Tortilla de mono
"Mire, solo queremos comer". As¨ª de claro se lo dijo un se?or al camarero del bar. Y no tir¨¦ confeti de milagro, qu¨¦ raz¨®n ten¨ªa el hombre. "O nos ayuda, o nos vamos". Y, por supuesto, se fueron. Pobrecitos m¨ªos.
Para poder comer en muchos bares y restaurantes de Euskadi es casi mejor ir solo. Si vas en grupo, es estrictamente necesario conseguir el consenso absoluto de todos. La cosa suele ser m¨¢s o menos as¨ª: las mesas del bar son para pintxos y raciones; las del sal¨®n del fondo son para men¨²; las de abajo, para comer de carta. Esto es as¨ª y as¨ª es. Los grupos mixtos no son bienvenidos. "Perdone, es que mi hija comer¨¢ un pintxo de tortilla y nosotros comeremos de men¨²". Ah, ni hablar. Ustedes aqu¨ª, pero la ni?a tiene que ir a comerse el pintxo al bar. "Pero si solo tiene tres a?os". Ah, pues que coma men¨². "?Pero por qu¨¦?" Porque si le doy el pintxo de tortilla a ella, los otros clientes del sal¨®n lo ver¨¢n y me lo pedir¨¢n tambi¨¦n. "Ah, ya... ?Y eso es malo para su negocio?" Silencio. ?Acaso tortilla tiene un ingrediente secreto que estalla al salir de las paredes del bar? No importa cu¨¢ntas veces intentes entender. Al final, el camarero zanjar¨¢ la conversaci¨®n encogi¨¦ndose de hombros y march¨¢ndose. Honestamente, sospecho que ni ellos mismo saben muy bien la raz¨®n. Lo defienden por inercia.
Hace tiempo me hablaron de la paradoja de los monos y los pl¨¢tanos. Se trata de un experimento que se llev¨® a cabo con cinco monos encerrados en una habitaci¨®n. En el centro, una escalera. Al final de la escalera, un pl¨¢tano. Cada vez que un mono intentaba subir a por el pl¨¢tano, los cient¨ªficos rociaban con agua fr¨ªa a los otros cuatro animales. Los monos terminaron por asociar el agua fr¨ªa con la escalera y cada vez que uno de ellos intentaba subir, el resto se lo imped¨ªa con violencia. A pesar del hambre, ninguno sub¨ªa. Los cient¨ªficos cambiaron uno de los monos por otro nuevo. L¨®gicamente, ¨¦ste intent¨® subir por la escalera inmediatamente, pero el resto lo bajaron a golpes, para evitar el chorro de agua fr¨ªa. El mono nuevo lo intent¨® varias veces, pero sus compa?eros se lo impidieron. Por fin, cej¨® en su empe?o. Al tiempo, los cient¨ªficos cambiaron otro de los monos antiguos por uno nuevo. Volvi¨® a pasar lo mismo. Despu¨¦s, los cient¨ªficos repitieron el proceso con otro de los monos antiguos, y con otro, y con otro m¨¢s. Ahora, los cinco monos de la habitaci¨®n eran nuevos. Ninguno hab¨ªa sido jam¨¢s chorreado con agua fr¨ªa y, sin embargo, ninguno se atrev¨ªa a subir a por el pl¨¢tano. Si les hubieran preguntado por qu¨¦, ninguno hubiera sabido responder.
Que nadie piense mal. No estoy llamando mono a nadie. Pero si no hay respuesta para una pregunta, pues se sirve el pintxo y a correr.
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