Racionalizar
El d¨¦ficit sanitario exige mejorar a¨²n m¨¢s la eficiencia y analizar c¨®mo elevar los ingresos
Los ingresos de las Administraciones p¨²blicas se han reducido de manera dr¨¢stica debido a la crisis y pol¨ªticos y expertos, como no pod¨ªa ser de otra forma, dirigen su mirada hacia uno de los cap¨ªtulos presupuestarios m¨¢s voluminosos: la sanidad p¨²blica. Las comunidades aut¨®nomas, principales prestadoras del servicio, al que dedican el 35% de sus presupuestos, est¨¢n especialmente afectadas por un d¨¦ficit que aumenta mes tras mes. Tal situaci¨®n ha generado un debate sembrado de minas. La primera de ellas versa sobre la propia sostenibilidad del sistema. La sanidad es un pilar b¨¢sico del Estado de bienestar y la espa?ola en particular, universal y gratuita, es equitativa, de buena calidad y eficiente (si bien hay margen para optimizar los recursos).
La sanidad p¨²blica espa?ola es muy apreciada por los ciudadanos y es barata. Con relaci¨®n al PIB (el 6,1%) est¨¢ por debajo de la media de la OCDE y, por supuesto, de Estados Unidos y de los grandes pa¨ªses europeos. Las principales causas del aumento del d¨¦ficit son el envejecimiento de la poblaci¨®n, la carest¨ªa de las nuevas tecnolog¨ªas y el abuso en la utilizaci¨®n de los recursos, pero tambi¨¦n y de manera notable, el bajo nivel presupuestario, que a¨²n tiene recorrido hasta equipararse a los pa¨ªses de nuestro entorno. De ah¨ª que el expresidente Felipe Gonz¨¢lez propusiera hace unas semanas elevar dicho presupuesto y, a cambio, eliminar instituciones de tan discutible utilidad como las diputaciones. Como era de esperar, algunos pol¨ªticos, como el gallego Alberto N¨²?ez Feij¨®o, han recibido de buen grado la primera propuesta, pero han hecho o¨ªdos sordos a la segunda. Las diputaciones son ¨®rganos de poder, como lo son las televisiones auton¨®micas, que merman de manera importante las finanzas p¨²blicas.
No obstante, la mayor¨ªa de los Gobiernos aut¨®nomos, con el central al frente, ya est¨¢n aplicando medidas de racionalizaci¨®n del gasto sanitario que est¨¢n dando frutos. Las gestiones centralizadas de compras, a¨²n en ciernes, y la reducci¨®n de la factura farmac¨¦utica, imponiendo recortes de precios y subvencionando solo los m¨¢s baratos, son algunas de las principales. Pero hay recorrido para mejorar la eficiencia con iniciativas a¨²n pendientes, como la venta de f¨¢rmacos en unidosis, y otras m¨¢s complejas, como la de incentivar a los m¨¦dicos con una mayor proporci¨®n de sueldo variable o una reorganizaci¨®n de servicios siempre dif¨ªcil dado el inmovilismo sindical. Es m¨¢s dif¨ªcil de entender el cierre de quir¨®fanos y centros de salud (al menos 40 este verano) acometido por Artur Mas en Catalu?a, la amenaza de Esperanza Aguirre de reducir los servicios de restauraci¨®n de los hospitales de Madrid o dejar sin cubrir sustituciones o bajas como hace Jos¨¦ Antonio Gri?¨¢n en Andaluc¨ªa. Medidas de este tipo son todav¨ªa m¨¢s incomprensibles cuando van acompa?adas de reducciones o promesas de reducci¨®n de impuestos, como sucede en Asturias, adem¨¢s de en Catalu?a y Madrid.
Elevar el presupuesto sanitario como propone Gonz¨¢lez puede realizarse v¨ªa impuestos, pero tambi¨¦n a trav¨¦s del copago. Italia va a introducir una modalidad de copago muy duro, junto al paquete de medidas de reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico, que puede dejar fuera del sistema a los m¨¢s necesitados. El copago ya existe en los f¨¢rmacos, aunque aparentemente no ha sido un freno para que se disparase la factura. Aplicarlo al conjunto de las prestaciones sanitarias puede ser factible y recomendable si sirve precisamente para salvaguardar el sistema p¨²blico sin mermar la equidad del propio sistema. Esto ser¨ªa as¨ª si se impusieran pagos simb¨®licos, pero de fuerte efecto disuasorio, para reducir el n¨²mero de visitas al m¨¦dico por habitante, que es el m¨¢s alto de Europa; un dato que es imprescindible tener en cuenta en el ya abierto camino racionalizador.
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