El posible desequilibrio que este tipo de negociaci¨®n puede suponer se compensa en parte con la modificaci¨®n del art¨ªculo 87 del ET que refuerza el papel de las secciones sindicales sobre los comit¨¦s y delegados de personal en esta negociaci¨®n.
Frente a esta flexibilidad negociada que contempla el real decreto, los empresarios han defendido una flexibilidad impuesta que nada tiene que ver ni con lo recogido en la norma aprobada en el Congreso, ni con la filosof¨ªa que la sustenta; si a ello le unimos la no aceptaci¨®n de la propuesta empresarial de suprimir la ultraactividad "limitando la pr¨®rroga de vigencia de los convenios y caso de no llegar acuerdo aplicar los acuerdos sectoriales de cobertura de vac¨ªos", podremos comprender que la ofensiva por desregular la negociaci¨®n colectiva ha fracasado, por ahora. Porque hay marco de negociaci¨®n democr¨¢tica en las empresas y se garantiza la pr¨®rroga del contenido regulador del convenio en su totalidad hasta que se suscriba otro nuevo, sin que pueda existir riesgo de vac¨ªo de regulaci¨®n. Pasado el tiempo, ocho meses cuando la vigencia del convenio anterior fuera inferior a dos a?os, o 14 en los restantes, el arbitraje resolver¨¢ la controversia.
As¨ª pues, y frente a lo que se ha dicho, la negociaci¨®n colectiva no sale descuartizada de esta regulaci¨®n, ni de las l¨®gicas tensiones parlamentarias que hubo en su convalidaci¨®n el 22 de junio; que las hubo, ?por supuesto!, amplificadas por la materia en discusi¨®n y por el cambio de voto de algunos grupos en el ¨²ltimo momento. Sin embargo, ni el Gobierno ni el Grupo Socialista cedieron para modificar los dos ejes b¨¢sicos que equilibran esta reforma: flexibilidad interna negociada y mantenimiento de la ultraactividad.
No se cerr¨® tampoco la posibilidad de estudiar la jurisprudencia que puede hacer volver a la redacci¨®n anterior a la aprobaci¨®n del real decreto el encaje de los convenios de comunidades aut¨®nomas, como ya se hizo en el a?o 1994 y, por cierto, desde entonces nunca se ha roto la unidad de mercado de trabajo.
El debate nos dej¨® algunas conclusiones: por un lado el PP no quiere descubrir sus propuestas, y a la pregunta del presidente del Gobierno en el debate del estado de la naci¨®n ?qu¨¦ piensa usted sobre la ultraactividad de los convenios?, Mariano Rajoy se mantuvo en un ominoso silencio. Por otro, qued¨® claro que la patronal canaliza a trav¨¦s de CiU su modelo de negociaci¨®n colectiva. Y por ¨²ltimo, para la izquierda testimonial "cualquier tiempo pasado fue mejor", como siempre.
Estos son todos los "rotos y cambalaches" que la "impericia" del Gobierno realiz¨® ese d¨ªa, seg¨²n han denunciado algunos desde estas mismas p¨¢ginas.
La vida nos ense?a a ser humildes, y la vida parlamentaria, cuando no se tiene mayor¨ªa absoluta, nos ense?a a ser muy humildes. Conseguir los votos necesarios para aprobar una norma siempre nos exige ceder y transar, no hay otro camino. La cuesti¨®n es si despu¨¦s de hacerlo uno se sigue reconociendo en lo acordado.
Este veterano sindicalista y diputado socialista se reconoce en ello, y lo defiende con el orgullo y la conciencia serena del que sabe donde est¨¢.
Jes¨²s Membrado Giner es portavoz socialista en la Comisi¨®n de Trabajo.
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