Robert Ettinger, el 'inmortal' n¨²mero 106
Cre¨® el Instituto Cri¨®nico para la congelaci¨®n de cuerpos
Robert Ettinger falleci¨® el pasado s¨¢bado a los 92 a?os. O no. A tenor de sus escritos en la subciencia conocida como cri¨®nica, de la que fue pope y estudioso, en realidad no est¨¢ muerto y espera que se le pueda revivir en siglos venideros. El cad¨¢ver de Ettinger se halla desde su fallecimiento congelado en el Instituto Cri¨®nico de Michigan que ¨¦l fund¨® en 1976, almacenado junto al de su madre y sus dos esposas, entre otros cuerpos que esperan reanimaci¨®n. La hip¨®tesis que manejaba en vida era que, manteniendo los cad¨¢veres congelados a bajas temperaturas, se les podr¨ªa preservar para que, en el futuro, con los nuevos avances de la ciencia, se les pudiera resucitar.
"Es un hecho. Es posible conservar, a muy bajas temperaturas, a personas muertas sin deterioraci¨®n alguna, de forma indefinida", escribi¨® Ettinger en su obra magna, La perspectiva de la inmortalidad, publicada en 1962. "Si la civilizaci¨®n perdura, la ciencia m¨¦dica deber¨ªa permitirnos reparar cualquier da?o al cuerpo humano, incluido el da?o por congelaci¨®n, la senilidad o cualquier causa de muerte... Por eso solo necesitamos almacenar nuestros cuerpos, tras nuestra muerte, en congeladores habilitados para ello, para esperar al d¨ªa en que la ciencia pueda ayudarnos".
"Los pacientes no est¨¢n en realidad muertos", dec¨ªa de los cad¨¢veres
Ahora el cad¨¢ver de Ettinger aguarda ese d¨ªa de catarsis futuro en que se le descongele flotando en un tanque de nitr¨®geno l¨ªquido mantenido a 200 grados cent¨ªgrados bajo cero. Junto al suyo, hay almacenados 105 cuerpos humanos, seg¨²n los datos del centro que fund¨®. El primero en congelarse fue el de su madre. Despu¨¦s, llegar¨ªan los animales de compa?¨ªa: hay 73. En total, el Instituto Cri¨®nico asegura que existen 459 miembros con un contrato de congelaci¨®n, que cuesta unos 20.000 euros por cuerpo.
La revista The New Yorker le dedic¨® a Ettinger un perfil en 2010. En ¨¦l, el profesor aseguraba: "Fundamentalmente, nuestros pacientes no est¨¢n en realidad muertos". Tampoco podr¨ªa decirse que est¨¦n vivos. Para poder sumergirlos en nitr¨®geno se necesita un certificado legal en que un perito atestig¨¹e formalmente la defunci¨®n. Adem¨¢s, en m¨¢s de 30 a?os, ninguno ha sido revivido. La comunidad cient¨ªfica ha alegado en numerosas ocasiones que semejante congelaci¨®n facilita la formaci¨®n de cristales en los tejidos, lo que da?ar¨ªa gravemente las c¨¦lulas.
Nacido en Nueva Jersey en 1918, Ettinger luch¨® en la Segunda Guerra Mundial, en B¨¦lgica. Qued¨® herido de gravedad en un ataque alem¨¢n y tuvo secuelas f¨ªsicas de por vida. Su primer flirteo con el campo de la criogenia vino de su afici¨®n a la fantas¨ªa literaria: en 1948 public¨® un relato sobre la congelaci¨®n y la reanimaci¨®n titulado El pen¨²ltimo triunfo. En los a?os sesenta surgieron numerosas sociedades cri¨®nicas y en 1967 fue congelado en California el primer humano, el profesor James Bedford, fallecido a los 73 a?os. Aquello inaugur¨®, dijo Ettinger, la "era de la Congelaci¨®n".
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