El valor de lo imperfecto
Al igual que hay inicios de obras que se enquistan en la memoria colectiva e hist¨®rica ("?rase una vez", "En un lugar de La Mancha"), existen t¨ªtulos que nos enamoran y que nos hacen desear leer el texto que encabezan. Para m¨ª, uno de ¨¦stos es Elogio de la imperfecci¨®n. No es porque yo mismo sea imperfecto y desee, tal vez, justificarme, sino porque creo que la imperfecci¨®n constituye un motor indispensable para aspirar si no a la perfecci¨®n s¨ª a mejorar continuamente. La neurobi¨®loga italiana Rita Levi-Montalcini explica con claridad las ventajas de la imperfecci¨®n, a la que rinde tributo a trav¨¦s de su autobiograf¨ªa. Una imperfecci¨®n que seg¨²n ella tambi¨¦n es conveniente desde el punto de vista evolutivo: "El progresivo aumento del cerebro y el espectacular desarrollo de las capacidades intelectuales de nuestra especie son producto de una evoluci¨®n inarm¨®nica que ha originado infinidad de complejos ps¨ªquicos y de comportamientos aberrantes. No es el caso de compa?eros de viaje nuestros como los primates antropomorfos o los insectos, infinitamente m¨¢s numerosos, que nos precedieron cientos de millones de a?os y probablemente nos sobrevivir¨¢n: los que hoy pueblan la superficie del planeta no son sustancialmente distintos de sus antepasados de hace seiscientos millones de a?os. Desde la aparici¨®n del primer ejemplar, su min¨²sculo cerebro se revel¨® tan apto para adaptarse al ambiente y enfrentarse a los predadores que pudo quedar fuera de juego caprichoso de las mutaciones: su fijeza evolutiva se debe a la perfecci¨®n del modelo primordial". "Fijeza evolutiva" como incapacidad de cambiar y de hacer cambiar -para bien o, cierto es, para mal- el mundo.
Probablemente sean los cient¨ªficos los m¨¢s conscientes del valor de la imperfecci¨®n
Probablemente sean los cient¨ªficos los m¨¢s conscientes del valor de la imperfecci¨®n, porque ?qu¨¦ es la ciencia sino mejorar continuamente explicaciones imperfectas de la naturaleza? En el pasado no faltaron cient¨ªficos que pensaron que ya se hab¨ªa logrado la perfecci¨®n. "Una inteligencia que en un momento determinado conociera todas las fuerzas que animan a la naturaleza, as¨ª como la situaci¨®n respectiva de los seres que la componen", escribi¨® Laplace en su Ensayo filos¨®fico de las probabilidades (1814) pensando en el poder -para ¨¦l absoluto- de la f¨ªsica newtoniana, "si adem¨¢s fuera lo suficientemente amplia como para someter a an¨¢lisis tales datos, podr¨ªa abarcar en una sola f¨®rmula los movimientos de los cuerpos m¨¢s grandes del universo y los del ¨¢tomo m¨¢s ligero; nada le resultar¨ªa incierto y tanto el futuro como el pasado estar¨ªan presentes ante sus ojos". Y ochenta a?os m¨¢s tarde (1894), el f¨ªsico estadounidense Albert Abraham Michelson, premio Nobel de F¨ªsica en 1907, sosten¨ªa que parec¨ªa "probable que la mayor¨ªa de los grandes principios b¨¢sicos hayan sido ya firmemente establecidos y que haya que buscar los futuros avances sobre todo aplicando de manera rigurosa estos principios. Las futuras verdades de la Ciencia F¨ªsica se deber¨¢n buscar en la sexta cifra de los decimales". Justo el a?o siguiente, sin embargo, R?ntgen descubr¨ªa los rayos X, a los que sigui¨® (1896) la radiactividad, una de las puntas de una lanza tan afilada que termin¨® destruyendo el firme y seguro mundo newtoniano, abriendo las puertas a la f¨ªsica cu¨¢ntica. Un mundo newtoniano que tambi¨¦n se vio castigado con las dos teor¨ªas (especial y general) de la relatividad que Albert Einstein produjo en 1905 y 1915.
No existe, por consiguiente, perfecci¨®n ni en los humanos (esto lo sabemos muy bien) ni en uno de sus productos m¨¢s logrados, la ciencia; ¨²nicamente ansias de perfecci¨®n y mejoras temporales. El Elogio de la imperfecci¨®n de Rita Levi-Montalcini, publicado en espa?ol por primera vez en 1999 por Ediciones B y que ahora recupera, con una nueva traducci¨®n, Tusquets, constituye una magn¨ªfica met¨¢fora de todo esto. Narra la historia de una mujer de origen jud¨ªo que quiso dedicarse a la ciencia en una ¨¦poca y en un pa¨ªs (la Italia de Mussolini) que no ve¨ªa con demasiada simpat¨ªa -s¨ª con extra?eza (tuvo, por ejemplo, que vencer la oposici¨®n de su padre)- a las mujeres que deseaban ser cient¨ªficas, y mucho menos a los jud¨ªos. Siguiendo caminos complejos -complejidad que no surg¨ªa ¨²nicamente del mundo sociopol¨ªtico que le toc¨® vivir sino tambi¨¦n de la propia ciencia, con sus avenidas de dif¨ªcil acceso, cuando no enga?osas-, esa mujer lleg¨® a aliviar la imperfecci¨®n de uno de los universos cient¨ªficos m¨¢s complejos que se conocen, el del estudio del cerebro, identificando un "factor de crecimiento" de las c¨¦lulas nerviosas, hallazgo por el que recibi¨® en 1986 el Premio Nobel de Medicina.
Una de las consecuencias de la importancia social que ha adquirido la ciencia a lo largo de, especialmente, el ¨²ltimo siglo es que cada vez sean m¨¢s frecuentes las autobiograf¨ªas de cient¨ªficos. Pocas de ¨¦stas, no obstante, pueden competir con la de Levi-Montalcini en ese atributo tan precioso que es humanidad. Una humanidad que transpira por todas y cada una de las p¨¢ginas de este Elogio de la imperfecci¨®n. Una humanidad que se ha mostrado de muy diversas maneras durante la larga vida de su autora (ha cumplido 102 a?os). Una es a trav¨¦s de una fundaci¨®n que preside y que cre¨® en 1994, dedicada a -como ella misma escribe con orgullo en un sencillo libro Las pioneras (subtitulado 'Las mujeres que cambiaron la sociedad y la ciencia desde la Antig¨¹edad hasta nuestros d¨ªas'), cuya versi¨®n al espa?ol tambi¨¦n ve ahora la luz- "prestar ayuda para la alfabetizaci¨®n y la educaci¨®n de las mujeres j¨®venes de los pa¨ªses africanos, a las que concede becas para realizar estudios a todos los niveles". Sin duda pretende as¨ª que la imperfecci¨®n que se manifiesta en el desequilibrio que todav¨ªa existe entre la presencia de hombres y mujeres en la ciencia desaparezca, un fin ¨¦ste a¨²n m¨¢s precioso que descubrir el, por otra parte extremadamente valioso, factor de crecimiento nervioso.
Elogio de la imperfecci¨®n. Rita Levi-Montalcini. Prefacio de Luigi Cavalli-Sforza. Traducci¨®n de Juan Manuel Salmer¨®n. Tusquets. Barcelona, 2011. 296 p¨¢ginas. 20 euros. Las pioneras. Rita Levi-Montalcini y Giuseppina Tripodi. Traducci¨®n de Lara Cort¨¦s. Cr¨ªtica. Barcelona, 2011. 123 p¨¢ginas. 16 euros.
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