La energ¨ªa encuentra su nuevo Eldorado
La exploraci¨®n de gas natural no convencional se dispara en medio mundo tras el ¨¦xito de EE UU - Europa, como Espa?a, se debate entre la necesidad y la protecci¨®n medioambiental
Como man¨¢ ca¨ªdo del cielo; como manantial en el desierto; como el descubrimiento de Eldorado en forma de gas... El mercado de la energ¨ªa est¨¢ revolucionado. La raz¨®n: los adelantos tecnol¨®gicos de los ¨²ltimos a?os han hecho posible extraer hidrocarburos all¨ª donde se pensaba que solo hab¨ªa pozos agotados. Resultado: los hallazgos se suceden, la estimaci¨®n de reservas crece como la espuma en medio mundo, las posibilidades de negocio se disparan y la especulaci¨®n empieza a sacar la cabeza. Crece tambi¨¦n la pol¨¦mica por las consecuencias del nuevo negocio en el medioambiente.
El asunto tambi¨¦n afecta a Espa?a. En toda la historia, se?alan los especialistas, en Espa?a se han perforado alrededor de 1.000 pozos para intentar extraer gas o petr¨®leo, con poco ¨¦xito, todo hay que decirlo. Pues bien, en los ¨²ltimos meses, la petici¨®n de permisos para explorar crece de forma significativa. Algo sucede. Y sucede en las ¨¢reas donde hay rastros de hidrocarburos, el Cant¨¢brico, los Pirineos y la zona de Arag¨®n.
Grandes empresas han invertido 44.000 millones en apenas dos a?os
EE UU va a pasar de importador a exportador por los nuevos hallazgos
Francia paraliza los proyectos hasta conocer el posible impacto ecol¨®gico
En Espa?a, el Gobierno vasco impulsa un plan de exploraci¨®n
Los cr¨ªticos dicen que el proceso libera el da?ino gas metano
Los exportadores tradicionales pueden perder poder de mercado
La causa de tanta agitaci¨®n es el llamado gas no convencional (unconventional gas). Se denomina gas no convencional no porque sea un hidrocarburo con caracter¨ªsticas nuevas (es sencillamente, gas natural), sino por las t¨¦cnicas (no convencionales) que se utilizan para extraerlo. La definici¨®n engloba al denominado shale gas (gas de esquisto), el tight gas (gas que se extrae de arenas compactas) y el coal bed methane (metano del manto de carb¨®n). ?Cu¨¢les son las t¨¦cnicas del milagro? Fundamentalmente dos unidas: la perforaci¨®n profunda en horizontal y el llamado fracking. Este ¨²ltimo procedimiento consiste en la inyecci¨®n de agua, arena y productos qu¨ªmicos a alta presi¨®n para fracturar las rocas (llamadas madre) en las que est¨¢ contenido el gas (shale gas) o el petr¨®leo (shale oil).
Para entender el negocio que est¨¢ revolucionando el mercado -el primero que habl¨® de "revoluci¨®n" fue el ejecutivo de BP, Tony Hayward- se puede hacer la comparaci¨®n siguiente: imaginemos una gigantesca esponja y sus cavidades llenas de gas o petr¨®leo. Pues bien, si antes las empresas petroleras y gasistas se limitaban a chupar el contenido de las cavidades hasta agotarlas, ahora son capaces de penetrar en el n¨²cleo de la esponja y partirlo para que libere m¨¢s contenido. Literalmente, se exprime el lim¨®n hasta la ¨²ltima gota.
Los resultados han sido espectaculares en EE UU. All¨ª, compa?¨ªas petroleras de tama?o medio comenzaron a trabajar en los a?os ochenta en la extracci¨®n de gas de lo que los ge¨®logos denominan "roca madre". El ¨¦xito fue tal que las grandes empresas, de Exxon a BP, pasando por ENI, Shell o Statoil han invertido 44.000 millones de euros en solo dos a?os, seg¨²n datos manejados por Gas Natural Fenosa. Las ganadoras: empresas de tama?o peque?o o medio como Chesapeake, Exco, XTO Energy, Atlas o Duvenay, que apostaron por el nuevo gas, adquirieron derechos de explotaci¨®n en miles de acres y han llegado a acuerdos con las grandes compa?¨ªas.
En EE UU, las cifras marean. Se abren pozos por miles y el pa¨ªs, que consume anualmente 646 bcm (miles de millones de metros c¨²bicos), va a pasar de ser el primer importador de gas del mundo a exportar producto. En cifras: seg¨²n la Energy Information Administration (EIA) de EE UU (2011 Energy Outlook) existen unas reservas recuperables de shale gas en EE UU de entre 11,9 y 34,8 tcm (billones de metros c¨²bicos). Cifras dif¨ªcilmente abarcables en conjunto pero que se entienden mejor con una sola frase: en el mejor de los supuestos asegurar¨ªan el suministro de gas al mercado americano durante un siglo. Espectacular. Si en 2008 el gas no convencional supon¨ªa el 6% del consumo estadounidense, en 2035, seg¨²n la ¨²ltima estimaci¨®n de la EIA, podr¨ªa alcanzar el 56,8% de la producci¨®n total. En esa fecha podr¨ªa darse ya exportaci¨®n neta. No obstante, todo depende de los precios. La explosi¨®n del gas no convencional ha reducido los precios a la mitad, lo que podr¨ªa ralentizar algunas inversiones.
