Los huevos de Agust¨ªn
Galicia bien puede desaparecer. El aviso de extinci¨®n lo dej¨® Ant¨®n Baamonde en la revista Luzes de Galicia. Demediaba la d¨¦cada de los a?os noventa, cuando m¨¢s aplastante se exhib¨ªa la hegemon¨ªa del fraguismo. El entusiasmo autonomista de Manuel Fraga ya se hab¨ªa rendido a la gesti¨®n rutinaria de la Galicia realmente existente como territorio pol¨ªtico vencido; el conservadurismo din¨¢mico de su primer mandato embarrancara debido a la ausencia de todo proyecto de futuro que no fuese la ocupaci¨®n del poder. El galleguismo de autoidentificaci¨®n, con el que se hab¨ªa estrenado Fraga, pas¨® de ser un exitoso posicionamiento electoral a convertirse en una amable ideolog¨ªa de guardarropa, reservada para adornar su biograf¨ªa en ocasiones solemnes y en las fiestas patrias. La p¨¦rdida de peso pol¨ªtico de Galicia en el Estado era compensada por el volumen de la Administraci¨®n auton¨®mica. En un contexto de bonanza econ¨®mica y abundancias presupuestarias rein¨® pl¨¢cidamente una especie de keynesianismo conservador que hizo de la inversi¨®n en grandes infraestructuras el emblema de la modernizaci¨®n del pa¨ªs. Y Galicia sobrevivi¨® a la era Fraga.
El vaciado, par¨¢lisis o infrautilizaci¨®n del autogobierno encuentran aqu¨ª poca oposici¨®n
Como consecuencia de la restauraci¨®n conservadora se multiplican las dudas respeto de la sostenibilidad institucional del autogobierno gallego. El papel que se le atribuye en la geopol¨ªtica conservadora no deja mucho margen para alegr¨ªas. Desde 2009, en el imaginario del Partido Popular, Galicia es el modelo de gobierno a clonar: ejercicio de intervenciones m¨ªnimas, austeridad encubridora de una reducci¨®n en el gasto social, abandono de pol¨ªticas econ¨®micas o de empleo activas dejando hacer al mercado... El PP, que gobierna ya la mayor¨ªa de las comunidades aut¨®nomas, alienta un proceso de recentralizaci¨®n para crear un Estado de Nueva Planta que evite, seg¨²n Esperanza Aguirre, que "la pol¨ªtica nacional sea sierva de las comunidades". El primer paso para reforzar la autoridad del Gobierno central ser¨¢ la devoluci¨®n de competencias.
Desde que la FAES inici¨® su santa cruzada contra el Estado de las autonom¨ªas, el presidente Feij¨®o se dedic¨® al escapismo. Hace d¨ªas se desembaraz¨® expeditivamente de la oferta del PSdeG para iniciar la reforma de nuestro Estatuto. Argument¨® la urgencia de resolver, primero, los problemas de financiaci¨®n y la necesidad completar, igualmente, la transferencia de competencias pendientes. Dos urgencias que deber¨ªan haberse resuelto en su primer a?o de gobierno. A Feij¨®o no le parece pertinente la reforma de un "Estatuto que funciona bien". Para nuestro presidente, lo bueno est¨¢ re?ido con lo mejor. Ahora rechaza la reforma con la misma contundencia con la que opuso a nuevo Estatuto antes de que fuese dictada la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut. Hay sentencia desde hace meses, pero Feij¨®o no tiene prisa: no ser¨¢ Galicia quien active una ampliaci¨®n de su autogobierno que solo entorpecer¨ªa las maniobras conservadoras para jibarizar el Estado de las autonom¨ªas.
Hace unas semanas, en el homenaje que le dedicaron los Equipos de Normalizaci¨®n e Dinamizaci¨®n Ling¨¹¨ªstica, Agust¨ªn Fern¨¢ndez Paz confes¨® que de ni?o mataba horas y aprend¨ªa biolog¨ªa asaltando nidos de p¨¢jaros para robarle los huevos. Para conservar sus c¨¢scaras y evitar que se pudriesen, se les hac¨ªan dos agujeros min¨²sculos por los que se extra¨ªa la clara y la yema. Vaciado de todo contenido, el huevo conservaba perfectamente sus delicadas formas y colores. El autogobierno gallego lleva camino de acabar como los huevos de Agust¨ªn. Lamentablemente, su vaciado, par¨¢lisis o infrautilizaci¨®n encuentran poca oposici¨®n, trabajan a favor de la corriente. Los sondeos del CIS registran un continuado retroceso del sentimiento galleguista. Las personas que se identificaban como m¨¢s gallegas que espa?olas o que se dicen ¨²nicamente gallegas eran el 32,8%, en 1997, y solo el 22,5% en 2009. Los encuestados que se declaraban decididamente nacionalistas supon¨ªan ese mismo a?o el 15,3%, doce a?os antes sumaban el 32,9%.
Nuestro nudo gordiano es complicado de desatar: tenemos un gobierno que, en nada, se compromete con Galicia como nacionalidad hist¨®rica y una mayor¨ªa de nuestra sociedad civil a la que le resulta indiferente. Nunca fue m¨¢s necesaria la alianza de todos los galleguistas para recuperar Galicia como un espacio de ciudadan¨ªa orgullosa de su identidad cultural y comprometida con la construcci¨®n de una sociedad m¨¢s solidaria. Un camino que se reinici¨® hace treinta anos recuperando la memoria de la democracia republicana. Como entonces, hay que vencer a la mainstream suicida que inhabilita a Galicia como futuro deseable.
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