El mal porque s¨ª
Resulta confortable encontrar una explicaci¨®n racional para el mal, pensar que todos los asesinos en serie son producto de m¨²ltiples taras psicol¨®gicas, que los violadores fueron violados en su ni?ez, que a los s¨¢dicos profesionales les masacraron cuando estaban en absoluta indefensi¨®n sus inocentes cuerpos y esp¨ªritus, que ensa?arse con el pr¨®jimo precisa un motivo, que interviene el dinero, el poder, la codicia, la venganza, los celos, el rencor, la humillaci¨®n, esas cositas tan humanas.
Consecuentemente, el abogado de ese monstruoso noruego que planific¨® al detalle el asesinato de casi un centenar de cr¨ªos, con nula vocaci¨®n suicida y sin el menor s¨ªntoma de desesperaci¨®n, ya que tira las armas y se entrega con el ¨¢nimo tranquilo en el momento que aparecen las tard¨ªas fuerzas del orden, aduce que su defendido padece locura, que est¨¢ convencido de que ha comenzado una nueva cruzada y su personalidad se siente en estado de guerra. El pl¨¢cido ogro no ha perdido la sonrisa, sabe que el civilizado estado no va a quitarle la vida. Tambi¨¦n es probable que en nombre de su seguridad le a¨ªslen en las c¨¢rceles de la chusma isl¨¢mica que ¨¦l pretend¨ªa destruir. Y tampoco va a encontrarse en el trullo con los familiares y los amigos de la gente que se carg¨®.
El ogro noruego no pierde la sonrisa, el civilizado estado no le quitar¨¢ la vida Hannibal
Lecter solo se come a los malos y a los que le acorralan
El estupor y el espanto colectivo que ha provocado esa matanza nos pilla a los occidentales demasiado cerca, los muertos tienen dif¨ªcil olvido y no formar¨¢n parte de la impersonal estad¨ªstica ya que no pertenecen al subdesarrollo, son de primera clase, podr¨ªamos ser nosotros y el asesino ese vecino con modales educados y presencia intrascendente. De cualquier forma, imagino que alguna productora ya est¨¢ haciendo planes para reconstruir tan jugosa tragedia. Ojal¨¢ que el proyecto caiga en manos de un artista, de un dotado investigador de las tinieblas. Aunque si ocurriera eso y la pel¨ªcula nos provocara angustia y miedo, seguir¨ªamos si encontrar respuesta cristalina, ni siquiera aproximada para explicar la actitud de la bestia.
En la estremecedora Asesinato en 8 mil¨ªmetros, la ¨²nica y sorprendente obra maestra de un director mediocre como Joel Schumacher, al alucinado interrogante de un detective de por qu¨¦ un millonario encarga que le filmen una pel¨ªcula hard core, perpetrando en directo la lenta tortura y asesinato de una chiquilla, el siniestro abogado de este le responde: "Porque puede". Y el enmascarado matador, apodado Machine, contesta: "Solo por placer, por ver lo que ocurre en los ojos de mi v¨ªctima cuando sabe que va a morir". Los ni?atos rubios de Funny Games que crean el infierno en una apacible familia tampoco necesitan justificaciones para su barbarie. Tampoco entiende la at¨®nita y gimiente familia de A sangre fr¨ªa por qu¨¦ se ceban con ellos dos extra?os. Pobre de aquel que tenga la desgracia de cruzarse con motivo o accidentalmente en el determinista camino del inexpresivo killer en No es pa¨ªs para viejos. Bogdanovich tampoco utilizaba la descripci¨®n psicol¨®gica en Targets al retratar a un fulano que dispara desde una autopista contra todos los desconocidos que encuentra. El comandante del campo de concentraci¨®n en La lista de Schindler mata u otorga clemencia provisional a sus prisioneros en exclusiva funci¨®n de sus resacas y de su ciclot¨ªmico humor. La sofisticada crueldad del apocal¨ªptico matarife de Seven al menos busca la coartada moral de que sus v¨ªctimas son la encarnaci¨®n de los siete pecados capitales. Jeff Bridges en Arlington Road est¨¢ a punto de creerse invadido por la paranoia, en su abrumadora sospecha de que sus encantadores y serviciales vecinos son nazis dispuestos a volar el mundo.
Excepto A sangre fr¨ªa, inmortal libro de Capote que Brooks adapt¨® mod¨¦licamente al cine, los t¨ªtulos anteriores se mov¨ªan en el territorio de la ficci¨®n. El did¨¢ctico Michael Moore intentaba reconstruir la realidad m¨¢s espeluznante en el documental Bowling for Columbine, la raz¨®n de que dos chavales descerebrados cometan una masacre en su instituto. Y Gus Van Sant hizo insoportable experimentalismo visual y narrativo con ella en la grotescamente premiada Elephant. Pero el cine ha hablado con mucha m¨¢s credibilidad y arte del mal cuando lo ha imaginado que cuando posee datos y realismo. Al fascinante (solo en El silencio de los corderos) Hannibal Lecter no le incluyo entre los serial killers. Solo se come a los malos y a los que le acorralan. Este can¨ªbal hasta puede ser l¨ªrico.
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