Prohibido repetirse
A sus 32 a?os, el brit¨¢nico Jamie Lidell ha asumido la saludable costumbre de no rubricar un solo disco demasiado parecido al anterior. Saludable y desconcertante: ha pasado de la electr¨®nica al nuevo soul o al folk-blues y con ¨¦l no hay manera de intuir por d¨®nde ir¨¢n los tiros. Pero los impredecibles son una especie bien rara, as¨ª que no reprimamos estos instintos libertinos. Lidell tiene prohibido repetirse y, como en aquella vieja canci¨®n de los Smiths, parece desafiar al patio de butacas: "Paradme si cre¨¦is que hab¨¦is escuchado esto antes".
Un p¨²blico joven abarrot¨® el Teatro Lara para disfrutar de un repertorio pegadizo y deliciosamente exc¨¦ntrico. Porque el sexteto ofrece espect¨¢culo antes incluso de pulsar la primera nota, ya solo con su estilismo descacharrante. Jamie -gafitas de pasta, barba de cuatro d¨ªas y gesto de guiri despistado- ha optado por una combinaci¨®n cuasi marbell¨ª de americana, bermudas y calcet¨ªn lila, pero hasta tres de sus acompa?antes tambi¨¦n lucen pantorrilla. El guitarrista (tirantes y pantal¨®n corto) parece un colegial de pago centroeuropeo, mientras que el bajista y el percusionista mulato, ambos con camisetas sin mangas, habr¨ªan encontrado empleo en los ochenta como m¨²sicos de Robert Palmer en versi¨®n filogay. Y el teclista no ense?a muslamen, pero jurar¨ªamos haber visto ese cuello en pico hasta casi el ombligo en alg¨²n videoclip de Wham.
Todo suma a la hora de la seducci¨®n, y este chico de Huntingdon lo consigue haciendo bien casi cualquier cosa que se le ocurre. Abre con Compass, el tema central de su ¨²ltimo disco, una balada tenebrosa que culmina en una maravillosa apoteosis de percusiones. Y en escasos minutos provoca el delirio bailongo con I wanna be your telephone. Faltaban a¨²n las baladas doloridas (It's a kiss, Rope of sand), el soul de los sesenta (Where d'you go), el Stevie Wonder de 1976 (Enough's enough), las bases programadas (Completely exposed) o su abrumadora exhibici¨®n de autosuficiencia en A little bit more, que interpret¨® superponiendo voces, percusiones bucales y manejando la mesa de mezclas en directo. De los cl¨¢sicos a la modernidad, a este Lidell no se le escapa nada.
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