Pero el ¨¦xito es tal que la exploraci¨®n se est¨¢ disparando en todo el mundo. La publicaci¨®n World Shale Gas Resources: An Initial Assessment presenta una estimaci¨®n de las reservas recuperables en 48 cuencas geol¨®gicas repartidas en 32 pa¨ªses, con reservas estimadas de 163 billones de metros c¨²bicos (tcm). Para ese tesoro, explica Antonio Merino, director de An¨¢lisis del Entorno de Repsol, se preve¨ªa una extracci¨®n lenta "pero las perspectivas se han acelerado en Asia-Pac¨ªfico y en Am¨¦rica Latina".
La ola tambi¨¦n ha llegado a Europa, pero de forma diversa. En l¨ªneas generales, en el Viejo Continente, la forma de encarar el negocio del shale gas tiene extremos. Para empezar, el desarrollo del negocio va m¨¢s lento porque la legislaci¨®n es distinta de la de EE UU, donde el propietario de un terreno lo es tambi¨¦n del subsuelo, algo que no sucede en Europa. Los extremos, representados por Polonia y Francia, vienen dados por la forma de encarar las cr¨ªticas por el impacto sobre el medioambiente de las nuevas formas de extraer gas. Polonia ha decidido iniciar la carrera mientras que Francia ha paralizado los proyectos hasta determinar el alcance de las t¨¦cnicas en el medioambiente en general y en los acu¨ªferos en particular.
Y ?qu¨¦ sucede en Espa?a? Tambi¨¦n hay actividad. Se solicitan permisos, en general por empresas poco conocidas participadas por fondos de inversi¨®n y compa?¨ªas estadounidenses, y se toman posiciones. "Podr¨ªa existir potencial", asegura Anunciaci¨®n P¨¦rez, de Repsol, "aunque en principio, limitado".
Pero por peque?o que sea el potencial, puede ser m¨¢s que interesante para un pa¨ªs como Espa?a, que importa pr¨¢cticamente el 100% del petr¨®leo y es absolutamente dependiente en materia energ¨¦tica. Aunque en Europa, como en Espa?a, "estamos m¨¢s de una d¨¦cada por detr¨¢s de EE UU", seg¨²n explica Santiago Ledesma, experto de Gas Natural Fenosa. Pero por poco gas que haya en Espa?a, si alg¨²n pozo es rentable, para alguna comunidad aut¨®noma puede ser como tocar un pedazo de cielo con la punta de los dedos.
Es el caso del Pa¨ªs Vasco. El gas natural es la energ¨ªa con m¨¢s demanda en la comunidad (42% de la demanda energ¨¦tica total) y el Ente Vasco de la Energ¨ªa (EVE) ha decidido apostar a la carta del shale gas. En el Pa¨ªs Vasco se han identificado varias ¨¢reas en las que podr¨ªa haber gas no convencional. En ?lava (proyecto Gran Enara) est¨¢ lo m¨¢s prometedor. Se trata de una zona de 1.400 kil¨®metros cuadrados, cubierta por cuatro permisos administrativos (Enara, Mirua, Usapal y Usoa, cuatro clases de p¨¢jaros en euskera). All¨ª puede haber un tesoro. Lo explora un consorcio formado por el EVE (42,82%) y las empresas norteamericanas Heyco Energy Espa?a (21,88%) y Cambria Europe (35,30%). El tesoro, en el caso m¨¢s optimista, seg¨²n fuentes al tanto del proyecto, puede suponer para el Pa¨ªs Vasco el equivalente al consumo de 60 a?os. O de cinco a?os si se considera el consumo espa?ol. Son magnitudes importantes para un pa¨ªs que, excepto el carb¨®n, cuestionado por el impacto medioambiental de sus emisiones, carece absolutamente de recursos energ¨¦ticos f¨®siles.
El futuro del shale gas en Espa?a, aunque modesto, puede por lo tanto contribuir a disminuir la factura energ¨¦tica del pa¨ªs. A condici¨®n, eso s¨ª, de que se aclaren las consecuencias de las explotaciones para el medioambiente y de que la regulaci¨®n (nacional o comunitaria) no interfiera. Lo que puede suceder. De momento, la regulaci¨®n no est¨¢ clara. Ni en el ¨¢mbito de pa¨ªs (como queda claro con los casos de Polonia y Francia) ni a nivel comunitario. De Bruselas, y en concreto de la Comisar¨ªa de Acci¨®n por el Clima, ya han salido advertencias por el posible impacto del nuevo negocio, el shale gas, en las emisiones de gases de efecto invernadero, porque algunos especialistas en medioambiente sostienen que el proceso de extracci¨®n de gas no convencional supone elevar las emisiones de gas metano, muy perjudiciales para la atm¨®sfera y sobre cuyos efectos se han ocupado incluso best sellers como El Quinto D¨ªa, de Frank Sch?nting).
Las consecuencias del nuevo negocio son m¨²ltiples. Para los exportadores tradicionales, caso de Rusia o Argelia, el gas no convencional puede conllevar una p¨¦rdida importante de poder e incluso de ingresos si los precios se acomodan a la mayor oferta. Tambi¨¦n puede haber consecuencias para las renovables porque hidrocarburo abundante y barato puede equivaler a retraso en el desarrollo de algunos negocios. Como asegur¨® recientemente una biblia de los negocios como The Wall Street Journal, "el manantial de gas natural que puede obtenerse de los esquistos mediante fracking podr¨ªa transformar la producci¨®n energ¨¦tica a menos que pol¨ªticos, ambientalistas y la industria lo estropeen todo".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.