La izquierda y la crisis
No creo que la izquierda est¨¦ en crisis. Ni la igualdad, ni la solidaridad, ni la distribuci¨®n equitativa de bienes y oportunidades. A pesar de ello, es un lugar com¨²n, all¨¢ donde vayas, escuchar proclamas acerca de la grave crisis que padece la izquierda, incluso en los c¨ªrculos intelectuales pertenecientes a la misma. Y ello cuando hay consenso sobre las causas de la situaci¨®n actual: la exaltaci¨®n del individualismo agresivo, la inexistencia de reglas, o desregulaci¨®n, y el incremento de las desigualdades, hasta el punto de que hoy, en Estados Unidos, el 1% de la poblaci¨®n acapara el 23% del ingreso nacional, todas ellas relacionadas con las recetas usuales que fomentan los conservadores.
Hay que valorar el esfuerzo personal, la disciplina y el trabajo bien hecho
De otra parte, la situaci¨®n actual viene marcada por una crisis econ¨®mica profunda y prolongada. Y es normal que situaciones tan graves generen desconcierto, miedo, p¨¦rdida de confianza en las instituciones y en la pol¨ªtica como herramienta para resolverla, lo que conduce a un voto de castigo hacia quien gobierna. En estos momentos, es el calendario quien impone los resultados: en Europa, casi todos los partidos de gobierno que se han enfrentado a elecciones despu¨¦s del inicio de la crisis, ya fueran generales, regionales o locales, las han perdido, con independencia de su signo ideol¨®gico. Las derrotas de los conservadores alemanes o franceses en sus elecciones regionales son comparables a las de los socialistas portugueses o espa?oles. Eso s¨ª, en algo hay diferencias: cuando la derrota afecta a la derecha, no hay debate, ni crisis existencial, ni desencanto, ni derrotismo, porque de ¨¦ste nunca surgen ideas e impulsos para los siguientes retos.
Quiz¨¢ la situaci¨®n de la izquierda se vea afectada por la crisis de la pol¨ªtica. Los ciudadanos se sienten defraudados por la incapacidad de la pol¨ªtica de poner coto a los abusos de los llamados "mercados". Y como suelen identificar izquierda con pol¨ªtica y derecha con mercados, se nos da por derrotados. Y esto tiene que ver con el fen¨®meno de la globalizaci¨®n. Los conservadores en los 80 fueron h¨¢biles al apuntarse la globalizaci¨®n de los mercados y la izquierda no supo, o no pudo, globalizar la pol¨ªtica durante los 90, cuando ¨¦ramos mayor¨ªa.
Para salir de esta crisis, necesitamos valores de corte progresista. En el futuro habr¨¢ menos recursos (por sobrepoblaci¨®n, crisis clim¨¢tica y consumos exagerados) y m¨¢s riesgos (pobreza, escasez alimentos, incremento de la inseguridad) y las soluciones s¨®lo pueden basarse en el principio de solidaridad y empat¨ªa. Solidaridad entre nosotros y con el medio que nos rodea y empat¨ªa como identificaci¨®n afectiva de un sujeto con el estado de ¨¢nimo de otro. Valores progresistas que son transversales, tienen una gran utilidad econ¨®mica y generan cohesi¨®n social, como la igualdad de oportunidades.
No hay duda alguna, y ello es emp¨ªricamente demostrable, que las sociedades mejores son aqu¨¦llas que reparten m¨¢s equitativamente sus recursos; aqu¨¦llas en que las diferencias de renta son menores, y en consecuencia las desigualdades. Se produce all¨ª un mayor bienestar individual y colectivo. Los pa¨ªses m¨¢s igualitarios tienen mayores ¨ªndices de bienestar individual y colectivo, m¨¢s esperanza de vida, m¨¢s bienestar infantil, menor tasa de criminalidad, m¨¢s capacidad de innovaci¨®n y m¨¢s confianza mutua entre los ciudadanos. Y de este modo se puede garantizar una mejor y m¨¢s efectiva protecci¨®n social, otro de los m¨¢s se?alados valores progresistas.
Este debe ser el tipo de sociedad y la representaci¨®n del mundo a la que debe aspirar la izquierda. Porque s¨®lo habr¨¢ empleo con una forma distinta de producir y consumir, una econom¨ªa distinta que incorpore el respeto al medio ambiente, que impulse la transformaci¨®n energ¨¦tica, que se base en la innovaci¨®n constante, que suprima privilegios y oligopolios desfasados y que ampl¨ªe la igualdad de oportunidades, consolidando la sociedad del conocimiento que exigir¨¢ en el futuro empleos de mayor cualificaci¨®n. Porque s¨®lo habr¨¢ futuro si ¨¦ste es inclusivo, si no ahonda las diferencias y sabe manejar la diversidad que representa el fen¨®meno migratorio, reconociendo sus impactos positivos, en el plano econ¨®mico y social. En el econ¨®mico, porque la inmigraci¨®n no compite por el empleo con los nacionales, sino que ayuda a crear otros complementarios, m¨¢s cualificados y mejor remunerados para la poblaci¨®n nativa; y en el social porque su impacto permite amortiguar la crisis demogr¨¢fica a que nos enfrentamos.
Pero tambi¨¦n es cierto que debemos redefinir el rango de los valores que propugnamos. De nuestro ideario debe formar parte la responsabilidad individual. No todo depende de las instituciones p¨²blicas, nuestro esfuerzo tambi¨¦n cuenta, y mucho. Hay que situar en su justo lugar lo que significa el esfuerzo personal, la disciplina y el trabajo bien hecho. La consideraci¨®n de que no se puede recibir algo, sea una prestaci¨®n o una ayuda, sin hacer nada a cambio, salvo que un obst¨¢culo insuperable lo impida. De este modo tambi¨¦n mejoraremos nuestra productividad y nuestra capacidad competitiva, algo de lo que realmente est¨¢ necesitada la econom¨ªa espa?ola.
Jes¨²s Caldera es vicepresidente de la Fundaci¨®n IDEAS y fue ministro de Trabajo entre 2004 y 2008
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